Abril-Mayo 2003, Nueva época No. 64-65 Xalapa • Veracruz • México
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Festejaron el Día Mundial del Libro
en la Galería de Arte Contemporáneo

Iván Javier Maldonado y Gina Sotelo

El 23 de abril se celebró el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor, a través de cientos de eventos simultáneos en los que se promovió la lectura y en los que se destacó que en los libros está uno de los sólidos cimientos de la educación de niños y jóvenes, así como uno de los recursos más eficaces de la preparación permanente de los adultos.
Para sumarse a dichos festejos, los días 29 y 30 de abril, en la Galería de Arte Contemporáneo del Instituto Veracru-zano de Cultura (Ivec), se realizó una serie de actividades, entre ellas una mesa redonda, presentaciones de libros,
Sobre el oficio del editor dio cuenta Rafael Antúnez durante la mesa redonda “¿Cómo se hace un libro?”. (Foto: Luis Fernando Fernández)

charlas y un exposición de publicaciones, donde participaron la librería Gandhi Colorines, la Editorial de la Universidad Veracruzana, el Ivec, la Escuela de Escritores de Veracruz, la Editora de Gobierno y el Patronato Pro-uv.
En la mesa redonda “El libro y la lectura” intervinieron José Luis Mar-tínez Suárez, Julio César Martínez, Francisco Montfort Guillén, Mario Muñoz, Juan Solís Fuentes y Adriana Menassé, quien un día después comentó su cuento “El monstruo de las dos estaciones”, que da título a su volumen de narraciones para niños.
Posteriormente, Aída Pozos Villanue-va, del Fondo de Empresas Universitarias de la uv; Rafael Hermida Lara, regente de la Editora de Gobierno, y Rafael Antúnez, de la editorial Durandarte, participaron en la mesa “¿Cómo se hace un libro?”.
Aída Pozos habló sobre la dificultad que representa la labor editorial, la cual se ha visto desvirtuada debido a los avances tecnológicos –como los programas de autoedición–, que provocan un detrimento en la calidad de la factura de las obras impresas. Por ello, dijo que es necesaria la profesiona-lización de quienes trabajan en el ramo editorial.
Tras retomar la idea de Borges acerca de que el libro es el instrumento más asombroso que ha inventado el hombre, al ser una extensión de la memoria y de la imaginación, una máquina para inventar el mundo, Pozos comentó que para hacer libro se requiere más que imaginación, pues es imprescindible tener conocimientos que permitan cuidar todos los detalles en la confección de una obra. Entre ellos mencionó la elección del papel, el tipo de letra, la distribución de los espacios en blanco, la detección de erratas, el diseño y cuidado de la composición, el formato, las ilustraciones y los títulos.
Todos esos procesos inherentes a la factura de un libro son vigilados por el editor, quien no sólo logra transformar un manuscrito en un libro, sino que también atiende las condiciones del mercado, la distribución y los derechos de autor; de ahí que sea el vehículo de comunicación entre el autor y el lector, y contribuya a la preservación del conocimiento.
Rafael Antúnez señaló que la aspiración de todo editor es elaborar un libro digno, libre de erratas, aunque siempre hay detalles que se escapan. La errata –ahondó– ha estado presente desde los manuscritos que hacían los copistas en Grecia y, aunque surgían quejas sobre el hecho de que no eran fieles al texto original, la errata “muchas veces no lo altera, sino lo mejora”: el libro con error denota la humanidad del libro.
El editor –cuyo oficio se ha ido perdiendo con la automatización de los procesos editoriales– aspira a hacer “un libro que conozca un lector” y al mismo tiempo emprende hazañas quizá arriesgadas, pues se aventura incluso a concretar empresas culturales, como la que hizo José Vascon-celos con la serie Clásicos para Todos.
Sobre sus experiencias como editor de Durandarte –cuyos tirajes son de cien ejemplares–, Rafael Antúnez apuntó que, sin perder de vista al lector, ha buscado acompañar los libros con una propuesta gráfica sobria; afortunadamente, en los tiempos tan difíciles por los que atraviesa la industria editorial, la sobriedad resulta una gran virtud, concluyó.
Cabe destacar que resulta de suma importancia organizar actividades que promuevan la lectura e impulsen el conocimiento, pues a raíz de la preponderancia del modelo económico capitalista, cuyo propósito es fomentar una cultura del consumismo sin sentido (valiéndose de la publicidad avasallante), la pervivencia de un artículo depende de su calidad y capacidad para generar ganancias. Con tal rasero han sido medidos un deso-dorante, una computadora, algún producto lácteo y el libro. Este último, por ser un producto que no entraba en la canasta básica, han querido gravarlo con el iva. Inclusive, durante esta administración federal, el libro ha sido amenazado, perseguido y condenado.
Así resulta que quien no lee, es más feliz. Ergo, lo primordial es satisfacer la vanidad e intentar llenar el estómago; de lo espiritual pueden encargarse otros, menos un buen libro que estimule la imaginación, que dé argumentos para hacer frente a la estulticia. Espero que, ante la moda de la guerra contra el terrorismo, no espeten que en los buenos libros se esconde ántrax o el sars, de ser así surgirían cuadrillas a lo Fahrenheit 451.