Año 3 • No. 98 • abril 7 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
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San Juan de Ulúa,
patrimonio de todos
Oliver Rebolledo Rivera (Estudiante de Arqueología)

Cuando escuchamos o leemos las palabras “Patrimonio Cultural” imaginamos algún edificio colonial o construcción antigua que nos remonta al pasado y nos ocasiona un sentimiento de orgullo y dignidad social. Observar un monumento arquitectónico como el Fuerte San Juan de Ulúa desde el malecón del Puerto de Veracruz es trasladarse 500 años al pasado a través de la historia de nuestro país. Observar esta antigua construcción como un monumento
histórico –patrimonio cultural de México– con la suficiente conciencia social para protegerlo, restaurarlo, conservarlo y utilizarlo, eso se encuentra en muy pocas personas.

Esta construcción, con su “urdimbre, entretejida con diversos mestizajes y culturas, con acciones bélicas de conquista y defensa, con reminiscencias de corsarios y piratas; sus contrastes de presidio y presidencia hacen que el breve espacio, entonces insular, sea un testigo insustituible del ayer portuario, militar, comercial, político y carcelario, y hoy considerado un punto de enorme atracción social, cultural y turístico para Veracruz y para todos los mexicanos”1 , se encuentra en la actualidad bajo el Proyecto Integral San Juan de Ulúa.

Este proyecto tiene la intención de convertir al Fuerte en una puerta cultural al mundo, entrada y salida en nuestro país a todas las expresiones humanas que tengan la voluntad de transmitir y difundir sus rasgos y aspectos más característicos de su país de origen. Al mismo tiempo que se rescata, conserva y restaura el monumento se le da una utilidad social y cultural, digna de un país rico en diversidad cultural marcada por el choque entre dos continentes, por el aculturamiento más significativo en la historia escrita por el hombre.

Si bien se llega a cumplir con el objetivo de este proyecto entonces podremos hablar de los cambios que pudiesen ocurrir entre los habitantes del Puerto de Veracruz. Cambios que –a mi punto de vista– enriquecerán la conciencia del pueblo, cultivando en ellos el respeto a los monumentos históricos, no sólo como inmuebles protegidos por la unesco, sino como estructuras arquitectónicas vivas, órganos vitales de una ciudad y de un país. La comunidad veracruzana tendrá la oportunidad de preservar su cultura, sus tradiciones, expresarla a los turistas y transmitirla a sus descendientes.
El proyecto no es simple, consta de varias etapas, una de ellas es la restauración. Ésta incluye una zonificación, buceo de reconocimiento, levantamiento de daños, dibujo (planos), investigación en fuentes bibliográficas y redacción de un informe general. Se contempla un reporte de daños en los cimientos por el constante movimiento del oleaje y de los dragados que se llevan a cabo en el muelle.
Asimismo, el proyecto incluye áreas de investigación como arqueología, historia, difusión, ingeniería, arquitectura, mecánica de suelos, estudios de granulometría, determinación de golpes de ola y corrientes de agua.

Existen 17 descargas de drenaje en el área que comprende al Fuerte, las cuales ocasionan una contaminación muy desagradable. Estos desechos combinados con los hidrocarburos que desechan los barcos se convierten en una gelatina que se adhiere a los muros del monumento provocando una contaminación en los mismos. Incluso, realizar un buceo en la zona como investigación arqueológica resulta arriesgado para los arqueólogos.

Se consideran dos tipos de daños: a) Por socavación de cimientos, y b) Por erosión química. La socavación se sigue llevando a cabo porque el Fuerte está construido sobre un arenal, sufriendo un movimiento natural constante por el movimiento del mar. La socavación libera la arena acumulada por las fuerzas del oleaje que de no hacerse los barcos no podrían entrar al puerto. Afortunadamente, el Centro inah Veracruz logró gestionar ante las autoridades navales y mercantiles que los buques cargueros se estacionen con la proa frente al muelle para que la propela (de gran tamaño en estos barcos) no contribuya con los daños. La contaminación química carcome el coral, material que en su mayoría se utilizó para construir los muros y cimientos del edificio.

El reto para este proyecto es enorme aunque, como mencioné anteriormente, si se logran los objetivos propuestos, estaremos hablando de uno de los monumentos históricos más importantes para nuestro país y para el mundo. Algunos de estos objetivos son: convertir el inmueble en centro cultural (puerta de intercambio con el mundo, entrada de culturas), centro de exposiciones internacional para los países, museo marítimo, espacio permanente para muestras gastronómicas nacionales y extranjeras.

Puedo concluir sugiriendo que San Juan de Ulúa, así como la actividad comercial del Puerto (indispensable en la economía del estado), el estilo de vida de los veracruzanos y el sector turístico, tendrán la valiosa tarea de encontrar un equilibrio de subsistencia, con el claro objetivo de nutrir, enriquecer y difundir nuestra identidad cultural, importante para nuestro pueblo, y a su vez darle vida a un Patrimonio Cultural que por el momento pareciera estar inerte dentro de un complejo mercantil marítimo latente en el Puerto de Veracruz.

1 Goeritz Rodríquez, Daniel; Judith Hernández, Virginia Murrieta. “San Juan de Ulúa, puerta de la historia” volumen 1. Conaculta, INAH, 1996.