Año 2 • No. 86 • diciembre 9 de 2002
Xalapa • Veracruz • México
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Sección coordinada por Iván Maldonado Rosales

Para formar ciudadanos de la cultura escrita

Uno de los problemas más álgidos de la educación es el ínfimo ejercicio de la lectura y escritura que priva entre la población. Ello ha dado lugar tanto a severas críticas al sistema educativo como a prácticas pedagógicas que han hecho de la lectura y la escritura una obligación o un proceso mecánico y estéril –sin otro propósito que el evaluativo–, al igual que a políticas gubernamentales cuya buena intención es resarcir este panorama. Sin embargo, ¿cómo formar lectores y escritores en la educación básica, que a futuro sean capaces de entender su realidad y expresar su punto de vista?

La investigadora Delia Lerner formula una atrevida propuesta en la que no sólo demanda un cambio en la mentalidad de los profesores y el diseño de estrategias donde se incorpore la función social, sino también en las acciones que miden los aprendizajes. Eso debe ser materia de investigación.

Delia Lerner hace una radiografía de la situación escolar sobre la lectura y la escritura, detecta sus fallas más acendradas (la memorización, la fragmentación de los contenidos de enseñanza) y los desafíos para formar a ciudadanos de la cultura escrita, como la realización de proyectos que involucren a los niños y se apropien del sentido de la lectura y la escritura o la gestión del tiempo didáctico, bajo criterios donde se haga hincapié en el proceso, no en el sacrificio del aprendizaje en nombre del control evaluativo. Es imprescindible que los pequeños se conviertan en sujetos capaces de estructurar un sistema de creencias propio, “conscientes de la pertinencia e importancia de emitir cierto tipo de mensaje en el marco de determinado tipo de situación social”.

La potencialidad humana, generadora de historia

En Necesidad de conciencia. Un modo de construir conocimiento, el sociólogo chileno Hugo Zemelman vuelve a una preocupación vital: interrogar por el sujeto-actor que se realiza en su temporalidad y, cuando asume su condición de “ser en el mundo” a través del diálogo, la crítica y la tensión, origina un pensamiento propio, su historia.

Zemelman consideró que la dimensión utópica de la conciencia histórica es la instituyente de lo social histórico, “puesto que es el horizonte de expectativas

futuro el que permite reinterpretar las heridas del pasado que confluyen en la experiencia del presente”. Apostó al ser como posibilidad que se construye en el tiempo y busca trascender sus límites finitos, dotando de valor a los sucesos de su aquí y ahora. Nadie le dice qué hacer, él forja su destino con la potencialidad, actitud erguida y afán por hallar un lenguaje o forma de pensar que lo exprese “en los planos de la realidad que transforma a ámbitos de sentido”; así ocurre también en la sociedad, que simboliza su capacidad de historización.

El autor subrayó que su idea de la conciencia histórica obedece a una premisa de teorización para comprender el pensamiento y la cultura de América Latina. Dicha metodología sustentará sus siguientes libros, América Latina y sus lenguajes y La herencia de la rebeldía, donde escudriñará en las modalidades del pensar latinoamericano y la incidencia de sus actores sociales.

Necesidad de conciencia –publicado por Anthropos, El Colegio de México, la Escuela Normal Superior de Michoacán y la UV– está a la venta en el Servicio Bibliográfico Universitario (Xalapeños Ilustres 37), la Editorial de la UV (Juan de la Barrera 209) y en La Taberna Cultural (Honorio Rodríguez 43, frente a Humanidades).