Año 3 • No. 100 • mayo 6 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 
Información General

 Reg. Veracruz-
 Boca del Río

 Observatorio
 de la Ciencia


 Arte Universitario

 Date Vuelo

 Inter Nautas

 Halcones al Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 
¿Había? Cuentan que había…

Roberto Benitez
Primera de dos partes Con agradecimiento a Yoshi Oida Diana Reyes (in memoriam)
Este era un pueblo sin Teatro como hay muchos en el mundo, donde jamás ni remotamente siquiera se había presentado una manifestación de ese tipo. Se oían los rumores de gente que venía de otras regiones diciendo: “He visto Teatro”, “es hermoso”,“me conmovió”. Pero ninguno de los habitantes de este pueblo se atrevía a preguntar qué era eso nombrado como “Teatro”. Cuando se iban los extranjeros comentaban entre ellos que nadie había entendido lo que hablaban. Muchas veces estuvieron a punto de preguntar, porque su curiosidad en momentos latía muy fuerte; pero como eran hombres de convicciones firmes y definitivas se negaban a ser seducidos por aquella palabra pequeña “teatro”, a la vez tan extraña y siniestra. Se decían que si hasta ahora habían sido felices con lo que tenían, no iban a pretender más…
Cierto día un niño desobediente, dejándose llevar por su curiosidad se acercó a un extranjero y le preguntó:

– Señor, ¿qué es eso de teatro?, ¿se come?, ¿es de vestir?, ¿es un lugar? o ¿sólo es una palabra más?

El hombre, que era un anciano, sonrío y le contestó:

– No te puedo decir qué es, pero te puedo decir que alimenta aunque no se coma, que te cubre aunque no sea un traje, que necesita un espacio aunque no dependa del lugar para estar allí, y finalmente sí puede convertirse en una simple palabra que no dice nada.

Después de decir esto el anciano se fue y el niño que quedó más intrigado que nunca, no dejaba de imaginar cómo sería aquella cosa tan enigmática, incluso dejó de ser desobediente un tiempo porque se ocupaba en tratar de entender.

Pasaron varios meses y el niño volvió a intentar tener una respuesta del anciano, lo esperó a que pasara por una calle y le espetó:

– Señor, por favor, se me han ocurrido muchas cosas de lo que pudiera ser el Teatro, pero necesito que usted me diga exactamente qué es.

El hombre, animoso, sonrío nuevamente y contestó:

– Nadie puede decir exactamente qué es.

– ¿Por qué? –dijo el niño, irritado.

– Mira, aun sin que nosotros nos demos cuenta, el Teatro se está trasformando en estos momentos.

– Entonces, nadie puede conocerlo.

– Se conoce sólo una parte, no todo.

– Dígame por lo menos algo que me ayude a entender. Déme una pista.
– Está bien… Imagina una historia con un sólo personaje… Tráela la próxima vez que nos veamos.

El anciano se fue; mientras éste tomaba su camino, el niño se quedó cavilando qué historia podría proponer, hasta que fue ligeramente arrollado por el barullo de la gente. Se comentaba que el rey del
pueblo había recibido la noticia de que otros reinados organizarían festivales donde se presentarían obras de teatro para diversión y entretenimiento de sus habitantes. El rey no quiso quedarse atrás, y contraviniendo a la tradición, proclamó realizar lo mismo; de inmediato mandó que se hicieran todos los preparativos necesarios. Sus consejeros le dijeron que lo primero que se necesitaba era un teatro, así que el rey ordenó construir el teatro más grande que se pudieran imaginar, con alfombras y asientos de lujo y muchos cristales y espejos. Y se dijo para sí: “Nadie tendrá un teatro más hermoso que el mío”. Sus consejeros le sugirieron ofrecer premios a la gente que participara y así poderlos estimular. El rey, haciendo uso de toda su imaginación y poder, decidió otorgar lo que él creía podría ser lo más preciado: ser rey por una hora. Los consejeros pregonaron la noticia por todo el pueblo.

Muchos curiosos se entusiasmaron con participar y empezaron a formar grupos para darse a la tarea de ganar el concurso. Muy pronto se dieron cuenta de que no sabían qué hacer y preguntaron a las autoridades. Éstas a su vez consultaron con los más famosos artistas del momento en otras regiones, y ellos les recomendaron manuales prácticos donde se mencionaba: “El teatro es el lugar en el que ocurren acontecimientos notables y dignos de atención, los cuales están expuestos a la estimación o censura de la gente…”. Y les decían animándolos que no se preocuparan, que echándole muchas ganas uno de ellos ganaría.

El niño, enterado de la proclama, estuvo tentado a abandonar la elaboración de su historia y optar por el camino más rápido; pero pensó que estaría en desventaja con los adultos. Debido al entusiasmo todos los grupos ensayaban frenéticamente. A escondidas, el niño en ocasiones los observaba trabajar, veía cómo se aprendían de memoria los textos, cómo hacían contorsiones raras con el cuerpo, cambiaban sus voces y su forma de hablar, repetían y repetían una misma acción obedeciendo a un señor que llamaban director. En fin, diferentes cosas que a él le parecían extrañas y sofisticadas. Hasta que llegó el día de volver a ver al anciano, y el niño fue con su historia.

– Aquí está lo que me pidió, ¿ahora sí va a responderme?

– Y dime: ¿tu historia es verdad o mentira?

– Pues claro que es pura mentira…

– Para el Teatro esto se llama ficción. Y si quieres que surja el Teatro tienes que hacer que esta historia sea verdadera.

– Pero cómo, quién me va a creer, si es puro cuento, cosas irreales.

– Si tú las crees, la gente te las creerá.

– ¿Y eso es el Teatro?

– Eso y muchas cosas más.

– Ahora lo que necesitas es un actor.

– ¿Y eso qué es?

– Un ser especial, capaz de creer y asumir una ficción – Yo oigo que la gente dice que es más importante un teatro y yo no tengo uno…

– Es importante tener un lugar para presentar tu ficción pero no necesariamente un teatro.

– Ah, ¿y ya? Entonces sabré qué es el Teatro.

– Falta algo más: el público. Una persona es suficiente.

– Muy bien, voy a conseguir todo lo que usted me dice.

– Ten cuidado, es muy fácil engañarse. Cuando descubras el Teatro te darás cuenta que no hay nada igual. Es fascinante. Ahora, no te entristezcas si no eres capaz de realizarlo por ti mismo, encontrarás que hay quien sí puede lograrlo, lo importante es que descubras dónde está y participes de él como público, por ejemplo. Lo importante es que lo sepas disfrutar.

– Le prometo que seré precavido. Y le agradezco todo lo que me ha dicho.
El viejo se marchó y el niño en los siguientes años se ocupó de conseguir un actor.