Año 3 • No. 100 • mayo 6 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Etapas hacia el cielo
Magali Velasco Vargas

Si tuvieras que hacer un viaje muy largo en automóvil por un camino sin gasolinerías, probablemente llevarías contigo varios tanques de combustible para abastecerte cada vez que fuera necesario. Sobre la marcha irías administrando la cantidad requerida hasta agotar cada tanque. Sin embargo, como los recipientes pesan y el vehículo gasta más gasolina cuanto más carga lleva, seguramente optarías por desecharlos una vez consumido su contenido.

El viaje hacia la órbita terrestre se realiza de una forma semejante. Puesto que el camino es muy largo, sin escalas y siempre hacia arriba, el cohete espacial debe llevar varios tanques de combustible, cada uno del tamaño de una cisterna y con capacidades de hasta cientos de miles de litros. Estos depósitos se denominan etapas. Cada una, además de ser un inmenso contenedor, cuenta con sus propios motores, por lo que también tienen como función empujar al cohete hasta una determinada altura.

Un cohete consta normalmente de tres etapas colocadas una sobre la otra a modo de relevos. La primera es la más grande y potente, ubicada en la parte inferior del cohete. Cuando se agota es desechada para dar paso al encendido de la segunda, y así sucesivamente. La tercera está en la punta del vehículo y es la que pone en órbita a la nave tripulada o satélite artificial.

Casi toda la carga de un vehículo espacial es combustible y sólo una pequeñísima porción se destina a los satélites o a las naves que llevan seres humanos, debido a que el viaje al cosmos requiere de una cantidad impresionante de energía que se obtiene de los combustibles y que es aprovechada por el motor cohete de la forma más eficiente conocida. Este motor genera tanta fuerza y potencia que ningún otro se le compara. Es, al mismo tiempo, el más voraz de todos. En los cohetes de mayor tamaño llega a consumir hasta toneladas de combustible por segundo. No obstante su inmenso poder, es fundamentalmente simple y su principio de operación no es muy diferente al de un globo inflado.

Cuando se insufla aire en un globo, el fluido ejerce presión empujando las paredes del globo en todas direcciones hasta inflarlo. Si se suelta el globo, la misma presión (sin considerar la elasticidad de sus paredes) hará que el aire salga rápidamente a través de la boca. Esta acción tendrá como consecuencia que comience a moverse en la dirección contraria a la salida de aire. A medida que vuele, perderá aire constantemente hasta agotarlo todo cesando entonces su movimiento propulsado.

En un motor cohete, el combustible debe ser quemado para obtener energía. Toda combustión necesita oxígeno y como en el espacio no existe, el cohete lleva el suyo contenido en depósitos especiales.

El combustible y el oxígeno se mezclan en una especie de cilindro llamado cámara de combustión. Como resultado de la quema se generan gases a muy alta presión (los cuales pueden asociarse con el aire dentro del globo). Esta presión los fuerza a salir por la sección terminal del motor llamada tobera, la cual tiene forma de campana y es la parte más visible en este tipo de motores (la boca del globo es el símil de la tobera). Finalmente, la acción de empujar los gases hacia el exterior trae como consecuencia que el cohete despegue. A medida que el vehículo asciende el combustible se consume constantemente y al agotarse el motor deja de empujar al cohete.

Estudiados con detenimiento, los cohetes espaciales son más que motores potentes. Considerando todos sus componentes, son más parecidos a inmensos robots voladores. Tienen la capacidad para dirigir su trayectoria y corregirla de forma totalmente independiente del control humano. Son capaces de diagnosticar cuando algo funciona mal en su interior y corregirlo dentro de ciertos límites. Aun en el caso de una falla crítica, algunos son capaces de poner a salvo a la tripulación llevándolos lejos de la inminente explosión. Con todo, no están exentos de fallos y en ocasiones han protagonizado los peores accidentes en la historia de la astronaútica.

Estos vehículos son, sin duda, las máquinas más complejas y maravillosas que se han construido. Un símbolo de lo que la tecnología humana es capaz de conseguir y una representación explícita de la naturaleza exploradora del hombre.
No obstante, sus capacidades son limitadas. Si se busca llegar más lejos en el océano cósmico deben buscarse nuevas tecnologías.

Actualmente, físicos e ingenieros estudian y desarrollan nuevas formas de propulsión como las velas solares, la propulsión iónica, la propulsión láser, y otras que probablemente sustituyan en un futuro no muy lejano a los cohetes espaciales, los cuales constituyen hoy la única forma de ascender al cosmos.
svezda@hotmail.com