Enero 2002, Nueva época No. 49 Xalapa • Veracruz • México
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Fernando Aceves Humana: La persistencia retiniana
Nuestro artista invitado
Jaime Moreno Villareal

 

* Fernando Aceves Humana
presentó, en la Galena Universitaria
Ramón Alva de la Canal, en enero de 2002,
su exposición La condición humana

Uno no sabe muy bien qué es lo que ocurre. Esta frase podría dar cuenta de la vida entera o de un solo suceso aislado. Ocurre que tanto el instante como la vida se nos escapan. La vida es un parpadeo y sin embargo es tan larga. Cabe en la palabra momento: el hombre vive su momento. Todo y nada. La obra de Fernando Aceves Humana insiste sobre ese momento, es decir, sobre ese movimiento (porque si es algo en el tiempo, momento es unidad de movimiento). En sus grabados ocurre uno no sabe muy bien qué, algo lo que el artista le da capción de parpadeo. Cada grabado abre y cierra instantáneamente. El artista alude a la impresión óptica de una imagen en la retina. Presentación y despedida. Fotogramas de una secuencia fílmica que se nos hurta, apariciones fantasmáticas. En cada caso hay algo que excede el sentido y la interpretación. Nos hallamos frente a mas de lo que nos ha sido dado conocer.

Nos hallamos frente a la persistencia de la sombra. En la obra de Fernando Aceves, la sombra es mas que una proyección constante del medio (el grabado es una producción de sombras y luces). Es la encarnación de algo que esta más allá de alguien, que lo ocupa y lo trasciende-aludo a la mano mediúmnica del artista que le da entrada y salida a formas espectrales, las técnicas mixtas que emplea dan calidades de espacio y tiempo a las sombras. Los seres que se manifiestan, hombres o engendros, han entrado en fase de eclipse.

No es difícil entender que su sombra sea, de tan intensa, incluso llameante. Fuegos fatuos, seres patéticos. La muerte los arropa en tanto que cada uno de ellos esta dejando de tener sustancia. Su condici6n es intersticial. Viven ya no en el momento sino del momento. Y en torno, por virtud de la mano del artista, el medio les responde tambi6n patéticamente. A veces viven no más que su instante de esplendor y apagamiento. A veces ya ni siquiera están, son los idos, los distraídos. Cierto aire da temperatura a las invenciones de Aceves Humana. Invención es "lo que viene", e inventar es abrir el acceso. En muchas de sus obras, tanto graficas como pictóricas, aparece la señal de un soplo en la atmósfera, en las olas, en el acompasamiento de la maleza. El soplo escapa del momento, también lo constituye. El soplo puede adquirir inmanencia hasta hacerse peso, o puede dar forma a una creatura, el verdadero monstruo o prodigio del instante. Puede colgar en el aire como nube, como signo aciago, como pneuma o emisión espiritual. El momento, la obra están respirando. Una respiración patética que, sin embargo, elude el sentimiento. Puede ser caliente o fría, muy sexual o casi cadavérica. El artista desgaja el patetismo a cierta distancia y sonríe con malicia. Describe la grandeza del desamparo, no la erige.

La invención de Fernando Aceves puede ser cruel como puede serlo la belleza de los últimos fulgores, en tanto que el humor aprovecha el crepúsculo para soltar a sus rehenes. Sombra e incandescencia. Esta paradoja expresa de otro modo un procedimiento de dibujante que no ignora la caricatura y su poder catártico. Hay en la soltura de la mano un impulso irrefrenable que abre al mismo tiempo puertas al azar y a la perfección, a la carcajada y al silencio. Fernando Aceves deja libre la mano para, más tarde, acotar sus trazos sin romperlos. La invención de dar a cada quien y a cada cosa su aire.

Uno no sabe muy bien qué es lo que ocurre en el acto de dibujar, de pintar o de grabar. Sólo sabe que ocurre en su momento y que expresa largamente ese momento. La mente ha tocado su futuro. En esta unidad de movimiento, imaginada y expresa, permanece el trazo irrepetible. Lo que ahí queda no es el frío del acontecimiento que se produce espasmódicamente en una cadena donde un hombre sigue al otro marchando neutral izados por la historia, absortos por el sentido de la propia vida. En la obra de Aceves no hay indiferencia pero tampoco hay gloria. El momento que se escapa, la vida que se escapa alcanzan un apogeo en un abismo, bajo una luz muy densa: el instante y la borradura del instante. El artista suele hallar ahí el triunfo de lo nimio. Lo ignorado se enseñorea entonces sobre el olvido. El momento se hincha y es voluptuoso. La visión se fija y sanseacabó, se vuelve hacia la nada, hacia otra forma de la nada. Queda la persistencia de la retina.