Año 7 • No. 283 • Octubre 1 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Sonrisa de gato, una novela generacional
que intenta sublevarse
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Es una suerte de novela generacional que presenta algunos fantasmas de la infancia, expresó Fernanda Melchor, ganadora del virtuality Caza de Letras

La novela de Jorge Moch, premio Efraín Huerta 2007, se mueve a contracorriente del género policiaco con un lenguaje exquisito: Edgar Onofre



Jorge Moch lee fragmentos de su novela Sonrisa de gato, durante la presentación
en la FILU, lo acompaña Fernanda Melchor y Edgar Onofre
En su origen la novela Sonrisa de gato, finalista del premio Alfaguara a primera novela 2006, estaba concebida bajo la categoría de relato generacional; sin embargo, los personajes se sublevaron a su creador cambiando la dirección de la historia, confesó Jorge Moch durante la presentación de su obra en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU).

Hay ciertos elementos en la novela que recuerdan a una forma de infancia compartida en lo que considero “fantasmas de la infancia”, ciertas cosas que dicen los mayores, algunas supersticiones que aparecen y desaparecen por momentos en el texto, comentó Fernanda Melchor Pinto, ganadora del virtuality Caza de Letras, organizado por la UNAM.

Moch plasma en su obra el momento en que la infancia termina para ingresar al mundo de los adultos y el personaje principal de la novela es un sobreviviente, un tiburón en un mundo de tiburones, agregó Fernanda Melchor, destacando también el dominio del lenguaje y los tiempos en la narración que poseen los personajes.

Melchor Pinto expresó que un tema también presente en la obra es la contrainsurgencia, no como una guerrilla sino como un impulso contestatario contra el hambre y el abuso, a lo que coincidió Edgar Onofre Fernández-Serratos, jefe de prensa de la UV, al afirmar que la estética de la novela va a contracorriente del género policiaco y la novela negra, introduciendo un lenguaje exquisito, contrario al lenguaje casi telegráfico del género.

Introduce ciertos giros en la puntuación, no obstante, los juegos de palabras no son artilugios para ocultar o no decir las cosas, ya que el autor desliza una crítica sin cortapisas a todo momento, incluyendo una burla a las instituciones políticas y religiosas recogiendo lo que se dice en privado acerca de ellas, precisó Edgar Onofre.

Con su diversidad de personajes, tiempos narrativos y giros del lenguaje, detallado en la violencia y la hipocresía de la cual es objeto algunas veces, esta novela nos sugiere que el poder puede ser víctima del odio que engendró, concluyó Onofre Fernández-Serratos.