Año 8 • No. 308 • Mayo 6 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Recorrieron el Acuario de Veracruz, con motivo del Día del Niño
Niños de Alvarado visitan a Dominga, el manatí que rescataron

Peniley Ramírez • Fotos: Viviana Alcohón
Irving de Jesús, integrante del Club, dice que quiere ser veterinario, o maestro, pero que también le encantaría ser pescador: “Nos gusta mucho el mar, allí nos criamos, allí tenemos todo”

Veracruz, Ver.- Llegaron al Acuario de esta ciudad el viernes 25 de abril cerca de las dos de la tarde; vinieron de Pajarillo, Nacaste y Costa de San Juan, tres comunidades pesqueras cercanas a Alvarado. Eran 30 niños, ninguno pasaba de los 14 años. Caminaban con los ojos muy abiertos, serios, agarrados de las manos y con sus playeras blancas que ostentaban en letras verdes “Nosotros somos los Herederos del Humedal”.

Blanca Cortina Julio, investigadora adscrita al Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana (UV), y quien trabaja con las cooperativas de pescadores en dichas comunidades, acompañó a los “Herederos del Humedal” en este paseo especial por el Día del Niño.

¿Cuánto falta para el viaje?
Dice Doña Panchita que sus nietos la tuvieron loca toda la semana preguntándole cuánto tiempo faltaba para el viaje.

Doña Panchita pertenece a la cooperativa de mujeres pescadoras “La Mujer Costeña” que cultiva almeja y pargo cerezo. En Nacaste tienen otra, “Mujeres Experimentando”, la cual trabaja junto con “La Flota”, primera cooperativa que surgió, sólo de hombres. Algunos años atrás, ellas sólo se agrupaban conforme a los usos de sus pueblos, no sabían sobre acuacultura ni protección de las especies. Los hijos y nietos de estas mujeres de manos ásperas y piel muy bronceada son los miembros del Club.

El Club
Blanca Cortina dijo que el principal objetivo de los “Herederos del Humedal” es hacer conciencia en los niños sobre el cuidado de especies en peligro de extinción. Ellos aprenden sobre la biología, la alimentación, la reproducción y el peligro de algunas especies que existen en la zona; así pueden reconocerlas y ayudar a salvarlas.

El programa “Herederos del Humedal” lo conforman niños de entre cuatro y 14 años de estas comunidades. Se reúnen dos veces por mes para recibir pláticas y talleres; además, en cada poblado existe un centro de acopio de residuos de plástico que luego venden a la empresa Carvit de Xalapa para recaudar fondos y comprar implementos para las escuelas, “como el techo para la escuela Costa de San Juan que se les voló con el norte y no han podido reponerlo”, explicó Blanca Cortina.

Doña Lupe, otra de las mamás que acompañaron a “Herederos del Humedal” en la visita al Acuario de Veracruz, describe estos nueve años desde que comenzaron las cooperativas como un “cambio tremendo”. “Desde que entró la Universidad, los chicos y los grandes aprendimos cuáles son las especies en peligro de extinción”, afirmó. Ahora, cuando encuentran algún animal que ya conocen como protegido, avisan a la UV para que les indique qué hacer. “Justo hace ocho días liberamos unas tortugas ahí cerquita de la casa de una servidora”.

¿Y Dominga?
Aunque “Herederos del Humedal” vienen desde hace cuatro años al paseo, ésta es la primera ocasión en que se incorpora la comunidad de Costa de San Juan.
Isamar, de 12 años, dice que los peces aquí son muy distintos a los de su pueblo y que tienen muchos colores. Al entrar al recinto se acomodaron en filas para pagar el boleto a mitad de precio, cortesía del Acuario de Veracruz. La primera en entrar fue Isabel, la más chaparrita. “¡Mira, mira, mira!”, no paraba de repetir.

Conforme avanzaban descubrían loros, tortugas, pececitos. Ella no sabe leer porque es muy pequeña, aunque repetía lo que los niños grandes del Club leían en las tarjas de los animales. Los “Herederos del Humedal” respondían a las preguntas de los guías con entusiasmo y gran facilidad. Cuando se acercaban a Blanca Cortina preguntaban en voz bajita: “¿Y Dominga?, ¿cuándo la vamos a ver?”.

Álvaro Chávez Sosa, pescador y padre de uno de los pequeñitos, nos explicó quién era Dominga. En el 2003, su primo Armando estaba pescando en la zona cercana a Nacaste y sintió que algo grande jalaba la carnada. Se agarró y cuando logró sacarlo vio que era un manatí herido. Lo subieron al bote, lo cuidaron en el pueblo tres meses hasta que Blanca Cortina los convenció de que era necesario traerla al Acuario para salvarle la vida. Luego encontraron otro que apodaron La Costeña, y ambos hoy viven bajo los cuidados de los biólogos.

“¡Ahí viene la raya, ahí viene la cherna!”, gritaban todos junto a la gran pecera del Acuario. Estuvieron atentos a cada sección, a cada explicación de los guías. Los niños dicen que han aprendido mucho en esta visita. Ahora, por ejemplo,
saben la diferencia entre una raya y una mantarraya, cuántos años viven las medusas y qué tipo de veneno poseen.

Si están pescando en su pueblo y una les pica, aunque sientan miedo y un gran dolor sabrán que no morirán pues no son venenosas.

“Yo también quiero ser pescador”
El camino hasta la última pecera duró casi una hora y media. Llegados a este punto, no quedaba en los niños ningún rastro de la timidez inicial. A pesar de la poca luz en el interior del Acuario, entre los tonos azulados del agua asomaban sus caritas redondas de unos ojos muy brillosos.

Sonreían, gritaban, tiraban del brazo a un compañero para mostrarle algún descubrimiento emocionante, reían a carcajadas o miraban con mucha atención cuando los guías explicaban.

Sin embargo, ningún momento es comparable a cuando vieron a Dominga. Una exclamación a coro llamó la atención sobre el manatí que en ese momento salía de la cueva simulada. “Le falta la aleta, es La Costeña”, dijo Lupe. El guía respondió: “Ésa que viene al otro lado es Dominga, miren qué gorda está”.

“Mira”, dijo Panchita, “ella es nuestra Dominga”. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Sucedió una ronda de preguntas sobre su alimentación, si tenía bebés, si estaba bien de salud. Antes de tomarse la última foto de grupo todos aplaudieron, con unas sonrisas enormes.

Irving de Jesús es uno de los niños más grandes del Club. Él ayudó a cuidar a Dominga, ha recogido plástico y ha aprendido mucho sobre los animales. Dice que quiere ser veterinario, o maestro, pero que también le encantaría ser pescador: “Nos gusta mucho el mar, allí nos criamos, allí tenemos todo”, dijo con su sonrisa tímida y su acento costeño. Luego, como quien no debe nada, fue a ver souvenirs de Veracruz con sus amigos.


El principal objetivo de los “Herederos del Humedal” es hacer conciencia en los niños sobre el cuidado de especies en peligro de extinción


Los “Herederos del Humedal” visitaron el Acuario de Veracruz; caminaron con los ojos muy abiertos, serios, agarrados de las manos y en sus playeras portaban la leyenda “Nosotros somos los Herederos del Humedal”