Octubre-Diciembre 2006, Nueva época Núm.100
Xalapa • Veracruz • México
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En el primer Simposio Veracruzano de Otoño
En la UV, gran debate sobre política nacional


Redacción Gaceta

El evento reunió a personalidades como José Woldenberg,
Lorenzo Meyer, Jesús Silva-Herzog Márquez, Soledad Loaeza,
Luis Barrón y Rafael Rojas, entre otros


José Woldenberg, Lorenzo Meyer y Alberto Olvera presidieron las conferencias "Partidos, medios y dinero", "El modelo político posrevolucionario" y "Hacia una nueva conjunción entre política y sociedad", respectivamente.
Convocados por la Universidad Veracruzana (UV), destacados académicos e investigadores se dieron cita en Xalapa para debatir sobre los procesos históricos, las transformaciones, las condiciones actuales, los errores, los éxitos y las contradicciones del actual escenario político nacional.

Coordinado por Enrique Florescano Mayet, miembro de la Junta de Gobierno de la UV, el Primer Simposio Veracruzano de Otoño reunió a personalidades como José Woldenberg, Lorenzo Meyer, Soledad Loaeza, Luis Medina, Jesús Silva-Herzog Márquez, Luis Barrón, Rafael Rojas, Alberto Olvera, Luis Salazar, María Amparo Casar, Alfonso Lujambio y Mauricio Merino.

En su intervención, el ex consejero presidente del Instituto Federal Electoral, José Woldenberg Karakowski sostuvo que los retos fundamentales del actual sistema electoral son regular –y en la medida de lo posible reducir– el dispendio de dinero público que se utiliza en las campañas y elevar el nivel de la cobertura mediática electoral y política. "Las reformas de 1995 cumplieron con su cometido de hacer elecciones más equitativas, pero no se puede pensar en un estado de perfección; en la actualidad, es necesario trabajar en reformas de segunda generación que contribuyan a mejorar las condiciones de los procesos electorales", aseguró.

Woldenberg dijo que el IFE planteó, desde el año 2000, una serie de acciones que se juzgan necesarias como: reformular la distribución de dinero a los partidos –para que éstos no reciban la misma cantidad de dinero en años en los que no hay elecciones federales–, reducir el tiempo de las campañas, reglamentar las precampañas, regular aportaciones económicas de militantes y el uso de correo, entre otras.

Por su parte, el investigador del Colegio de México (COLMEX), Lorenzo Meyer, afirmó que el autoritarismo presidencial mexicano fue el sistema político más exitoso del mundo en el siglo XX, ya que no hay otro sistema, de cualquier tipo, que haya durado tanto tiempo en el poder: 84 años (se instaura en 1916 y dura hasta el año 2000).

"El mexicano no tiene ninguna importancia teórica, no hizo ninguna aportación teórica, pero práctica, vaya que las hizo; es el sistema más interesante por su longevidad en el siglo XX", sostuvo el investigador, quien añadió que si se toma el periodo presidencial del Lázaro Cárdenas como el punto culminante de la Revolución, el sistema político posrevolucionario –que engendró al autoritarismo–, inicia con la fraudulenta elección que llevó a Manuel Ávila Camacho al poder y culmina con la elección del 2000, en la que el PAN llega a la presidencia de la República Mexicana con Vicente Fox.

El analista político y académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Jesús Silva-Herzog Márquez, en su ponencia puntualizó que un atributo esencial de la democracia es que gobierna en el presente; ésa es su virtud. No obstante, últimamente se ha convertido en su defecto, ya que no permite construir con vistas a largos horizontes en lo político.

Luego de destacar que, en el caso mexicano, los políticos y sus partidos fijan las estrategias de negociación en el corto plazo, Silva-Herzog afirmó que se debe tomar distancia del concepto de democracia, ya que requiere plantearse con una exigencia crítica para "calibrar de un modo realista los problemas que tenemos".

Asimismo, planteó que la insatisfacción es parte constitutiva del régimen pluralista y la democracia, un sistema defectuoso, porque convierte a la mayoría en totalitaria. "También envuelve opiniones que pueden convertirse en un imperio al ser miles de voces quienes apoyan las ideas: la cortesanía de los gobernantes, extendiendo un modo de establecer relaciones con las instituciones propio de la monarquía. La democracia es un desafío, es un reto de nuestros tiempos".

En su ponencia, Alberto Olvera, investigador del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la UV, explicó que en México, como en casi toda América Latina, la mayoría de los ciudadanos han perdido contacto con el Estado, pues éste ni siquiera garantiza los derechos de ciudadanía básicos que, además del acceso total a servicios de salud y educación, implica que el desarrollo de obras públicas se fundamente en algún tipo de consulta colectiva social.

"Lo único que realmente obtiene el ciudadano mexicano del Estado es la educación pública; cualquier otra cosa es temporal o restringida, como los servicios de salud o la seguridad pública", comentó. De ahí que la relación entre actores políticos y ciudadanos esté fundada en el "particularismo" y no en la apelación de los derechos: "En municipios, por ejemplo, la decisión de hacer obra pública parece como un regalo, una decisión privada o una concesión del Gobierno al grupo particular de ciudadanos que la solicita, y no un derecho. Esto es lo que genera esta ausencia de ‘estatalización’".

El siglo XXI, ¿la Era de la Democracia?
La investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), María Amparo Casar Pérez, propuso que los gobiernos de los presidentes de la República duren 4 años y que haya posibilidad de reelegirlos y, en consecuencia, de que gobiernen durante un periodo igual, aunque esto no garantiza la solución a todos los problemas. También propuso disminuir hasta el 60 por ciento el presupuesto de las campañas electorales, al tiempo que sugirió impulsar una reforma que ponga fin al poder que ejercen los medios de comunicación sobre las elecciones, así como generar un ahorro en campañas de por lo menos dos mil 500 millones de pesos, que podría ser destinado a combatir la pobreza.

Durante la conferencia "La agenda política del futuro inmediato", Casar Pérez explicó que la agenda está puesta desde hace una década, pero no se ha logrado nada debido al cinismo o mezquindad de las fuerzas políticas en nuestro país. "O bien los legisladores escriben las iniciativas sólo para justificar su existencia, pero no tienen la menor intención de concretarlas, o bien no quieren empujar sus iniciativas de reforma porque calculan que el Gobierno en turno sería el beneficiado".

En tanto, el historiador Luis Barrón dijo que el proyecto político que surgió de la Revolución Mexicana fue hacer realidad las reformas sociales que existieron solamente como un deseo en la Constitución de 1857, para lo cual era fundamental conseguir el balance después de la dictadura de Porfirio Díaz y la anarquía de los años de Francisco I. Madero. Fue en la Constitución de 1917, promulgada por Venustiano Carranza, cuando se definió el proyecto revolucionario y se fundaron las instituciones con las que se armó el pueblo de un instrumento jurídico de transformación impuesto con su triunfo en los campos de batalla: "Por eso había que hacer realidad un sistema que asegurara la aplicación a las reformas sociales, pero respetando las garantías individuales".

En este sentido, añadió Barrón, tendremos que preguntarnos si ese proyecto político sigue vigente o es un mito, si es compatible con la sociedad que tenemos hoy o la que queremos tener: "Si los problemas que tenemos actualmente son similares a los que enfrentaron los diputados constituyentes cuando trataron de materializar el proyecto de la Revolución en una Constitución, creo que valdría mucho la pena considerar la permanencia de la obra del constituyente".

En la ponencia "República, Revolución y Democracia. Los conceptos de la historia política latinoamericana", Rafael Rojas Gutiérrez, investigador del CIDE, dijo que el siglo XXI puede ser considerado como la "Era de la Democracia" –tomando en cuenta los conceptos clave que han impulsado a los regímenes políticos en América Latina–, ya que "nunca antes se había usado tanto la palabra democracia en la historia de América Latina".

Agregó que mientras el siglo XIX tuvo el gran reto de construir una república, el siglo XX puede ser definido como la Era de la Revolución, ya que al estudiar el lenguaje de los políticos se concluye que surgen dos conceptos esenciales: revolución y pueblo. "La retórica republicana pasa al lenguaje revolucionario donde se exalta la soberanía y la justicia social, considerando el concepto de revolución como una incorporación de los usos populares al Estado, un proceso de politización de los sectores más bajos de la sociedad", señaló el académico.

La política y sus valores
Luis Salazar Carrión, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)-Iztapalapa, aseguró que el poder político sólo adquiere valor o sentido político porque es el único medio de combinar tanto el problema maquiavélico de la lucha por el poder con el de la paz, y señaló que existen dos significados básicos de la política: la que lucha por el poder y la que es una constante búsqueda de la paz.
Por ello, lanzó las siguientes interrogantes: ¿Qué pasaría si no lográramos combinar estos elementos? ¿Es posible la democracia sin política? ¿Podría existir la democracia sin partidos? "Al responder, dijo, nos daremos cuenta de que en nuestro sueño por superar la mala política hemos logrado caer en una política peor".
Además, el investigador explicó que, en el siglo XX, se propuso una visión teórica que ve a la política como la continuación de la guerra por otros medios, que, en el caso de México y las campañas políticas, se podría decir que hemos padecido la continuación de la guerra por los medios electrónicos de comunicación.

Por su parte, Luis Medina Peña, investigador del CIDE, dijo que entendiendo por sistema político las reglas informales que posibilitan las acciones y relaciones del régimen político –constituido por las reglas formales–, la transición política que hubo en México en el año 2000 no creó su propio sistema político, que era tan necesario. "Ortega y Gasset decía que un estadista es aquel que sabe qué hacer desde el Estado como nación; ahora que concluye el primer sexenio después de la transición, es claro que Vicente Fox nunca tuvo idea. No estuvo a la altura de Porfirio Díaz y o de Lázaro Cárdenas, los creadores de los dos sistemas políticos que había tenido el país", aseguró.

¿Qué es lo que queda?, cuestionó el conferencista: "Me imagino que habrá que establecer una nueva serie de reglas informales. Ésta va a ser la gran prueba del sistema presidencial, porque si no, van a proliferar todas esas propuestas absurdas de crear un sistema parlamentario para el cual no tenemos experiencia. Aquí tenemos la mente en un sistema republicano, presidencialista, en el que hay tres poderes que se equilibran", finalizó.

En su intervención, Alfonso Lujambio, director del IFAI, reconoció que tanto la reforma política de 1977 que abrió las puertas del sistema institucional a partidos de izquierda como los esquemas de representación proporcional que fueron impulsados en los años siguientes no sólo fortalecieron a la oposición, sino que impulsaron una pluralización en beneficio de los electores mexicanos. "Con la reforma, se dijo adiós a la intolerancia político-religiosa; no la considero como el inicio de transición democrática, pero sí como la liberalización de la oferta política", afirmó el funcionario.

Explicó que antes de la reforma, sólo cuatro partidos conformaban la oferta política en México: Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Popular Socialista (PPS) y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM); pero con la incorporación del Partido Comunista de México se concretó el espectro ideológico del sistema de partidos, al que se sumaron después el Partido Demócrata Mexicano y el Partido Socialista de los Trabajadores.

En el Simposio Veracruzano de Otoño también participaron, entre otras personalidades, María Amparo Casar, Luis Barrón y Rafael Rojas.