ANIMALES IMPUROS
Beatriz del Carmen Cuevas
Noche de sueños, pesadillas interminables.
Noche obscura, el sudor baña mi cuerpo
inerte,
noche fría de animales rabiosos
y descarnados,
noche de fi eras sedientas, hambrientas.
Noche profunda de orgía animal.
Noche seductora de gemidos y aullidos.
Noche de movimientos bestiales,
desgarrando
mis entrañas.
Noche dolorosa… coman de mí todo,
que no quiero despertar.
Octubre, 2006
CUEVAS, EL NARRADOR DE SUEÑOS
Beatriz del Carmen Cuevas
Era un niño inquieto y melancólico; desde muy pequeño encontró su vocación de artista al descubrir su
rostro en un espejo que colgaba en la sala de los altos de la fábrica de papel y lápices, donde su abuelo
Adalberto era el administrador.
Cuevas todos los días veía su rostro refl ejado en aquel espejo. Ambos coqueteaban, no había una
cámara que pudiera retratarlo diario, pero él sí.
Ahí empezó su obsesión por el autorretrato; el primero lo hizo a los cinco años de edad, no había día
que no se contemplara y se dibujara. No encontraba a otro ser más hermoso que él.
A los catorce años decidió dejar su hogar para rentar un pequeño cuarto en el Centro; ahí conoce a
Mireya, una mujer mayor que le posa y lo seduce.
Sus recuerdos de infancia siempre estarán presentes; los paseos que hacía al ir a comprar el pan con
su nana Lupe y encontrarse con esas mujeres de vidas tan azarosas lo dejaban inquieto. Por las noches
soñaba que jugaba con las hijas de las prostitutas y que él era el cliente. Sueños agitados de risas y alaridos
terminaban humedeciendo su cama. Sueños que siempre han quedado grabados en un papel.
Más tarde ese joven irreverente se rebela ante los monstruos del muralismo mexicano. Sus miedos
y sus angustias al fracaso lo hacen cada día más fuerte, con una armadura de hierro y un corazón
generoso.
Dibujante, grabador, escultor, pintor, ceramista, escritor, político y esposo… José Luis Cuevas.
Octubre, 2006
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