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Para qué y por qué leer
Celia Rosado (Facultad de Comunicación)
Última parte |
Leer
también conlleva un bagaje de información almacenada
en nuestra computadora cerebral; cuando se requiere aparece en pantalla
tecleando una motivación que la desencadena al relacionarla
con el significado de las palabras y las oraciones.
Tanto Iser como Eco convierten a la lectura en una experiencia, ambos
autores enfatizan la actividad de un lector real ligando la expectativa
y lo retrospectivo que lo conduce a una dimensión real, la
que a su vez trasforma al texto en una experiencia, que habitualmente
se entiende como una experiencia de vida, al convertirse en
una especie
de espejo; pero al mismo tiempo, la realidad que este proceso ayuda
a crear es diferente a la suya propia.
Las anteriores aseveraciones nos llevan en la vereda de meditación
para determinar la importancia de la selección de la lectura
y sus funciones.
Establecemos que básicamente existe un desarrollo de habilidades
y aptitudes con la lectura, entre las que destacan: observación,
atención, memoria, concentración, análisis y
síntesis. Asimismo, es el lector quien escoge, según
su interés, la lectura: si requiere conocimiento o si necesita
un momento de esparcimiento y distracción.
Bajo esa perspectiva, destacan como funciones de la lectura: la informativa
y la recreativa; subdividiéndose la informativa en: cognoscitiva,
instrumental, afectiva, socializadora y de sensibilización.
En las traducciones se enfatizan dos procedimientos, la lectura integral
y la selectiva. Ambas requieren sus tiempos que habrán de ser
determinados por el lector, recurriendo a su perfil.
La integral es reflexiva y por ende requiere de mayor tiempo, pues
se absorbe todo el contexto, mientras que con la selectiva se hecha
mano de la síntesis, de la observación, llegando a la
selección de la información específica requerida.
Ambas lecturas son válidas pues se enfocan en las necesidades
del lector. No hay lectura de primera ni de segunda. Leer como proceso
de comprensión es lo importante.
Las reflexiones nos conducen a entender que el papel del docente no
debe ser el centro del proceso de la lectura. No debe ser el único
en escoger la lecturas, ése no es el camino adecuado para potenciar
a los alumnos a la lectura, coinciden Freire y Macedo, así
como Giroux.
Por lo tanto, un enfoque diferente al tradicional en el proceso de
enseñanza de la lectura sería: la lectura considerada
como un proceso constructivo que supone transacciones entre el lector,
el texto y el contexto; la participación activa de los lectores
en la creación de textos individuales, para lo cual el profesor
ayuda a los lectores a construir textos elaborados a medida que leen.
El docente comparte los significados que construye cuando lee y estimula
a los alumnos a hacer lo mismo.
La puesta en común de grupo y la interacción se consideran
esenciales para incrementar la comprensión y el fin perseguido
en la lectura.
Parece que los estudiantes aprenden a leer mejor cuando se relacionan
con personas que no sólo esperan de ellos que aprendan, sino
que los estimulen y apoyen de manera activa como aprendices, aseguró
Cairney.
Habrá que llenar las aulas de lectores satisfechos y activos,
así como de creadores que comuniquen sus saberes trasformados
mediante conocimientos adquiridos en un texto, y que habrán
de redactar en mensajes atractivos y coherentes.
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