Año 6 • No. 218  • abril 3 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Por Edith Escalón y Alma Espinosa
(fotos: César Pisil y Gustavo Carmona)
Más de 5 mil plantas para la reforestación fueron preparadas en el vivero universitario de Acayucan
¿Qué es un manglar?
Manglar es el conjunto de árboles de mangle que se localizan en desembocaduras de ríos, lagunas, terrenos con relieve plano y fangoso periódica y parcialmente inundado por aguas. Puede adaptarse en agua dulce o salada y la combinación de ambas. Su importancia radica en que ayuda a mantener buena parte de las redes alimenticias (incluso hasta llegar al hombre), pues produce nutrientes orgánicos y sirve de criadero para muchas especies.

En 36 hectáreas del sur de Veracruz, a orillas del río Coatzacoalcos y de las lagunas de Sontecomapan y Ostión, donde hasta hace unos meses quedaban menos de 60 árboles de mangle botoncillo, hoy, gracias al trabajo de la Universidad Veracruzana existen más de cinco mil nuevas plantas, 500 ya sembradas en las riberas y más de 4 mil 500 en el vivero de la Facultad de Ingeniería en Sistemas de Producción Agropecuaria (FISPA), en Acayucan.

Ahí está la “semilla” de un futuro bosque de mangle, que además de incluir a la especie botoncillo contará con mangle blanco, rojo y negro, y árboles de humedales como macaya, apompo y agotope, especies que también se están propagando en el vivero. Con ellas, la UV espera rehabilitar parte de la zona de humedales donde los manglares que antes existían han sido devastados por años de contaminación y de explotación local.

El trabajo científico implicado en la propagación ha sido posible gracias a estudiantes, académicos e investigadores de la UV, quienes han realizado durante meses el seguimiento, control e investigación de los procesos implicados en la propagación y reforestación.

Además, a ellos se debe la colecta de semillas que se hizo entre los pocos manglares que quedaban en la zona, lo que representa rescatar el germoplasma (o los genotipos) de esos mangles que se han adaptado a través de los años a las condiciones de clima, suelo, salinidad, contaminación y otros factores que influyen en su crecimiento. Ésta es la historia.
Especie bandera
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana, el mangle botoncillo (Conocarpus erectus) está clasificado como una “especie bajo protección especial”, pues su población en el sur de Veracruz está prácticamente desaparecida. De ahí el interés de la UV por elegirla como “especie bandera” para el programa de reforestación que, cabe decir, existe gracias al apoyo y financiamiento de instancias como Petróleos Mexicanos y la Comisión Nacional Forestal.
Gustavo Carmona, académico e investigador de la FISPA de la UV, reconoció que algunos autores mostraban que es difícil propagar esta especie, y sin embargo, lo lograron: “Hasta este momento no hemos tenido mortandad de ninguno de los individuos sembrados”, aseguró, luego de reconocer que el éxito proviene desde los pilotos de ensayo y error.

Explicó que la importancia de los mangles radica en la organización de las cadenas tróficas y alimenticias, pues sus hojas, raíces, tallos y demás partes aéreas se transforman y degradan (al caer al suelo) convirtiéndose en nutrientes para muchas especies, incluso peces de importancia comercial. “Si no hay manglar muchas especies no tiene qué comer y tampoco el hábitat para subsistir o reproducirse, y eso trae consecuencias incluso para la pesca”, comentó.
De hecho el manglar es el ecosistema terrestre más productivo que existe, pues también sirve como refugio y zona de anidación de muchas aves y especies de invertebrados, función que ha sido fundamental para reconocer mundialmente la necesidad de conservar estos ecosistemas, dijo Carmona, quien es además coordinador de la conservación de los manglares y humedales de Sontecomapan, sitio reconocido mundialmente por su importancia ecológica.
Educación ambiental
La propagación de mangle la iniciaron a principios de 2004 con estudios de campo, y ha estado acompañada desde entonces por un intenso programa de educación ambiental que ha permitido integrar a los habitantes de las comunidades aledañas al programa de conservación y remediación.

Y es que según dijo, no ha habido un uso sustentable de los manglares, pues presentan características que los vuelven vulnerables a la explotación: su madera es fácil de cortar y de escasas dimensiones, por lo que es muy utilizada para postes, varetas, polines, construcción de casas e incluso artes de pesca, pero sobre todo para leña, ya que produce una combustión lenta, intensa y con poco humo
El investigador universitario explicó que además de recolectar y sembrar semilla, y propagar el mangle en vivero utilizando técnicas hortícolas (a partir de esquejes y acodos), han realizado monitoreos permanentes de los mangles para ver su estado de salud, sus tallas y evitar que la gente lo utilice inadecuadamente.
Puesto que un árbol de mangle se considera adulto cuando empieza a producir semilla, el universitario aseguró que serán en promedio cinco años los que tardarán en crecer las plántulas que se siembren este año en los municipios de Sontecomapan, Pajapan, Nanchital y Coatzacoalcos.

Estudiantes, motor de la reforestación
El ejército conformado por estudiantes de Ingeniería en Sistemas de Producción Agropecuaria, Ciencias Agrícolas, Ciencias Agropecuarias y Biología, distribuidos en todo el estado de Veracruz, “es la fuerza de trabajo que realmente está impulsando el proceso de reforestación”, aseguró Gustavo Carmona.

De hecho, reconoció que la participación estudiantil ha sido el motor del proyecto: “Ahora ellos tienen otra visión y están trabajando arduamente, sobre todo en las evaluaciones de campo y en la etapa de reforestación, llevando las plantas del vivero al campo”.

Según dijo, también los alumnos de licenciatura, maestría y Técnico Superior Universitario están involucrados en todo el proceso de reforestación. De éste elaboran trabajos semestrales y tesis, incluso algunos realizan estancias estudiantiles y prácticas profesionales, en las que además de aprender, colaboran en la conservación de los manglares y algunas otras especies que están catalogadas como vulnerables o en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Debido a la trascendencia de los trabajos en pro de la conservación y restauración, estudiantes de posgrados también se han incorporado y cuentan con la dirección de Gustavo Carmona para sus tesis. Es el caso de Eduardo Morín y Aarón Mosqueda Aguilar, quienes estudian la maestría en Ciencias Agropecuarias de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco y colaboran en la Coordinación de proyectos de la Dirección de Vinculación General de la UV.

Investigación
Utilizando plantas producidas en el vivero de la FISPA, el proyecto de Eduardo Morín busca establecer dos etapas biológicas del mangle botoncillo (Conocarpus erectus), una de planta y otra de plántula, para determinar cuál de las dos se establece de mejor manera en las riberas del río Coatzacoalcos, donde se encontraron tan sólo dos árboles de esta especie.

La población de estos árboles está en decremento, pues hasta el año pasado se contabilizaron 42 en el ejido Jicacal y actualmente, informó, la población se redujo a la mitad. La causa principal es el daño antropogénico (es decir, causado por el hombre) provocado, entre otros factores, por la extracción continua de madera.

Eduardo Morín declaró que debido a la carencia de información respecto a esta especie, pretende generar conocimientos para su manejo y contribuir en futuros programas de reforestación. Esta misma misión ostenta la tesis de Aarón Mosqueda, pero con la especie conocida como macaya o macayo (Andira galeottiana ) que está en riesgo, según la UICN.

En este caso también determinará la mejor manera para su reproducción, ya que de un rastreo que se realizó, no se encontraron plántulas ni plantas jóvenes, sólo adultas. Lo anterior indica que la especie tiene problemas de recolonización de nuevas áreas o repoblación de las áreas donde ya se encuentra.

Para remediar esto, al igual que con el mangle botoncillo, se establecieron tres plantaciones en igual número de sitios, a los que dos se llega sólo por vía marítima y el otro vía terrestre. Esto tiene como finalidad evitar invasiones por ganado o personas para que los resultados sean más certeros y que las especies queden establecidas en su hábitat natural.

Trabajo de equipo
Además de los estudiantes, el equipo universitario que hace posible la reforestación está compuesto por dos profesores de la Facultad de Ingeniería en Sistemas de Producción Agropecuaria: Gustavo Carmona y Héctor Hugo Hernández, quienes han contado con el apoyo de autoridades de la UV, entre ellos Ernesto Rodríguez Luna, director del Área Académica Biológico Agropecuaria, así como Antonio Fernández Figueroa y Alejandro Retureta Aponte, director y secretario de la Fispa de Acayucan.