Abril-Mayo 2003, Nueva época No. 64-65 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Mensual


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Palabras y Hechos


 Tendiendo Redes

 Ser Académico

 Quemar las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie de tierra

 Créditos

 

 

 

Analizan en la UV el servicio social
comunitario y la vivienda tradicional

Edith Escalón, Alma Espinosa, Ángeles González y Ricardo Luna

Bajo la certeza de que México debe recuperar, mejorar y mantener la vivienda rural tradicional, y de que el servicio social que ofrecen los egresados de la educación superior debe dejar de ser una práctica irrelevante y aprovecharse como un importantísimo recurso humano, del 21 al 24 de mayo se realizó, en Xalapa y en Ixhuacán de los Reyes, el seminario-taller El servicio social comunitario y la vivienda rural tradicional.

Al evento –organizado por la uv, anuies, la Fundación Ford, International Council on Monuments and Sites (icomos) México y las universidades Nacional Autónoma
Arquitectos, ambientalistas, antropólogos, académicos y estudiantes estuvieron presentes en la inauguración del seminario El servicio social comunitario y la vivienda rural tradicional. (Foto: Luis Fernando Fernández)

de México, Autónoma Metropolitana, de Yucatán y de Chiapas– asistieron arquitectos, ambientalistas, antropólogos, académicos y estudiantes, quienes conocieron los análisis y las discusiones que sobre dicho tema desarrollaron destacados especialistas. En el seminario se realizaron paneles (en la Facultad de Arquitectura) y un taller que concluyó con una práctica de campo en el municipio de Ixhuacán de los Reyes, donde se propuso llevar a cabo un diagnóstico y una propuesta urbano-arquitectónica.
En la primera jornada, los participantes coincidieron en que el servicio que presta la mayoría de los alumnos de las universidades en nuestro país está muy alejado de ser una práctica social. De ahí la importancia de organizar actividades y foros de discusión encaminados a sentar las bases para un giro en la orientación de la enseñanza de la arquitectura, que revalore la práctica en condiciones reales e impulse el desarrollo social sustentable en comunidades marginales urbanas o rurales.
“Las estadísticas muestran que en este momento hay más de 70 000 estudiantes en escuelas de arquitectura, y que existen más de 145 escuelas donde esta carrera se imparte. Además, si consideramos que el egreso es de 7 000 estudiantes cada año, podemos darnos cuenta de que si estos jóvenes buscan trabajar en megaproyectos, como ha pasado tradicionalmente, no van a encontrar oportunidades laborales de este tamaño simplemente porque no hay un mercado tan extenso”, dijo Pedro León Monjaraz, de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam).
Monjaraz, quien ha sido premiado en varias ocasiones por sus proyectos de vivienda en comunidades marginales, aseguró que el objetivo de encuentros como éste es justamente darle un nuevo enfoque a la enseñanza y a la práctica de la arquitectura, para que los estudiantes puedan cambiar sus expectativas laborales y contribuyan con sus ideas a la búsqueda de soluciones arquitectónicas en comunidades rurales o urbano-marginales.
Salvo el caso de la uv y de algunas otras instituciones –reconoció–, en la mayoría de las escuelas prevalece una arquitectura de elite que difícilmente se dirige a la población de escasos recursos, por lo que muchos egresados carecen de conocimientos para analizar y realizar proyectos de vivienda para este sector social. Por eso, llamó a los universitarios a reo-rientar la docencia y la práctica profesional, y a mejorar la preparación técnica de los estudiantes para formar arquitectos polifuncionales que no se limiten a diseñar grandes edificios, sino que además sepan resolver las necesidades de grupos marginados en materia de vivienda.

Necesario, recuperar el sentido ético del servicio social
En los inicios de la Universidad en México se estipuló que los estudiantes debían ofrecer a la sociedad un servicio con conocimientos y capacidades que, al mismo tiempo, sirviera como un instrumento de aprendizaje. Por desgracia, esta intención se ha perdido con el paso de los años, pero el hecho ha llamado la atención de personas vinculadas al ámbito educativo. La anuies, por ejemplo, creó un documento que engloba lo que debe ser la educación universitaria en el año 2020, en el que se consigna que el servicio social debe ser parte real de la estrategia educativa y debe propiciar la solidaridad con los grupos sociales menos favorecidos.
Actualmente, el servicio social está lejos de contar con esas características, señaló Mario Fernández de la Garza, director de Vinculación de la uv, por lo que llamó a que se recupere el sentido ético del servicio social y a que se incorpore a los planes y programas de estudio como una verdadera estrategia educativa.
En el panel “Servicio social y vivienda rural”, Fernández de la Garza reconoció que para llegar a esa visión del 2020 se deben sortear muchos obstáculos, pues el servicio social enfrenta grandes problemas como desconocimiento de su función, filosofía, objetivos e importancia, así como falta de impulso a los alumnos para que participen en proyectos comunitarios y escasez de académicos que quieran colaborar como tutores.
Además, el servicio social es considerado, por un lado, como una actividad orientada a los aspectos administrativos y desvinculada de los programas de estudio y, por otro, como un requisito para la titulación.
En consecuencia, se pierde el fundamento ético del servicio social y, con ello, los temas que se desarrollan en la mayoría de los proyectos y programas institucionales pierden significado y se vuelven intras-cendentes.
Admitió que en las universidades existe una enorme dispersión de proyectos, pues hay tantas como pres-tadores de servicio. El problema es que dichos proyectos surgen de la actitud voluntariosa de la gente y, por consiguiente, no están bien estructu-rados ni están fundamentados en un valor ético, en una proyección o en una comprensión profunda de lo que es el servicio social.
Fundamental, el papel de los arquitectos en casos de desastre
En el panel “Atención a la vivienda en casos de desastre”, Stolarski Rosenthal indicó que, a raíz de los sismos ocurridos en 1985 en la ciudad de México, el Gobierno federal le dio el reconocimiento a la figura del damnificado y fue a partir de esa fecha que autoridades de todos los niveles se dieron a la tarea de realizar un programa que atendiera oportunamente las contingencias recurrentes que afectan –en la mayoría de los casos– a la población de escasos recursos.
Se creó el Fondo para Desastres Naturales mediante el cual el Gobierno federal ha podido apoyar a los estados del país afectados por fenómenos naturales.
Señaló que, en caso de desastre el trabajo de los arquitectos es de gran importancia, ya que son ellos quienes deben evaluar los daños, iniciar la reconstrucción de viviendas y conocer las reglas de operación del gobierno federal. No obstante, las distintas etapas de un siniestro sólo pueden ser atendidas con la labor de equipos multidisciplinarios.
Stolarski consideró necesario replantear las acciones que los gobiernos ejecutan ante contingencias, solicitar que el plan de desastres del Gobierno federal deje de ser tan rígido y pedir que se actúe de manera rápida y efectiva en la reconstrucción de ciudades devastadas, ya que todavía existen viviendas que, meses después de haber sufrido daños, apenas han sido evaluadas para acceder a los recursos del fondo.
Exhortó a los alumnos a que se acerquen a la práctica de la construcción emergente de viviendas, pues es preciso conocer qué se está haciendo al respecto y saber que no sólo se da remedio a una situación, sino que también se contribuye con la edificación de futuras comunidades y ciudades.

Se pierde la riqueza de la arquitectura vernácula
La riqueza de la arquitectura vernácula ha sufrido grandes transformaciones a través de los años, causadas por los mismos habitantes, por la escasez de materiales naturales y por los arquitectos que no cuentan con una educación conservacionista del patrimonio cultural. Para resarcir este problema actualmente se ha emprendido un gran movimiento encaminado a que las nuevas generaciones de arquitectos conozcan lo que es la arquitectura vernácula y elaboren propuestas para la preservación del patrimonio, expuso Ramón Bonfil Castro, actual presidente del International Council on Monuments and Sites (icomos) México, durante su participación en la mesa “Arquitectura vernácula en la vivienda rural”.
Comentó que en México estamos acostumbrados a menospreciar a los indígenas y ellos, en consecuencia, quieren dejar de serlo tanto en su aspecto como en su comunidad. Es por ello que en la edificación de sus viviendas dejan atrás la arquitectura y los materiales tradicionales para introducir los marcados por los estándares sociales.
Ramón Bonfil recordó que cuando era estudiante nunca le inculcaron conocimientos acerca de la protección al patrimonio cultural, lo cual es un grave error, ya que la falta de información sobre el tema propicia que los arquitectos se conviertan en los principales depredadores del legado cultural.
Para hablar de un caso específico de hábitat vernáculo, Pablo Chico Ponce de León, académico de la Universidad Autónoma de Yucatán (uady), presentó un trabajo sobre la arquitectura vernácula y popular del poblado Dzeal, Yucatán, realizado por un grupo de profesores que se enfocó al estudio de la transformación que han sufrido los solares yucatecos.
El jefe de la Unidad de Posgrado e Investigación de la Facultad de Arquitectura de la uady comentó que el hábitat vernáculo yucateco existe desde hace 2 000 años, por lo que constituye una tradición constructiva milenaria, sin embargo, pese a su importancia y riqueza cultural, esas edificaciones presentan un evidente deterioro.
Chico Ponce de León dijo que los solares fueron ideados específi-camente para los habitantes del lugar, con base en sus necesidades y comodidad, pero estas ventajas se han quedado rezagadas para dar paso a las nuevas estructuras que poco ayudan a propiciar un clima adecuado y dejan a un lado el factor utilitario. Por ello, destacó la necesidad de crear un equipo de trabajo integrado no sólo por el arquitecto y los artesanos, sino también por el usuario.