Año 8 • No. 293 • Diciembre 10 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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Pornografía y erotismo, distintivos
de la condición humana

Gina Sotelo


La pornografía es la representación de la práctica visual que expone los genitales para despertar la excitación, dijo la doctora Alba González Reyes
La idea de que en nuestros días la pornografía y el erotismo se convierten en una rama del comercio influyendo en el imaginario colectivo de las sociedades cada vez más globalizadas, fue discutida en el Auditorio de Humanidades por Alba González Reyes, dentro de las actividades conmemorativas al 30 aniversario de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana (UV).

La industria de la pornografía fue la mesa en la que participó González Reyes y en la cual se trató de analizar el cómo se ha convertido en esta época posmoderna el uso del cuerpo y su industrialización en imágenes eróticas.
La doctora reflexionó sobre el uso del cuerpo a través de la historia en imágenes, dejando en claro que el tema de la pornografía y el erotismo ha sido poco estudiado en México. Su investigación la elaboró a través de diferentes herramientas de interpretación como pinturas, dibujos, grabados y pasquines.

Habló de erotismo como la evocación que propicia la actividad sexual y que requiere de imaginación para realizarse: “Es exaltación del instinto, construcción social vinculada a la vida, sugestión, morbidez, dramatismo, sensualidad, entre otros aspectos”.

Alba González definió a la pornografía como la representación de la práctica visual que expone los genitales para despertar la excitación, muestra el uso de la manipulación y encuentro de genitales entre los personajes; involucra al sexo con un atractivo directo.

Manifestó que desde la Grecia clásica datan imágenes del siglo V a.C., evidentemente ilustrativas: “En los primeros siglos del cristianismo se condenan las imágenes al ser visto el cuerpo como ‘morada para los demonios que adquieren nombres y formas humanas’, la Iglesia católica sostenía que el cuerpo virginal era la manera de unir al cielo
con la tierra”.

Señaló que en el medioevo el arte gótico promovió la vergüenza y la privación de los placeres, el puritanismo y el no uso del cuerpo: “La sociedad medieval tenía como pilar ideológico a la Iglesia católica que negaba la sensualidad. En el siglo XVI la humildad y la vergüenza fueron considerados medios de provocación erótica”.

Añadió que la Edad Media por un lado procuraba comidas ácidas sin azúcares o grasas, mientras que en el Renacimiento las élites degustaban dulces y cremas, pues en ese entonces la delgadez era símbolo de pobreza y fealdad: “Eran tiempos en los que el pintor Rubens mostraba a sus mujeres gordas y bofas con numerosos pliegues”.

Los siglos XVII y XVIII traen consigo un trastocamiento de las formas corporales femeninas orientadas hacia una sexualidad desconfiada y hostil: “Cuando el placer y el apasionamiento eran distintivos de los amantes, ya el Marqués de Sade anticipa una revolución”.

Fue precisamente la Revolución Francesa la que marcó un punto de partida para la historia de la pornografía; por ejemplo, María Antonieta fue símbolo de poder, promiscuidad y adulterio a tal grado que estos comportamientos “deplorables y ofensivos para la nación” justificaron su decapitación: “Recordemos que en ese entonces los matrimonios no eran celebrados por amor, sino para evadir la incorporación al ejército” dijo.

Para González Reyes la historia de la modernidad nace con el siglo XIX y es precisamente cuando el placer es visto como una pieza de la industria: “Es un servicio destinado para el uso, el consumo, y es que el término pornografía emerge de la categoría de modernidad” concluyó.