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Afirmó
la senadora Silva Domínguez
La alimentación no es un problema de mercado, sino de marginación
y pobreza
Alma Espinosa |
La
seguridad alimentaria no es un problema de equilibrio de mercado,
sino de equidad social. Para analizar este conflicto se debe tomar
en cuenta la crisis del ingreso, la relación con la pobreza,
los límites de accesibilidad a los alimentos, la caída
de producción agropecuaria, los efectos de la disponibilidad
de los alimentos y la ausencia de políticas públicas
que atiendan problemas coyunturales, asentó la senadora Silvia
Domínguez López.
En el II Foro Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional
organizado por la Facultad de Nutrición de la Universidad Veracruzana
(UV), la senadora explicó que el estado ha puesto en marcha
programas específicos de atención a la marginalidad
y la pobreza, pero aún no queda claro que haya un seguimiento
específico de los beneficiados de estos programas para determinar
si realmente se generan suficientes requerimientos nutricionales para
que desarrollen sus capacidades. |
La senadora Silvia Domínguez López
participó en el II Foro Nacional para la Seguridad Alimentaria
y Nutricional. |
Un
ejemplo de lo anterior ocurrió con la generación que
actualmente tiene alrededor de 40 años. Cuando esta generación
era infantil la política no gubernamental no la benefició
porque no puso atención en los nutrientes necesarios para el
desarrollo de sus capacidades.
En la sala de videoconferencias de la USBI, Silvia Domínguez,
quien ha trabajado estrechamente para llevar a la Cámara las
propuestas de la Facultad de Nutrición, dijo que si la seguridad
alimentaria se ve desde el punto de vista de la pobreza, es evidente
que se han impulsado muchos programas específicos, que resaltan
tópicos como la competitividad para desplegar una política
social contra esta situación.
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Otro punto es el gasto público que no asume su tradicional
papel al no impulsar la producción interna para el consumo
mínimo. Resaltó que en un número elevado de casos,
los consumidores compran productos que provienen de otras partes y
no de México, ante lo que se debería preguntar si este
tipo de alimentos generan mayor rendimiento.
Explicó que no sabemos si los productos enlatados que están
elaborados en otras partes del mundo cuentan con los requerimientos
mínimos y necesarios de salud y nutrición. Tampoco sabemos
si en su país de origen fueron vendidos con precios bajos debido
a su calidad ínfima.
Lo anterior también habla de que no sabemos comprar, pues casi
nunca revisamos las etiquetas de los productos para saber si contienen
componentes dañinos para nuestra salud y en qué cantidades.
Las leyes tampoco tienen un control estricto, pues no determinan las
reglas de producción, pero los mercados son flexibles y permiten
la entrada de un sinnúmero de productos que reflejan que más
allá de situarnos en la modernidad, estamos ante la globalización
de consumir lo que todo el mundo consume. Un ejemplo de ello es la
incesante aparición de franquicias de alimentos rápidos.
Informó que otra parte de la política alimentaria en
México ha sido la disminución de los subsidios, principalmente
en el sector agrícola. “Yo no quisiera decir que regresáramos
a los programas de subsidios, pero sí que el estado se hiciera
responsable de apoyar el incremento de la productividad de los productos
básicos que determinan la dieta de los mexicanos”, aclaró.
Durante su conferencia “Accesibilidad de alimentos en México:
problemas de poder adquisitivo o de disponibilidad”, Domínguez
López aseguró que ante el Tratado de Libre Comercio
los mexicanos no nos preparamos para competir. “Dejamos que
el libre mercado hiciera lo que le tocaba y sí lo hizo pero
nos marginamos. En el 2008 vamos a abrirnos con la frontera norte
y en consecuencia van a entrar productos agrícolas industrializados,
además de los que ya entran. Con esto desplazaremos nuestros
productos”, asentó. |
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