“Desgraciadamente, los estados de América
Latina han bloqueado o no han sido capaces de desarrollar sus procesos
de integración económica y política y se quejan
de que son constantemente chantajeados por los Estados Unidos, pero,
al mismo tiempo, han sido incapaces de crear un contrapoder regional
que los integre”, comentó el profesor titular de la Universidad
Autónoma de Madrid.
Uno de los temas periféricos de la conferencia magistral fue
la idea extendida por todo el mundo de que la globalización
es una amenaza para la democracia y que está asociada a la
hegemonía de las grandes potencias. Pero la intención
del investigador español fue mostrar que, frente a este diagnóstico
generalizado existen, sin embargo, rasgos de la globalización
que apuntan en una dirección contraria: a la extensión
de la democracia a ámbitos más amplios que los que cubría
antes.
“Como se percibe que el proceso globalizatorio menoscaba o disminuye
la soberanía de los Estados, y la democracia, tal como la conocemos,
se ha desarrollado históricamente en el interior de los Estados-Nación,
entonces la opinión común es que si hay una pérdida
de soberanía, entonces, aparentemente, hay una pérdida
de la democracia”, afirmó el experto.
Pero la globalización también ofrece retos y oportunidades,
entre las que Rivero Rodríguez destacó la creación
de un orden global más justo, “un orden de relaciones
internacionales que no esté basado únicamente en la
fuerza y la hegemonía de los países soberanos, sino
en los acuerdos entre Estados”.
El académico mencionó algunos ejemplos de procesos globalizatorios
democratizadores: la aparición de una sociedad civil internacional
que funciona como vigilante de los Estados en los que hay poco respeto
por las reglas de la democracia, así como la aparición
de una opinión pública internacional, que sirve, a través
de los medios de comunicación global, para influir en la toma
de decisiones de los Estados.
También mencionó a las organizaciones transnacionales
que sirven para desarrollar e implementar instituciones democráticas
en estados, como la organización de Estados Americanos (OEA),
a través de la supervisión de las elecciones, o la Unión
Europea (UE), a través de su control electoral y su programa
de ayuda al desarrollo de instituciones democráticas, así
como la misma Organización de Naciones Unidas (ONU) y sus programas
de democratización. El
ejemplo de la Unión Europea
La Unión Europea (UE) puede ser vista como una democracia
cosmopolita, en la medida en que muchos estados nacionales han renunciado
a su soberanía y la han transferido a una institución
superior. “Este es un ejemplo bueno, porque la UE no puede
verse sólo como una merma de soberanía de los Estados
miembros, lo que sería muy obvio; más bien, esta transferencia
de soberanía, paradójicamente, puede aumentar el poder
de los Estados”, dijo Rivero Rodríguez, quien refirió
que muchos estados de la UE son tan pequeños que su capacidad
de influencia global no podría entenderse si no estuvieran
amparados por la UE.
“Puede que estos pequeños Estados protesten cuando
deban desarrollar e implementar directrices de la UE en sus países,
pero lo cierto es que están ganando la capacidad de formar
parte del entramado democrático, de tener derecho a ayudas
económicas al desarrollo y de acceder a un mercado más
importante en el mundo, amén de la transferencia de conocimiento
e inversiones”, apuntó Rivero.
El experto subrayó que, incluso, aquella manera negativa
y pesimista de ver la globalización como una amenaza es parte
de un proceso, pues “uno de los rasgos de los que hablaba
es la aparición de sujetos globales que critican al sistema,
y esta crítica es, en sí misma, positiva para el proceso
de democratizador”.
Rivero Rodríguez también afirmó que los sujetos
políticos que toman las decisiones, en este caso los gobiernos,
orientar sus decisiones en función de las oportunidades,
en vez de oponerse a la interdependencia global en materia no sólo
económica, sino cultural. “Es decir, los gobiernos
deben gestionar las oportunidades que ofrece la globalización
en una manera positiva para sus países y para el funcionamiento
general de la democracia”, concluyó.
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