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“¿Jazzrocho?”
¡No puede ser!, exclaman Dorantes y Castañeda
El jazz es música y nada más,
¿para qué adjetivarlo?
Gina Sotelo |
A
Edgar Dorantes le tiene sin cuidado que el jazz sea objeto de encajonamientos.
“Yo no creo que haya un jazz neoyorquino o francés, cubano
y brasileño. Son gentilicios que se utilizan para satisfacer
intereses extramusicales, como pueden ser los de las disqueras o de
los organizadores de espectáculos. Pero a los músicos
en general les molesta que se les ubique dentro de alguna de esas
supuestas formas del jazz. He visto que en Internet anuncian el nombre
de Luis Perdomo y después dice: ‘Género, jazz
latino’. ¡No puede ser! Perdomo toca mil cosas distintas.
Lo mismo ocurre con quienes dicen ‘aquello suena a Berklee,
y esto suena a North Texas’. No podemos aceptar eso. Si ves
a un músico que toca con grupos distintos, siempre va a sonar
distinto. Bud Powell odiaba a aquellos que decían que tocaba
be bop, y vaya que lo decían gentes que ni siquiera
tenían una clara idea de cómo se puede definir el be
bop. A Powell desde luego que no le interesaba saber por qué;
simplemente interpretaba música y se dejaba de cuentos”.
Con motivo de la apertura de las serie Jueves alrededor del jazz,
Dorantes y Aleph Castañeda accedieron a charlar en torno de
sus apreciaciones y puntos de vista.
Aleph, bajista en el trío que lleva el nombre de Edgar, comenta
acerca de la forma como el jazz se recrea a cada audición.
Es bien cierto que en este género la interpretación
de una pieza jamás podrá ser idéntica en dos
ocasiones. Y procede a mencionar la experiencia de hacer la Rhapsody
in blue de Gershwin con la Sinfónica Daniel Ayala de Veracruz.
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Edgar Dorantes. |
“Allí
abrimos ciertas partes de la obra que todos conocen como la Rhapsody
del autor y le dimos un espíritu más de improvisación,
pero respetando la estructura del compositor. Eso nos permitió
crear un juego de sonidos dentro del juego ya preestablecido. Y eso
está acorde con la formación de Gershwin como compositor
y músico de jazz. Con el piano como instrumento obligatto,
el bajo y la batería sumados a la orquesta, logramos algo que
no sonaba ni a música sinfónica ni a jazz explícito.
Fue música pura, en un ambiente de interacción entre
el trío y los instrumentistas. Y eso el público lo capta
porque es una obra sumamente conocida. Y no somos los primeros en
hacer algo parecido; muchos músicos norteamericanos han experimentado
algo similar con la música de Cole Porter, con el propio Gershwin
y con la obra de muchos más compositores. En el lado opuesto
se encuentras músicos como Jacques Loussier, que toman la música
de los barrocos y la convierten en jazz. Volvemos al problema de las
etiquetas; nadie puede decir que Bach es jazz...” |
Mario
Ruiz Armengol
Como músico inclinado consistentemente a interpretar la creatividad
de Mario Ruiz Armengol, Dorantes comenta que ha experimentado con
algunas de las canciones infantiles que el maestro veracruzano escribió.
“Les cambiamos la métrica, las modificamos un poco a
la manera de lo que hacemos con la Rhapsody. Nos gusta mucho
lo que hizo Ruiz Armengol por los movimientos armónicos, por
las voces internas. Desgraciadamente no dejó grabaciones tocando
al piano, pero cuando lo vi improvisar recuerdo muy bien cómo
movía sus voces, y esos son los mismos trucos que empleó
al escribir sus piezas”.
Y secunda Aleph Castañeda: “Para nadie es un secreto
que el maestro Mario Ruiz Armengol era un músico, diríamos,
callejero. Digo esto sin tratar de ser peyorativo.
Su música contiene la frescura de quien se ha dedicado al arte
sonoro desde niño, autodidacta, sin academicismos. Y hay allí
una materia sonora que sin duda Ruiz Armengol dejó con la idea
de que es susceptible de modificarse, cambiarse y adaptarse sin dejar
de ser obra suya. Quienes tuvimos el privilegio de conocerlo y tratarlo,
nos dimos cuenta que él mismo jugaba con su obra como un niño
que mueve su juguete. Hacia acá, luego hacia allá; ahora
de esta forma, más tarde de aquella manera... Y nos deja esa
parte donde nosotros podemos hacer las cosas a nuestra manera”
Son
jarocho en el jazz
Dorantes hace hincapié en que nunca interrumpe su trayectoria
como pianista de concierto. De hecho, ha sido programado con Óscar
Tarragó para interpretar el Concerto para dos pianos
y percusiones de Bartók hacia inicios de marzo con
la Sinfónica de Xalapa. “Me interesa seguir con eso,
con los recitales, tocar con grupos de salsa, de rock, interactuar
con músicos procedentes del extranjero, conocer nuevos instrumentos
y, desde luego, entrarle al son jarocho”
“¿Qué cómo es posible hacer jazz con
el son jarocho? Uy, pues hay allí una riqueza rítmica
absoluta, especialmente en la línea de bajo. Contiene mucha
libertad rítmica, presenta muchos espacios susceptibles de
ser cubiertos mediante la improvisación, que es el elemento
fundamental que ambas formas comparten”
Interviene Aleph: “El son jarocho muestra una dualidad de
compás binario-ternario que ofrece una veta rítmica
vastísima. Los músicos tradicionales lo han conducido
a límites inimaginados y ahora nos corresponde a nosotros.
Si músicos como Óscar Stagnaro o Chano Domínguez
han hecho de la música folklórica una vertiente importantísima;
si existe hoy un jazz con elementos batá, yoruba, reggae
y otros elementos típicos, no vemos por qué no entrarle
al son jarocho. Hace poco vino a Xalapa el argentino Luis Nacht,
quien nos dio una demostración de la forma como se han tomado
los ritmos pamperos –chacareras, milongas y demás–
para nutrir la improvisación y crear nuevas formas”
El son jarocho –para nadie es un secreto– presenta compases
para la creatividad espontánea del jaranero, del versador,
de la bailarina que zapatea. Lo que Memo Cuevas hizo en el pasado
Junio Musical con Beto de la Rosa no es nuevo. Hay muchos
antecedentes, y entre ellos se cuentan las experiencias del grupo
Son de Madera y Ramón Gutiérrez con el grupo
del vibrafonista Víctor Mendoza.
“Xalapa es contemplada en la ciudad de México como
un diamante en bruto, en lo que respecta a creatividad. Allá
les llama la atención que siempre hay un movimiento en curso;
quizá por la gente, tal vez por la tradición, por
el impulso de los maestros que hicieron jazz desde mucho antes de
que las nuevas generaciones tomáramos un instrumento en las
manos”
Así, Jueves alrededor del jazz nutrirá en
Xalapa un derrotero jazzístico que a cada día se enriquece
y se supera. |
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