Convocados
por la Universidad Veracruzana (UV), destacados académicos
e investigadores se dieron cita en Xalapa para debatir sobre los procesos
históricos, las transformaciones, las condiciones actuales,
los errores, los éxitos y las contradicciones del actual escenario
político nacional.
Coordinado por Enrique Florescano Mayet, miembro de la Junta de Gobierno
de la UV, el Primer Simposio Veracruzano de Otoño reunió
a personalidades como José Woldenberg, Lorenzo Meyer, Soledad
Loaeza, Luis Medina, Jesús Silva-Herzog Márquez, Luis
Barrón, Rafael Rojas, Alberto Olvera, Luis Salazar, María
Amparo Casar, Alfonso Lujambio y Mauricio Merino.
En su intervención, el ex consejero presidente del Instituto
Federal Electoral, José Woldenberg Karakowski sostuvo que los
retos fundamentales del actual sistema electoral son regular –y
en la medida de lo posible reducir– el dispendio de dinero público
que se utiliza en las campañas y elevar el nivel de la cobertura
mediática electoral y política. "Las reformas de
1995 cumplieron con su cometido de hacer elecciones más equitativas,
pero no se puede pensar en un estado de perfección; en la actualidad,
es necesario trabajar en reformas de segunda generación que
contribuyan a mejorar las condiciones de los procesos electorales",
aseguró.
Woldenberg dijo que el IFE planteó, desde el año 2000,
una serie de acciones que se juzgan necesarias como: reformular la
distribución de dinero a los partidos –para que éstos
no reciban la misma cantidad de dinero en años en los que no
hay elecciones federales–, reducir el tiempo de las campañas,
reglamentar las precampañas, regular aportaciones económicas
de militantes y el uso de correo, entre otras.
Por su parte, el investigador del Colegio de México (COLMEX),
Lorenzo Meyer, afirmó que el autoritarismo presidencial mexicano
fue el sistema político más exitoso del mundo en el
siglo XX, ya que no hay otro sistema, de cualquier tipo, que haya
durado tanto tiempo en el poder: 84 años (se instaura en 1916
y dura hasta el año 2000).
"El mexicano no tiene ninguna importancia teórica, no
hizo ninguna aportación teórica, pero práctica,
vaya que las hizo; es el sistema más interesante por su longevidad
en el siglo XX", sostuvo el investigador, quien añadió
que si se toma el periodo presidencial del Lázaro Cárdenas
como el punto culminante de la Revolución, el sistema político
posrevolucionario –que engendró al autoritarismo–,
inicia con la fraudulenta elección que llevó a Manuel
Ávila Camacho al poder y culmina con la elección del
2000, en la que el PAN llega a la presidencia de la República
Mexicana con Vicente Fox.
El analista político y académico del Instituto Tecnológico
Autónomo de México (ITAM), Jesús Silva-Herzog
Márquez, en su ponencia puntualizó que un atributo esencial
de la democracia es que gobierna en el presente; ésa es su
virtud. No obstante, últimamente se ha convertido en su defecto,
ya que no permite construir con vistas a largos horizontes en lo político.
Luego de destacar que, en el caso mexicano, los políticos y
sus partidos fijan las estrategias de negociación en el corto
plazo, Silva-Herzog afirmó que se debe tomar distancia del
concepto de democracia, ya que requiere plantearse con una exigencia
crítica para "calibrar de un modo realista los problemas
que tenemos".
Asimismo, planteó que la insatisfacción es parte constitutiva
del régimen pluralista y la democracia, un sistema defectuoso,
porque convierte a la mayoría en totalitaria. "También
envuelve opiniones que pueden convertirse en un imperio al ser miles
de voces quienes apoyan las ideas: la cortesanía de los gobernantes,
extendiendo un modo de establecer relaciones con las instituciones
propio de la monarquía. La democracia es un desafío,
es un reto de nuestros tiempos".
En su ponencia, Alberto Olvera, investigador del Instituto de Investigaciones
Histórico Sociales de la UV, explicó que en México,
como en casi toda América Latina, la mayoría de los
ciudadanos han perdido contacto con el Estado, pues éste ni
siquiera garantiza los derechos de ciudadanía básicos
que, además del acceso total a servicios de salud y educación,
implica que el desarrollo de obras públicas se fundamente en
algún tipo de consulta colectiva social.
"Lo único que realmente obtiene el ciudadano mexicano
del Estado es la educación pública; cualquier otra cosa
es temporal o restringida, como los servicios de salud o la seguridad
pública", comentó. De ahí que la relación
entre actores políticos y ciudadanos esté fundada en
el "particularismo" y no en la apelación de los derechos:
"En municipios, por ejemplo, la decisión de hacer obra
pública parece como un regalo, una decisión privada
o una concesión del Gobierno al grupo particular de ciudadanos
que la solicita, y no un derecho. Esto es lo que genera esta ausencia
de ‘estatalización’". El
siglo XXI, ¿la Era de la Democracia?
La investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas
(CIDE), María Amparo Casar Pérez, propuso que los
gobiernos de los presidentes de la República duren 4 años
y que haya posibilidad de reelegirlos y, en consecuencia, de que
gobiernen durante un periodo igual, aunque esto no garantiza la
solución a todos los problemas. También propuso disminuir
hasta el 60 por ciento el presupuesto de las campañas electorales,
al tiempo que sugirió impulsar una reforma que ponga fin
al poder que ejercen los medios de comunicación sobre las
elecciones, así como generar un ahorro en campañas
de por lo menos dos mil 500 millones de pesos, que podría
ser destinado a combatir la pobreza.
Durante la conferencia "La agenda política del futuro
inmediato", Casar Pérez explicó que la agenda
está puesta desde hace una década, pero no se ha logrado
nada debido al cinismo o mezquindad de las fuerzas políticas
en nuestro país. "O bien los legisladores escriben las
iniciativas sólo para justificar su existencia, pero no tienen
la menor intención de concretarlas, o bien no quieren empujar
sus iniciativas de reforma porque calculan que el Gobierno en turno
sería el beneficiado".
En tanto, el historiador Luis Barrón dijo que el proyecto
político que surgió de la Revolución Mexicana
fue hacer realidad las reformas sociales que existieron solamente
como un deseo en la Constitución de 1857, para lo cual era
fundamental conseguir el balance después de la dictadura
de Porfirio Díaz y la anarquía de los años
de Francisco I. Madero. Fue en la Constitución de 1917, promulgada
por Venustiano Carranza, cuando se definió el proyecto revolucionario
y se fundaron las instituciones con las que se armó el pueblo
de un instrumento jurídico de transformación impuesto
con su triunfo en los campos de batalla: "Por eso había
que hacer realidad un sistema que asegurara la aplicación
a las reformas sociales, pero respetando las garantías individuales".
En este sentido, añadió Barrón, tendremos que
preguntarnos si ese proyecto político sigue vigente o es
un mito, si es compatible con la sociedad que tenemos hoy o la que
queremos tener: "Si los problemas que tenemos actualmente son
similares a los que enfrentaron los diputados constituyentes cuando
trataron de materializar el proyecto de la Revolución en
una Constitución, creo que valdría mucho la pena considerar
la permanencia de la obra del constituyente".
En la ponencia "República, Revolución y Democracia.
Los conceptos de la historia política latinoamericana",
Rafael Rojas Gutiérrez, investigador del CIDE, dijo que el
siglo XXI puede ser considerado como la "Era de la Democracia"
–tomando en cuenta los conceptos clave que han impulsado a
los regímenes políticos en América Latina–,
ya que "nunca antes se había usado tanto la palabra
democracia en la historia de América Latina".
Agregó que mientras el siglo XIX tuvo el gran reto de construir
una república, el siglo XX puede ser definido como la Era
de la Revolución, ya que al estudiar el lenguaje de los políticos
se concluye que surgen dos conceptos esenciales: revolución
y pueblo. "La retórica republicana pasa al lenguaje
revolucionario donde se exalta la soberanía y la justicia
social, considerando el concepto de revolución como una incorporación
de los usos populares al Estado, un proceso de politización
de los sectores más bajos de la sociedad", señaló
el académico.
La
política y sus valores
Luis Salazar Carrión, investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM)-Iztapalapa, aseguró que el poder político
sólo adquiere valor o sentido político porque es el
único medio de combinar tanto el problema maquiavélico
de la lucha por el poder con el de la paz, y señaló
que existen dos significados básicos de la política:
la que lucha por el poder y la que es una constante búsqueda
de la paz.
Por ello, lanzó las siguientes interrogantes: ¿Qué
pasaría si no lográramos combinar estos elementos?
¿Es posible la democracia sin política? ¿Podría
existir la democracia sin partidos? "Al responder, dijo, nos
daremos cuenta de que en nuestro sueño por superar la mala
política hemos logrado caer en una política peor".
Además, el investigador explicó que, en el siglo XX,
se propuso una visión teórica que ve a la política
como la continuación de la guerra por otros medios, que,
en el caso de México y las campañas políticas,
se podría decir que hemos padecido la continuación
de la guerra por los medios electrónicos de comunicación.
Por su parte, Luis Medina Peña, investigador del CIDE, dijo
que entendiendo por sistema político las reglas informales
que posibilitan las acciones y relaciones del régimen político
–constituido por las reglas formales–, la transición
política que hubo en México en el año 2000
no creó su propio sistema político, que era tan necesario.
"Ortega y Gasset decía que un estadista es aquel que
sabe qué hacer desde el Estado como nación; ahora
que concluye el primer sexenio después de la transición,
es claro que Vicente Fox nunca tuvo idea. No estuvo a la altura
de Porfirio Díaz y o de Lázaro Cárdenas, los
creadores de los dos sistemas políticos que había
tenido el país", aseguró.
¿Qué es lo que queda?, cuestionó el conferencista:
"Me imagino que habrá que establecer una nueva serie
de reglas informales. Ésta va a ser la gran prueba del sistema
presidencial, porque si no, van a proliferar todas esas propuestas
absurdas de crear un sistema parlamentario para el cual no tenemos
experiencia. Aquí tenemos la mente en un sistema republicano,
presidencialista, en el que hay tres poderes que se equilibran",
finalizó.
En su intervención, Alfonso Lujambio, director del IFAI,
reconoció que tanto la reforma política de 1977 que
abrió las puertas del sistema institucional a partidos de
izquierda como los esquemas de representación proporcional
que fueron impulsados en los años siguientes no sólo
fortalecieron a la oposición, sino que impulsaron una pluralización
en beneficio de los electores mexicanos. "Con la reforma, se
dijo adiós a la intolerancia político-religiosa; no
la considero como el inicio de transición democrática,
pero sí como la liberalización de la oferta política",
afirmó el funcionario.
Explicó que antes de la reforma, sólo cuatro partidos
conformaban la oferta política en México: Acción
Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el
Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de
la Revolución Mexicana (PARM); pero con la incorporación
del Partido Comunista de México se concretó el espectro
ideológico del sistema de partidos, al que se sumaron después
el Partido Demócrata Mexicano y el Partido Socialista de
los Trabajadores. |