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Ex profeso de Día de Muertos

Los Talleres Libres de Arte Coatepec festejan el «Dia de Muertos» con estudiantes, maestros, tú y Tlen-Huicani! Miércoles 29 de octubre a las 18hrs. en Hidalgo 109, Coatepec, Veracruz.

Tabloide Dia muertos 2014

 

 

Día de Muertos

Por: Lic. Luis Ricardo Sánchez García.

Es incuestionable la importancia que tiene la celebración de Día de Muertos en todo el país y no es aventurado aseverar que es la festividad tradicional más importante que tenemos los mexicanos, no por nada, ha sido declarada por la UNESCO como: “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. Todo ello, gracias a sus raíces ancestrales, su contenido indígena, mestizo y popular; rescatando, a su vez, elementos gastronómicos, religiosos, culturales, rituales y artísticos.

El Día de Muertos, al ser una festividad anual, es un intermediario en el diario quehacer de la sociedad mexicana. Es una fiesta donde los vivos invitan a los espíritus de los difuntos a que regresen al hogar durante un breve tiempo, para disfrutar del calor que sólo el hogar sabe dar. Así, gracias a los elementos del altar, los difuntos descansan y se alimentan de la ofrenda para reanudar su retorno al lugar de los muertos. No obstante, a veces, no nos preguntamos sobre la historia que hay detrás de esta celebración, quizá, se deba al hecho de que se sienta tan nuestra, que es algo que no necesita mayor explicación más allá de saber y de poder cumplir a los fieles difuntos año con año. Por tanto, nos dedicaremos a exponer los antecedentes y el significado de tan maravillosa y milenaria tradición.

Así pues, la celebración actual es una mezcla de elementos prehispánicos y europeos, es decir, es la combinación de las costumbres de los pueblos indígenas con las creencias religiosas católicas que trajeron consigo los conquistadores hace ya más de 500 años.[1] No obstante, hay una diversidad de cultos hacia la muerte en nuestro país. Podemos encontrar diversos rituales por parte de: huaxtecos, totonacas, tepehuas, otomiés, nahuas, mixes o populucas entre otros,  junto con sus diversas cosmovisiones, las cuales, nos ofrecen rasgos comunes y generales sobre la celebración a los muertos.[2] Asimismo, gracias a las memorias que nos legaron los frailes y cronistas[3], quienes observaron todo lo relacionado a la vida cotidiana, religión, costumbres, tradiciones y cultura de los indígenas, tenemos noticia de la celebración hacia los muertos desde la época prehispánica.

En esa época era común para los aztecas celebrar varias festividades, dentro de las cuales, se honraba la memoria de sus difuntos. En estas celebraciones se entonaban cantos, danzas y se ofrendaban todo tipo de enseres y alimentos: flores, frutas, gallinas, maíz, vestimentas, mantas, cacao, legumbres e incienso. En esos tiempos y actualmente, la gala coincidía con la época de cosecha y de abundancia. Se rendía tributo a los muertos por su intervención ante los dioses. Nuestros antepasados prehispánicos rezaban  “a” las almas, por el contrario, hoy día y de acuerdo a la práctica católica, se reza “por” las almas de los muertos.[4]

Siguiendo nuestra línea temporal, el Día de Muertos actual es, en efecto, resultado del encuentro de dos cosmovisiones, la prehispánica y la europea. Razón por la cual, la historia religiosa indígena de México ha sido vista como una conquista espiritual que oscilo entre la resistencia prolongada y la conversión ininterrumpida llevada a cabo por los frailes.[5] Proceso que inicio en las primeras décadas del siglo xvi. Fueron muchas las costumbres europeas que se arraigaron en la Nueva España, sobre todo en creencias y tradiciones relacionadas al culto a los muertos que, en conjunto con las mesoamericanas, enriquecieron los ritos, altares, ofrendas y representaciones, siendo a su vez, un trabajo de sincretismo y aculturación que se desarrollo paulatinamente.

Además, otra consecuencia de este encuentro fue la calendarización de la fecha establecida para la celebración. En la época prehispánica se celebraba, de acuerdo a nuestro calendario, del 18 de octubre al 10 de noviembre aproximadamente. Eran en estos días cuando se levantaban las ofrendas.[6] Por el contrario, dentro del calendario católico, se tenía establecido el 5 de mayo como la conmemoración de los mártires cristianos, no obstante, se cambio al día 1 de noviembre durante el papado de Gregorio iv, en el siglo ix, quedando así instituida la celebración de Todos Santos para conmemorar a los mártires cristianos, con ello, se unió  a la celebración destinada a las almas del purgatorio, que en el siglo xiii se había incorporado al calendario litúrgico como parte de los oficios que se realizaban el 2 de noviembre.[7] Así, las prescripciones litúrgicas cedieron su terreno a una manifestación  cultural que resulta católica en su forma pero indígena en su contenido. Las celebraciones de Todos Santos y Fieles Difuntos, originalmente separadas en la liturgia católica, pasaron a ser en el pensamiento indígena un solo complejo ceremonial que tomó el nombre de Día de Muertos en el lenguaje popular.[8]

Otros elementos que trajeron consigo los españoles y que se asimilaron en nuestro territorio, fueron la tradición de  llevar pan, vino y alimentos en una visita a la iglesia para, posteriormente, realizar  la visita anual al panteón, en donde, se ofrendaban los alimentos y bebida sobre las sepulturas, además de adornar las tumbas con flores. [9] También, se introduce a México el terror a la muerte y al infierno con la divulgación del cristianismo. Igualmente, se comenzó a adornar el altar con imágenes religiosas católicas, a representar la cruz y a colocar reliquias de pan de azúcar –antecesores de las calaveras– junto con el llamado “pan de muerto”.[10]

Gracias a esta fusión, las representaciones en torno al Día de Muertos, han dado lugar a una arquitectura simbólica y ritual que se ha expresado en un sin número de obras plásticas, objetos artesanales y muestras de arte temporal que se producen en diversas regiones. La gran riqueza cultural de esta celebración, se expresa en creaciones artísticas que músicos, pintores, cineastas y escritores han generado en los últimos siglos, aportando obras de gran mérito, como ejemplo de ello tenemos a personajes como José Guadalupe Posada, Octavio Paz, Diego Rivera, José Gorostiza, Roberto Galvadón entre otros.[11]

Así pues, el mexicano se familiariza con la idea de la muerte, la hace suya e incluso, la satiriza y se ríe con ella. Ha sido en las grandes urbes donde se han desarrollado nuevas visiones y revalorizaciones del día de muertos, las cuales, se extienden y extendieron a otras regiones dentro y fuera del país. En este sentido, el papel que desempeño José Guadalupe Posada, es de suma relevancia, este grabador de finales del siglo xix, encontró en la figura de las “calaveras” al personaje perfecto para su sátira literaria, la utiliza como recurso de censura hacia los políticos y las figuras públicas de su época. En sus grabados destacan las “calaveras” y es la “Calavera Garbancera”,  posteriormente, rebautizada por Diego Rivera como la “Catrina” el símbolo por excelencia de esta celebración del Día de Muertos y reconocida en gran parte del mundo. Por medio de sus grabados con “calaveras” Posada decía: “A fin de cuentas güera, morena, rica o pobre. Toda la gente termina siendo calavera.” Con ello, reconoció con humor, la huella en la vida de la muerte, exponiéndola como rasgo universal de la cultura Méxicana.[12]

Por tanto, la actual celebración de Día de Muertos es resultado del sincretismo entre las costumbres españolas e indígenas. No obstante, México es un país multicultural y multiétnico, por ello, la festividad no tiene un carácter homogéneo, sino que va añadiendo diferentes significados y evocaciones según el pueblo, grupo social o región. No obstante, se han logrado mantener vivas muchas de sus antiguas tradiciones.[13]

Con respecto al altar y su contenido, la ofrenda es parte esencial de éste y de la celebración. Su contenido es sumamente variado y en gran medida, responde a los productos y a las preferencias de cada región, a pesar de ello, podemos reconocer elementos generales que se encuentran presentes en los altares de México. Así, algunos de éstos son representados con figuras antropomorfas que reproducen los contornos corporales; en otros, las representaciones del cuerpo están, por el contrario, contenidas en el simbolismo de la ofrenda.[14] Cómo ejemplo del primer caso, tenemos al pan de muerto, algunos representados con formas antropomorfas y, en otros, sólo se representas los huesos y lagrimas de una manera simbólica. Por otro lado, los tamales de carne simbolizan al cadáver, mientras que las hojas representan su ataúd.

Asimismo y como ya se menciono, la celebración está ligada con la época de cosecha, razón por la cual, se comparte con las almas de los difuntos los alimentos recién recolectados. Por ende, se colocan mazorcas, frijol, calabazas y todos los alimentos que se recogieron en esta temporada. El objetivo es que las ánimas se lleven la esencia de la ofrenda a su regreso al mundo de los muertos.  En este sentido, los guisos se elaboran con estos productos, así, la tortilla hecha con “maíz nuevo” se hace presente en todos los altares, representando el alimento más importante del pueblo mexicano.[15]

Con relación a lo anterior, las flores también son parte de la recolección. Las más representativas y las que tapizan los altares de México son las de Cempasúchil y las flores de mano de león. Éstas esparcen su aroma ayudadas por el típico viento que corre en estas fechas, anuncian la inminente celebración. La flor con su singular aroma ha sido utilizada desde la época prehispánica y ha tenido una función ritual, la cual, se complementa con las velas  y el aroma del copal. Estas emanaciones representan  la parte etérea y celeste de la ofrenda. La luz de las velas representan la luminiscencia del sol y el humo del copal se concibe como el alimento de las deidades. Por el contrario, el cuerpo de las flores adquiere un sentido terrenal y sirve para representar el cuerpo del difunto.[16] Del mismo modo, el arco realizado con un armazón de otate o carrizo verde, cubierto de rama tinaja y adornado con ramos de flores de mano de león y cempasúchil, representa la bóveda celeste.

Igualmente, las bebidas son representativas de esta fecha y algunas de ellas son elaboradas con los productos recién cosechados del campo. El atole, bebida cuyas raíces se encuentran en la época prehispánica, se sirve frío o caliente, elaborado con masa de maíz molido o tostado. Igualmente, el chocolate, cuyo ingrediente principal es el cacao, elemento importante en la época precolombina, se preparaba moliendo primero el fruto y se mezclaba con granos de maíz cocidos y se combinaba con agua.[17]Actualmente, el chocolate se prepara con leche y se sirve caliente. En cuanto a los dulces, los más tradicionales y los que se pueden localizar en todo el país son las calaveritas (de chocolate o azúcar), dulces de jamoncillo, guayabate y el dulce de calabaza.

En este punto, no debemos olvidar el arte del papel picado como elemento indiscutible del altar. El papel china se expone con diversos cortes, diseños y colores. Actualmente se venden con diseños pre elaborados, representando los grabados de Posada; se pueden encontrar esqueletos bailando o celebrando, cruces, palomas o flores.[18] En la época prehispánica el papel tenía un simbolismo relacionado al color, por ejemplo, el blanco era relacionado con Quetzalcóatl y el negro con Tezcatlipoca.[19] Actualmente, entre los indígenas el uso del papel es limitado, no obstante, en las ciudades o pueblos, el papel china se utiliza de diversos colores, destacando el blanco, amarillo, rosa mexicano, verde, azul, morado y naranja. Su simbolismo en cuanto al color se ha diversificado. Ahora, los colores se encuentran relacionados con la liturgia católica, donde se relaciona al morado y negro con el luto, mientras que el blanco representa pureza.[20] También, en el altar están presentes imágenes pertenecientes al santoral y, en el Día de Muertos, éstas, comparten espacio con las fotografías o retratos de los difuntos.

Por tanto, el acto de ofrendar alimentos se debe a que los difuntos se nutren del aroma de éstos, dejándolos insípidos e inodoros, por ello, se ponen platillos que en vida eran del gusto de los difuntos. Como se ha podido observar, estos son algunos elementos generales que se pueden encontrar en los altares de México. No obstante y debido a diversos factores, hay un gran mosaico de ofrendas y altares. Así pues, nos centraremos en la celebración y descripción del altar del Pueblo Mágico de Coatepec.

En cuanto a los preparativos de la celebración en Coatepec, éstos comenzaban el 27 de octubre, ese día, de acuerdo a las personas mayores y a estudios realizados, se iba en busca de la rama tinaja para elaborar el altar. Asimismo, era costumbre colocar un trasto de agua y una gorda atrás de la puerta para recibir al espíritu de las mascotas, ahora, ese acto ha desaparecido y sólo ha quedado en la memoria de las personas mayores.  Posteriormente, en el medio día del 28 de octubre, se reciben las almas de las personas que murieron ahogadas. A éstas les ofrendan un vaso de agua bendita y lo que les haya gustado en vida. [21]

Luego, el 29, a las doce de la tarde, se retiran las almas de los ahogados y llegan los espíritus de las personas que murieron asesinadas; su ofrenda consiste en agua, agua bendita, un plato de harina y su respectiva veladora. La harina ayuda a comulgar al difunto por la forma trágica de su fallecimiento. Al día siguiente se van las almas que llegaron y hacen su arribo los niños que se encuentran en el limbo. Su ofrenda consiste en un vaso de agua bendita, en cuyo interior se coloca una vela prendía; el simbolismo de la vela dentro del vaso, se debe a que es la única luz que ven en el año, consecuencia de encontrarse en un sitio de eterna oscuridad.[22]

Después, el 31 de octubre, las almas de los niños del limbo se marchan y llegan, a su vez, los niños que si pudieron ser bautizados. Su arribo se ve matizado con la realización de un camino de flor de cempasúchil que viene de la calle y se dirige al altar. La ofrenda consiste en: frutas y dulce de calabaza, jamoncillos, arroz con leche, manjar, pepitorias (presentadas en hojas de plátano), tamales de dulce y guayabate. Por otro lado, el 1º de noviembre, al mediodía, las almas de los niños regresan al mundo de los espíritus y hacen su llegada los difuntos grandes. Su ofrenda consiste en todo lo que les gustaba comer en vida, así, encontramos alimentos como: tamales de frijol gordo, de ejotes con pipián, xocos, mole, arroz, chiles rellenos, tortitas de venas, pipián, erizos hervidos, atole, café, champurrado, chocolate, aguardiente, cervezas, agua, agua bendita, cigarros, naranjas, plátanos de diversas variedades, guayabas, chirimoyas, cacahuates, calabaza preparada con piloncillo y dulces de jamoncillo. Además, se pone a cada difunto una vela y se colocaban otras más sin prender, las cuales, se llevarán las almas para su viaje de regreso, debido a lo escabroso y oscuro del camino. Antes, cuando no se podían conseguir velas, se colocaban varas de ocote.[23]

Así, el 2 de noviembre se marchan los espíritus de los grandes al medio día y llegan las almas conocidas como “ánimas solas”, según la tradición, éstas no tienen quién les ponga ofrenda, por tal motivo llegan a cualquier casa; se acostumbra prender un veladora y poner un vaso de agua para ellas. También, como parte de la jornada, las personas acostumbran visitar las tumbas de sus difuntos, arreglan los sepulcros y las adornan con flores o coronas elaboradas en papel y, no es raro encontrar en las tumbas alguna ofrenda. Asimismo, durante estos días y en las noches, andaban rezanderos que se encargaban de recitar y cantar las alabanzas a los difuntos —a petición de los habitantes— recibiendo por ello una parte de la ofrenda, que guardaban en canastas, conocidas como canastas de pizcar (cosechar).[24]

Complementando la estampa del altar coatepecano, para el altar se debe alzar un arco hecho con un armazón de otate o carrizo verde. Posteriormente, se procede a forrarlo con rama tinaja, además, se adorna con ramitos de cempasúchil, formando una línea ininterrumpida a todo lo largo de éste. Del mismo modo, al frente del arco, se colocan a cada lado un ramo de flor de izote y se cuelgan todo tipo de naranja junto con ramitos de cacao y algunas mazorcas. Aparte, se colocan rollitos de frijol en vaina y calabaza de castilla sin preparar. Asimismo, durante los últimos tres días de la celebración, se formaban tres cruces con pétalos de flor de muerto, con la finalidad de que no se acercaran los malos espíritus.[25]

Para concluir, hemos expuesto los antecedentes y elementos generales de la celebración del Día de Muertos, además de describir la festividad en Coatepec. En conclusión, podemos decir que esta ceremonia no se ve como una ausencia ni como una falta; por el contrario, el alma del difunto regresa, camina, convive, observa, percibe, huele, prueba, escucha, se acerca; las almas son los invitados anhelados y esperados año con año. Los difuntos no son seres ajenos, sino presencias vivas para nosotros. La celebración de Día de Muertos, nos recuerda que las flores nacen y se marchitan, que incluso los cuerpos celestes junto con algo tan inmenso como el universo no está excluido de extinguirse. Se recuerda que la vida del hombre es efímera. Los hombres nacen  y en su breve paso por la vida crecen, aprenden, ríen, lloran, pelean, sufren, se regocijan y, por último, llegan a lo que se denomina el sueño eterno, a la muerte. La metáfora de la vida misma se cuenta en el altar y su ofrenda, se entiende a la muerte como un renacer constante, como un proceso infinito que nos hace comprender que los que hoy estamos ofreciendo seremos mañana invitados a la fiesta.[26] El hombre por todo lo que ha vivido, se convierte en recuerdo. En suma, debemos sentirnos orgullosos de nuestras tradiciones, de nuestras raíces y costumbres. La celebración de Día de Muertos, provoca que en estos días, México, se transforme en la tierra de los recordados.

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

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lomnitz-Adler, Claudio. Idea de la muerte en México, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 11-56.

Macazaga Ramírez de Arellano, Carlos. Las Calaveras vivientes de Posada, México, Editorial Cosmos, 1977.

patricia Beatriz Denis Rodríguez, Andrés Hermida Moreno y Javier Huesca Méndez. “El altar de muertos: origen y significado en México” en La ciencia y el hombre: Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana. Xalapa, Veracruz, México,. Universidad Veracruzana, vol. xxv, no 1,  enero-abril, 2012. (De, 23 de octubre, 2014: https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/altar/).

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universidad Nacional Autónoma de México. La muerte en el espejo de la ciencia: tercer festival estudiantil de Día de Muertos: UNIVERSUM 2000, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001.


[1] Sandoval Hernández, Hermes Pablo. Día de muertos, México, D.F., Universidad Pedagógica Nacional, 1999, p. 7.

[2] Aquino Rodríguez, Lourdes, (Comp.). Muerte, altares y ofrendas, Veracruz, México, Instituto Veracruzano de la Cultura, 2008. p.8.

[3] Frailes y cronistas como: Bernandino de Sahagún, Diego Durán, Toribio de Benavente, Tezozomoc, Francisco Xavier Clavijero entre otros.

[4] México Artes de México y del Mundo, No 62, 2002, p. 19.

[5] Unesco. La festividad indígena dedicada a los muertos en México: obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad, México, D.F., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2005, p.29.

[6] Aquino. Op, Cit., p. 18.

[7]Unesco. Op, Cit., p. 30.

[8] Ibid., p. 40

[9] Sandoval. Op, Cit., p. 28

[10] Patricia Beatriz Denis Rodríguez, Andrés Hermida Moreno y Javier Huesca Méndez. “El altar de muertos: origen y significado en México” en La ciencia y el hombre: Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana. Xalapa, Veracruz, México,. Universidad Veracruzana, vol. xxv, no 1,  enero-abril, 2012. (De, 23 de octubre, 2014: https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/altar/).

[11] Unesco. Op, Cit., p 26

[12]Imaginantes- Fundación Televisa. José Guadalupe Posada. «El pacto secreto». 3/7/2010. https://www.youtube.com/watch?v=0SKLxnNcIX8 20/10/2014.

[13] Denis, Op, Cit.

[14] Unesco. Op, Cit., p. 48

[15] Aquino. Op, Cit., p. 175

[16] Unesco. Op, Cit., p. 46

[17] Aquino. Op, Cit., p. 181

[18] Ibid, p.186

[19] Ibid, p.187

[20] Ibid, p.188.

[21] Ibid, p. 75.

[22] Ibidem.

[23] Ibidem.

[24] Ibid, p. 76

[25] Ibid, pp. 74 y 76.

[26] Denis, Op, Cit.

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