Año 6 • No. 218  • abril 3 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Fernando Tenorio Tagle, en el seminario Derecho y Globalización de la UV
La criminalidad no es una patología sino un factor de la economía
Juan Carlos Plata
“La conformación y proliferación de redes criminales, en las que se incluyen miembros de los supuestos sistemas de prevención y control del delito, son una manifestación de que la criminalidad empieza a verse como una forma más de economía en una sociedad global en la que la única cuestión racional es la acumulación de capital”, aseguró Fernando Tenorio Tagle, durante su participación en el Seminario Internacional Derecho y Globalización, organizado por la Universidad Veracruzana (UV).

“La acumulación de capital guía los comportamientos de toda la sociedad, y el delito que ha ido avanzado es una criminalidad extremadamente racional. Esas viejas categorías de perversiones, psicopatologías, etcétera, no existían ni existirán, fueron una justificación y un pretexto para quitarnos nuestras culpas; como no entendemos por qué la gente roba y por qué mata, decimos: está loca, pero no es así”, afirmó.

Tenorio Tagle, profesor e investigador en Ciencias Penales y Criminológicas en la Universidad Autónoma Metropolitana, dijo que todos los especialistas han visto que la delincuencia ha crecido de los años 60 para acá, justo cuando el capitalismo avanzado comenzó a consolidarse.

“Aunado a esto, la sociedad es muy ambivalente; no tiene sentido robar automóviles si no hay quien los compre. Las personas se roban los carros no para usarlos sino para venderlos y tiene sentido porque hay compradores. Entonces, si la sociedad no comprara los bienes de procedencia ilícita no habría delitos. Nos quejamos de la inseguridad que experimentamos porque somos asaltados, pero compramos bienes de procedencia ilícita y estamos contentos por ello”, señaló.

La seguridad privada fomenta el crimen
Tenorio Tagle, que también es el director científico del proyecto internacional Ciudades Seguras, afirmó que la pena, la impunidad y la persecución del delito están muy mercantilizadas, y prueba de ello es que la tendencia de las políticas económicas del capitalismo se orienta a fomentar un mayor disenso de las sociedades frente a las instituciones estatales de seguridad pública.

“Si hoy le preguntamos a la gente común si tiene confianza en la policía y en los jueces, todo mundo dirá que no; esto ha provocado que algunos miembros de la sociedad civil apuesten por que la iniciativa privada se haga cargo de la seguridad de la sociedad”, manifestó.

Esto –continúa Tenorio Tagle–, se ve reflejado en la proliferación de las policías privadas, que en México ya es un proceso avanzado. En la ciudad de México el 82 por ciento de la policía es privada. Hay cerca de 100 mil policías privados y sólo 21 mil de la Secretaría de Seguridad Pública.

“Se tiende a la idea de que el Estado reduciría sus gastos si le da las cárceles a la iniciativa privada –que además pagaría impuestos–, y resultaría un negocio redondo; muchos creen que así se resolvería el problema, pero no es así, porque estas empresas privadas viven de este negocio y año con año exigen mayor acumulación de capital. Las empresas de seguridad privada tendrán un mayor número de contratos si el miedo continúa difundiéndose: su negocio es el crimen, y si se alcanza prevenir el delito tienen que cerrar sus empresas. De esta forma, las cárceles privadas necesitarían tener más espacios carcelarios para incrementar sus utilidades. Entonces necesitan más delincuentes y fomentar el crimen, además de que en nada contribuirían a la readaptación social de los infractores”, afirmó Tenorio Tagle.

Etnocentrismo y criminología
A todo esto hay que sumarle, según Tenorio Tagle, las prácticas etnocentristas de los sistemas judiciales. En Estados Unidos hay dos y medio millones de personas en las cárceles y 90 por ciento son negros y latinoamericanos. Y en el caso de México y en toda América Latina, se tiene el mismo perfil: la mayoría de los encarcelados son indígenas, y en Europa comienza a crecer la población carcelaria de extracomunitarios.

“En el escenario global, el receptor de las violaciones de los derechos humanos es el mismo: el otro, los extraños a la comunidad. Hay una sola posibilidad. Y es la construcción de un nuevo pacto político que parta de la dignidad, que pueda reconocerse la existencia de diversas identidades y afirmarse que los otros tienen los mismos derechos, lo cual es impensable porque nadie estaría dispuesto a impulsarlo”, dijo.

Tenorio Tagle aclaró que este nuevo pacto sería compatible con el capitalismo avanzado, “sólo que habría que preguntarle a los nuevos promotores del orden –en el caso mexicano a Carlos Slim y en el escenario global a los dueños de las firmas transnacionales–, si consideran que los obreros de sus fábricas tienen la misma dignidad que ellos, de no ser así, ésta sería –si no es que ya lo es– la nueva expresión del etnocentrismo.