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Invitado
por la Facultad de Letras Españolas y la Fundación
de la Universidad Veracruzana, Leonardo Da Jandra, célebre
filósofo y escritor, visitó Xalapa para ofrecer la
conferencia magistral Identidad, globalización y sacralidad
en el Salón Azul de Humanidades.
Para este intelectual chiapaneco que ha descubierto la grandeza
de lo mínimo, el tema de la identidad se ha convertido
en una obcecación: Quizá sea una obsesión,
porque no he logrado tener ese tipo de en-raizamiento provinciano
que me permita por momentos sacar en público una manifestación
de grito y de aullido celebrando mi identidad y lamentar, después
en privado, las desgracias reflejadas en mis semejantes.
Da Jandra piensa que, en este momento, todas las culturas deben
obligatoriamente hacer un alto, una reflexión sobre su devenir
y lanzar la pregunta gnóstica ¿quién soy, de
dónde vengo y adónde voy? Hay culturas que tienen
el sentir identitario mucho más fuerte que otra; la nuestra
es una de ellas.
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En
la cultura mexicana, reconoció, la identidad es una herida
y tratar de cerrarla con base en supuestos teóricos es condenar
a las nuevas generaciones a que tengan que buscar en lo más
hondo y sacar la pus que se ha acumulado ahí: El proceso
de la identidad en el contexto actual es para mí una de las
emergencias de la perspectiva cultural mexicana porque hemos vivido
una generación que se pretendió globalizar sin superar
su provincianismo.
Por otra parte, además de hablar acerca de la desacralización,
de lo profano y de un dios que ahora se llama poder, cuyas personalidades
son lo político, lo económico y lo religioso, Da Jandra
destacó la necesidad de rescatar el papel de la mujer, ya que
ella es quien da la pauta civilizatoria y no el hombre. Una
sociedad donde la mujer está por debajo del hombre es una sociedad
interiorizada; por tanto se le debe otorgar el papel que le corresponde
en el nuevo comportamiento social.
Escribo
para dejar huella de mis experiencias vitales
La creación literaria fue otro de los temas que desarrolló
Leonardo Da Sandra. En su conferencia del 31 de mayo, señaló
que ante la depredación que ha instaurado el mercado editorial,
que ha aniquilado la creatividad y ha convertido a los escritores
en seres soberbios, envidiosos y esclavos de sus demonios, el creador
debe ser humilde, reconocer el talento de los demás, ejercer
la autocrítica y quitar las partes farragosas que no posibilitan
el diálogo con el lector, no creerse único ni abrigar
resentimientos.
A Da Jandra le gusta estar en contacto con el lector y detesta el
aparato burocrático-académico al que llama paradocracia,
pues corroe las entrañas de la creatividad y convierte el
proceso divino de generación estética en una abulia
insufrible. Si bien se define como un hombre apasionado y polémico,
no postula que lo que él escribe sea la única verdad,
sino sostiene lo que dice con base en su experiencia vital: Soy
un escritor que se ha preocupado por hacer de la vida y la obra
una unidad.
El escritor chiapaneco entiende a la sabiduría no sólo
como una culminación de lo más divino que hay en lo
humano, sino también una combinación del privilegio
del intelecto con el amor. Y, aunque vivió experiencias
vinculadas con el chama-nismo, hoy critica tales prácticas.
El chamanismo es un camino perdido, truncado. Es la perfección
de lo imperfecto; culmina en una lucha des-piadada de poder. Lo
que el chamán busca es controlar el poder, y toda lucha
de tal índole tiende a potenciar la animalidad del
hombre. Allí no hay amor, misericordia ni compasión.
Por tanto, Da Jandra no cree que el hombre encuentre su divinidad
aniquilando al otro: esa es la consumación del guerrero.
La fase de sabiduría se hace sobre el amor. Se asume
como un autor que busca la paciencia, el oficio de la escritura,
con miras a elaborar una sinfonía verbal.
Leonardo Da Jandra (Pichucalco, Chiapas, 1951) hizo estudios en
Santiago de Compostela, Madrid y la Ciudad de México. Es
autor de la trilogía novelística Entrecruzamientos,
así como de Huatulqueños, Samahua y Arausiada; del
volumen de cuentos Los caprichos de la piel, y del ensayo filosófico
Presentáneos, Pretéritos y Prósteros.
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