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En
los últimos años hemos presenciado un espectacular
incremento de los temas relacionados con el carácter multicultural
de las sociedades. Con ésta y otras expresiones equivalentes
se han empezado a producir reflexiones e investigaciones por parte
de profesionales de diversos campos, especialmente de las ciencias
sociales.
Algunos sostienen que este nuevo ámbito de estudio está
estrechamente relacionado con los nuevos flujos migratorios del
Sur hacia el Norte y que han obligado al replanteamiento de no pocos
aspectos que configuran nuestra vida social y cultural desde ámbitos
disciplinarios muy diversos: el derecho, la historia, la sociología,
la genética o la antropología que, de una u otra manera,
están contribuyendo al debate acerca del multiculturalismo.
Aprovechando su estancia en Xalapa, donde participó en uno
de los cursos del doctorado en Estudios Interculturales que ofrece
la Universidad de Granada (España) en el Instituto de Investigaciones
en Educación de la UV, Francisco Javier García Castaño,
coordinador del doctorado similar que se ofrece en España,
nos habla de los discursos y debates del multiculturalismo.
El programa del doctorado pretende ampliar el ámbito de la
formación e investigación, estableciendo las comparaciones
necesarias entre las distintas situaciones de diversidad que se
viven en México, sociedad multicultural en que coexisten
grupos diferenciados por múltiples relaciones como
las oposiciones entre cultura indígena y mestiza, formas
de vida rural y urbana, presencia de grupos migrantes en entornos
distintos, construcción de identidades urbanas, etc.,
y el discurso que estos grupos generan para identificar y promover
modelos de interculturalidad.
¿Es lo mismo multiculturalidad que interculturalidad?
En el debate académico, los universitarios se han puesto
a hacer una distinción entre estos temas, una distinción
que contiene un cierto grado de pertinencia. La distinción
es que el multiculturalismo describe las situaciones sociales de
sociedades en cuyo interior viven y conviven diversas culturas,
en tanto que el interculturalismo trata de establecer una relación
entre esas múltiples culturas para el reconocimiento
y la promoción de la diversidad cultural.
De manera que el multiculturalismo sería una cosa dada y
el interculturalismo, la intervención sobre esa cosa dada.
Pero hay que reconocer que esa distinción que puede
ser interesante y pertinente no contempla una cuestión
clave que son ejes con distinta expresión. En el caso anglosajón,
por ejemplo, los académicos no utilizan nunca el término
interculturalismo; en Estados Unidos no encontrarás discursos
en lo referente al interculturalismo sino al multiculturalismo.
En el caso francófono, parte de Canadá o Francia,
no hallamos el término multiculturalista sino interculturalista.
Una parte de esta distinción entre los dos términos
es de carácter lingüístico, lo cual no es una
distinción muy importante, aunque los académicos se
acostumbran a distinguirlos.
¿Qué es el multiculturalismo?
Desde mi punto de vista, el multiculturalismo tiene que ver con
la descripción de una nueva situación de las sociedades,
resultado de la modernidad; tiene que ver con cómo están
vertebrándose estas sociedades en términos tanto descriptivos
como políticos, y cómo se están constituyendo
en torno a la convivencia de múltiples o diversas culturas.
La prioridad es definir la situación de esas sociedades y
el tipo de políticas que se implantan para eliminar los conflictos
que generan estas convivencias tan variadas.
Aquí hago una advertencia importante y es que el surgimiento
de estas sociedades multiculturales producto de la modernidad no
tienen cifra en el tiempo reciente entendiendo que todas las sociedades
han sido en algún momento, en alguna medida multiculturales.
Lo que muestra la historia es que siempre han convivido en todas
las épocas diversas culturas lo que ocurre es que en los
últimos 200 años, con la construcción del Estado-nación,
se redujo, se eliminó, se evitó que esa heterogeneidad
de la que estaban constituidas las sociedades pudiera aflorar, porque
la constitución del Estado-nación era fundamental
para la supervivencia de la modernidad y eso significaba que había
que desaparecer en pos de una sola lengua, una sola cultura, una
sola bandera, una sola nación, en un solo territorio, el
Estado. Yo defiendo que todas las sociedades son multiculturales
y que ahora, casi al final de la modernidad, volvemos a observar
este multiculturalismo fruto sobre todo de los movimientos migratorios.
Ahora que los estados están constituidos fuertemente, ha
aparecido el otro en forma de extranjero y ese extranjero ha venido
a cuestionar lo que son las constituciones en términos de
igualdad. Las instancias democráticas establecen que todos
somos iguales, esto se traduce, en muchos casos, en que se establezca
que no todos tienen los mismos derechos. Eso es un principio de
xenofobia institucional, como han llamado algunos puristas. Ha sido
la aparición del extranjero la que ha llamado la atención
sobre que debemos repensar el Estado moderno en términos
de una nueva ciudadanía.
¿Por qué seguimos discriminando al otro cuando
vivimos en una sociedad que ha entrado de lleno en la globalización?
Una de las razones, creo que la fundamental, está escrita
en la propia organización jurídica de los estados,
en las propias leyes. Las constituciones de los estados establecen
que el otro, el extranjero, tendrá una legislación
aparte y que varía según los países. En España,
que es donde yo vivo, la Constitución establece que los extranjeros
tendrán una ley de derechos y libertades. ¿Por qué
necesitan los extranjeros una ley de derechos y libertades cuando
viven en España, y no tienen los mismos derechos y libertades
que tienen los españoles en España? El origen de esta
distinción es un principio democrático que dice que
todos somos iguales, pero el todos somos iguales se
refiere únicamente a los ciudadanos y los ciudadanos
en la constitución del Estado moderno se integran
a la condición de ciudadanía vinculada a la nacionalidad.
Entonces, sólo son ciudadanos los nacionales. ¿Por
qué no podemos cambiar esta situación? La respuesta
tendría varios matices, pero al menos para empezar a cambiarla
tendríamos que avanzar en lo que algunos han llamado la ciudadanía
multicultural. Básicamente esto se resumiría diciendo
que podríamos tener estados en los que los individuos que
en él habitan tuvieran la misma ciudadanía, aunque
no la misma nacionalidad; podríamos compartir la ciudadanía,
sin compartir la nacionalidad en los estados que nos fueran permitidos,
pero habría que pensar si eso sería viable.
Como ejemplo de que es posible porque yo entiendo que es posible
está el caso de la construcción de un moderno Estado,
la Unión Europea, que no es un estado todavía, pero
que se quiere que sea algo parecido a un Estado; aquí yo
veo que hay un avance muy significativo. Los ciudadanos europeos
que residen en cualquier país europeo han logrado lo que
llamamos el sufragio en las municipales; cualquier ciudadano europeo,
viva en el país que viva de la Unión Europea, puede
votar a sus representantes municipales. ¿Qué hubo
que hacer para que eso sucediera? Cambiar la Constitución.
Frente a los agoreros que decían que, en el caso de España,
un cambio en las constituciones podría ser terrible, aunque
otros países como Alemania y Gran Bretaña han cambiado
las constituciones sin ningún problema, comprobamos que estos
hechos de cambio no han representado ningún problema; al
contrario, la gente no ha sido consciente de ese cambio. De hecho,
es un cambio importantísimo permitir que el extranjero pueda
elegir a sus representantes municipales y además votar en
las elecciones europeas en el país en el que reside y no
en el país al que pertenece originariamente. Y como ése,
yo creo que podríamos hacer otros cambios que permitieran
avanzar en la constitución de la ciudadanía actual.
Creo que uno de ellos tiene que ver con el sufragio; si un extranjero
reside habitualmente en un país que no es el originario,
del que no es nacional, pero en cuya vida social participa activamente
sus hijos están participando en las escuelas y él
contribuye con los impuestos que hay en cada país con
su trabajo al crecimiento de la sociedad de ese país, ¿cómo
es que no va a poder elegir a sus representantes? Esto va en contra
de los principios democráticos sobre los que construimos
el Estado Ilustrado y no podemos seguir manteniéndolo. Yo
auguro que esta situación terminará por cambiar.
Las migraciones siempre han existido, siempre ha habido grupos
sociales que por lograr mejores condiciones de vida dejan sus lugares
de origen y se establecen en otras partes. ¿Cómo influyen
estas migraciones en la constitución de las sociedades?
Como bien dices, las migraciones tienen una trayectoria histórica
muy larga, pero yo añadiría algo más: es una
condición de la especie humana. Es difícil concebir
una especie que quiera mantener su proceso de supervivencia y que
no practique la migración. En términos biológicos
cualquier especie, cuando agota los recursos en un nicho ecológico,
cambia. Para mí esa es una parte del principio de la movilidad
en la especie humana: si en un lugar se agota el recurso, la gente
se desplaza a otro lado. Aquí no es exactamente el que se
agoten los recursos, sino que la gente va a donde se reparten los
recursos de manera más equilibrada.
No debemos pensar que las personas que emigran son los pobres, lo
cual es un gravísimo error, sino que los hacemos pobres cuando
llegan
a los lugares de destino. Muy al contrario: a veces los migrantes
son los más capaces de sus países de origen, los pobres
para su desgracia no pueden migrar, ya querrían muchos de
ellos dejar su lugar de origen porque ello significaría un
cambio. Pero lo que me parece importante es destacar esa condición
de la especie humana que va unida a la migración. Lo hemos
hecho todos y lo hacemos en todos los momentos. La cuestión
es entender por qué especialmente la mayoría de los
seres humanos hemos pensado en los migrantes de una manera tan perversa,
por qué hemos penalizado la migración y por qué
no es bueno migrar en los términos que lo hemos construido.
Los turistas jamás han tenido problemas y practican la migración
turística, ¿por qué con recursos ya no hay
problema? Fundamentalmente esto tiene que ver con las desigualdades;
nadie quiere al pobre y nadie quiere construir al pobre entre ellos.
Aunque las migraciones actuales representan en buena medida una
relación de dependencia producto de la globalización,
son necesarias en tanto es necesaria la mano de obra que demandan
los países de destino. Frente a la idea que la gente se marcha
porque no tiene nada, hay que pensar que a la gente la llaman porque
la necesitan, y eso debería de despertarnos una conciencia
diferente en cuanto a cómo vemos las migraciones. La gente
termina migrando a unos lugares en los que cumple efectivamente
y tiene un lugar importante que es, por ejemplo, mantener los mercados
laborales especializados que tienen grandes beneficios, en los cuales
de lo que se trata es de reducir al máximo los costos de
producción, y eso se consigue mediante la tenencia de mano
de obra muy barata. Dentro de un diseño de globalización
y de modernidad es mano de obra que se va a encontrar en los países
en los que los mercados laborales estén siempre en condiciones
peores. Por eso es muy bueno reflexionar, en términos de
migración, por qué la globalización puede seguir
manteniendo fronteras.
La globalización, que aparentemente es un modelo de desaparición
de fronteras, va a seguir manteniendo algunos límites porque
los que se globalizan no son todos los mercados sino parte de ellos.
Los mercados laborales no se van a globalizar en tanto que necesitamos
países con condiciones laborales diferentes que sean competitivos.
Por ejemplo, si mi país necesita mano de obra y puede solicitarla
al país vecino, podrá encontrarla siempre y cuando
las condiciones que ofrezcan, aun no siendo las más óptimas,
sean mejores que las del país de origen.
Si hablamos de la construcción de las sociedades multiculturales,
¿podríamos pensar que éstas son las grandes
urbes, los países altamente industrializados?
Hemos observado que en ellas vive pero no siempre convive una pluralidad
de sociedades. A veces una pluralidad cultural va interpretada por
quienes representan la cultura en términos de color de piel
o de diversidad lingüística, pero la cultura es mucho
más que todo eso. Todas las sociedades tienen diferentes
versiones de la cultura, al menos de la cultura como la entendemos
los antropólogos, como organización de la diversidad.
No se puede observar en términos culturales la diversidad
de género y no representa eso un modelo de diversidad que
necesita
como ya hemos comprobado de un nuevo orden, no basado
en el discurso androcéntrico que ha construido el mundo sobre
la base de la dependencia de las mujeres respecto de los hombres
en algunas partes del mundo, con visiones de dominación y
extorsión, y en otras partes con relaciones de dependencia
mucho más sutiles. Eso no representa un modelo de diversidad;
es que eso no está siendo ejecutado en términos de
igualdad.
Una parte del discurso multicultural debe contemplar la idea de
la igualdad y otra parte debe plantear la idea del reconocimiento
y el derecho a discrepar culturalmente. La posibilidad remota
por ahora de que los grupos tengan derechos a algo que es
impensable para muchas sociedades occidentales que organizan el
derecho en términos individuales, no sólo es cuestión
de Estados Unidos de Norteamérica o Canadá o Australia.
Lo que sí tenemos son diferentes formas de enfrentar el multiculturalismo.
México tiene una que es la del tratamiento exclusivo y excluyente
de los indígenas; Francia tiene otra que es la del republicanismo
de la integración, que ofrece todo lo que tienen a condición
de la integración, si pasa uno a formar parte de su modelo
cultural, de su versión del mundo. Está también
el caso de Estados Unidos, que es el de la fusión que supone
en último término la generación de una especie
de comunitarismo. Cada persona y cada lugar tiene su versión
cultural y lo que hacemos es respetar ese tipo de hettos en un modelo
supuestamente de convivencia. Insisto en que hemos dado respuestas
a la diversidad cultural, lo que ocurre es que no creo que sean
respuestas adecuadas, porque no favorecen la igualdad, concretamente
existe el caso de México que, por un lado, ensalza el pasado
indígena y, por otro, aquí no lo reconoce en términos
de igualdad, de respeto a su lengua y su cultura y no les da acceso
a las posiciones de poder que el resto de los individuos mestizos
tienen.
¿Qué nos dicen las actuales teorías del
multiculturalismo?
Básicamente vienen a plantear un modelo más liberal,
más comunitarista que se orienta hacia el respeto de cada
uno en su lugar, el respeto por sus diferencias. Pero en ellas no
se plantea la construcción de un nuevo modelo sobre la base
del intercambio y el reconocimiento a la igualdad de todos; luego
está el otro modelo teórico que justamente trataría
de superar este comunitarismo y es aquel que dice que la sociedad
multicultural se construye sobre la interacción, no sólo
sobre la tolerancia. Se trata de tolerar al otro respetando que
sí está, de construir nuevos modelos identitarios
incluidos que, respetando las particularidades, establezcan espacios
de convivencia de múltiples culturas, o sea, espacios de
interacción. No se trata de que respetemos que en otro barrio
vivan negros y en este vivan los latinos; se trata de que se establezcan
relaciones de dependencia entre unos y otros, porque construyen
comunidad en la interacción. Esto es lo que las teorías
están planteando, y digo las teorías, porque en la
práctica no podemos hablar de que se estén ejecutando
modelos de relación. |