Año 5 • No. 165 • enero 24 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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El daño para anfibios es más grave que el de mamíferos y aves
El derrame de petróleo ha alterado cadenas alimenticias
Edith Escalón

Poblaciones de anfibios y serpientes acuáticas que habitaban la ribera norte del río Coatzacoalcos fueron aún más perjudicadas por el derrame petrolero que los mamíferos y aves, pues sus organismos no cuentan con defensas naturales que impidan la absorción directa de los contaminantes, lo que provocó en muchos casos su muerte instantánea.

Para Jorge Morales Mávil, investigador del Instituto de Neuroetología de la UV, esto traerá como consecuencia la alteración de las cadenas alimenticias de la zona, lo que representa un daño mayor. Esto también será una preocupación fundamental de la UV, que buscará establecer planes a largo plazo no sólo para colaborar en la limpieza de la cuenca hidrológica sino para remediar el daño ecológico ocasionado por el derrame de petróleo.


José Morales Mávil.

El investigador declaró que el arroyo Tepeyac, uno de los más afectados por el derrame, era el principal hogar de la rana leopardo (científicamente Rana berlandieri), una especie en riesgo bajo la categoría «protección especial» dentro de la Norma Oficial Mexicana; además, el sitio albergaba dos especies de serpientes (Nerodia rhombifera y Thamnophis), mismas que al igual que los anfibios fueron removidas junto con el lirio acuático contaminado.

Investigaciones preliminares del equipo de trabajo universitario –integrado por científicos y estudiantes–, han indicado que estas especies han sido mucho más impactadas por el derrame de hidrocarburos que las poblaciones de mamíferos y aves, incluso aquellas que, como los pelícanos, hacen evidentes los estragos de la contaminación.

“Las ranas, como la mayoría de los anfibios, no sólo respiran por los pulmones, sino que lo hacen a través de la piel, por eso en el momento del derrame absorbieron el hidrocarburo rápidamente, se intoxicaron de inmediato y murieron, sobre todo las ranas jóvenes y las larvas”, explicó.

Calificó como una “desventaja natural” esta característica, pues los anfibios no poseen ni una capa impermeable de plumas como las aves, ni pelo como los mamíferos, ni tienen la capacidad de protegerse de eventualidades como ésta, a diferencia de otros animales que por instinto pudieron huir del sitio afectado.


Dos especies de serpientes sufrieron por el derrame de petróleo.
Las labores de rescate y protección animal, incluso de organismos internacionales como la IFAW, se enfocan justamente a las grandes especies animales, sobre todo aquellas que son carismáticas, como los pelícanos, pero remarcó que sobre especies pequeñas o medianas hace falta un estudio y un diagnóstico científico más completo.

Por otro lado, reconoció que aunque las dos especies de serpientes afectadas por el hidrocarburo son menos vulnerables a la contaminación (pese a que se impregnan de él igual que los anfibios), algunos ejemplares no sobrevivieron a la aversión de la gente, pues por su color oscuro y aspecto hosco fueron consideradas peligrosas o venenosas y sacrificadas durante o después de la extracción de lirio contaminado.

Según dijo, estas serpientes eran depredadoras de las ranas y, junto con ellas y muchos otros animales, mantenían el equilibrio de las redes tróficas, de ahí que su rescate resulte fundamental: “En la naturaleza ningún organismo es prescindible, cualquier alteración, por pequeña que esta sea, afectará también el equilibrio ecológico. Si nuestro trabajo científico nos permite hacer algo para recuperarlas, lo haremos”, señaló.
 

También cientos de anfibios murieron por la contingencia.
Monitoreo permanente
Morales Mávil aclaró que este es sólo un diagnóstico preliminar, pues la Universidad Veracruzana propone hacer un estudio completo, detallado y preciso para conocer a ciencia cierta el grado de afectación de estas especies, para proponer así estrategias para la restauración del sitio y de los grupos de animales impactados.

Por ahora, el trabajo universitario implica el monitoreo de diferentes sitios, el registro de la composición de estas especies afectadas y el análisis de la estructura de la población. Esta se realizará en la poligonal que demarca la zona de mayor afectación, esto es, el río Coatzacoalcos, la zona de manglar en Pajaritos, Nanchital, el arroyo Tepeyac y las zonas más cercanas al punto de la fuga.

El monitoreo no sólo se orientará al registro de las condiciones ecológicas del ecosistema, pues una de las propuestas universitarias principales podría ser la reintroducción de individuos (ranas y serpientes) a su hábitat natural, una vez que se encuentren las condiciones ambientales adecuadas y se haya eliminado por completo la contaminación.

La búsqueda de animales vivos, su captura, limpieza y marcaje estarán contemplados en primer lugar, así como la extracción de muestras de sangre y excretas: “Esto nos va a ayudar a saber si todavía existen hidrocarburos o metales pesados que hayan afectado su organismo, para que cuando los individuos sean saludables podamos iniciar la reproducción en cautiverio”.

Remarcó que el monitoreo y, en su caso, la reintroducción de poblaciones, requerirá un proceso de seguimiento a corto, mediano y largo plazo: “Nos gustaría poder hacer estos estudios durante dos o tres años, en los que se pueden abarcar varios ciclos de vida de ranas y serpientes”, comentó.

Finalmente, comentó que la Universidad cuenta con estudios que muestran el nivel de poblaciones animales de la zona afectada y zonas aledañas en 1984, 1995 y 2003, lo que permitirá a sus investigadores comparar y estimar el efecto real de la contaminación: “no sólo queremos saber si hay pocos o muchos animales, sino tener parámetros científicos que nos permitan hacer un diagnóstico más puntual de las poblaciones”.