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Cine
latinoamericano
Roberto Ortiz Escobar
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México, DF- Para cerrar
sus actividades de difusión fílmica de 2002, el
Cine Club de la Universidad Veracruzana programó en diciembre
un ciclo de cine latinoamericano compuesto por cuatro películas
dirigidas por algunos de los directores más representativos
en los últimos años.
Mientras Xica da Silva (Brasil, 1976, de Carlos Diegues)
es un relato festivo ubicado en el siglo xviii brasileño
con una sensual esclava negra, objeto de envidias y disputas por
los favores que le brinda un acaudalado explotador de diamantes;
Esperando la carroza (Argentina, 1985, de Alejandro Doria)
es una comedia, que, sustentada por buenas actuaciones y un efectivo
humor negro, plantea una visión aguda del
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ostracismo
al que se ve relegada una anciana madre clasemediera por sus mezquinos
hijos.
El ciclo se complementa con La luna en el espejo (1990)
y Fresa y chocolate (1993), las cuales se proyectan esta
semana en el Aula Clavijero de Juárez 55, de Xalapa.
Dirigida por Silvio Caiozzi, La luna en el espejo patentiza
una de las preocupaciones temáticas del director: el estudio
de universos cerrados en los que sus habitantes perpetúan
hasta el infinito unas formas de ser y concebir la existencia
humana. Esta inquietud ha tenido la inspiración literaria
de José Donoso no sólo en esta cinta, sino también
en Julio comienza en julio (1977) y Coronación
(1999).
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Con
gozoso humor y elocuente paciencia se relata el vínculo de
un hijo ya maduro y su padre, un ex marino que manipula a su vástago,
no obstante vivir anclado en la cama por sus ataques de vejez. Como
si estuviera aplicando un bisturí a las entrañas de
la cotidianidad, Caiozzi capta con minucia una atmósfera
represiva y autoritaria donde la nostalgia funciona como negación
de la libertad y el gozo por la vida.
Filmada al alimón por Tomás Gutiérrez Alea
y Juan Carlos Tabió, Fresa y chocolate fue una coproducción
de Cuba, España y México, que, basada en el cuento
de Senel Paz “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”,
obtuvo un éxito considerable en Cuba y el extranjero, además
de hacerse merecedora de varias preseas en el Festival Internacional
del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana, y el Festival de Venecia.
Y no era para menos. En tono de comedia se trataba un tema tabú
para el cine cubano hasta ese momento: la presencia de un personaje
homosexual que ponía de relieve la homofobia castrista, el
aislamiento y la discriminación a una preferencia sexual
diferente. Aunque el final de Fresa y chocolate es complaciente
y más bien conformista, fue real su impacto en una sociedad
como la cubana, la cual, no obstante su sensualidad y relajamiento
sexual, ha debido soportar en otros tiempos la represión
a los homosexuales a través de las siniestras Unidades Militares
de Ayuda a la Producción implementadas por el gobierno de
Fidel Castro. Constancia de lo anterior fue Conducta impropia
(1984, de Néstor Almendros y Orlando Jiménez),
documental censurado en Cuba por muchos años. |
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