Jenny C. Ortega-Rosado1,2, Ángel A. Puig-Lagunes3, Eliseo Velazco-Cercas3, Luis Beltrán-Parrazal3, Consuelo Morgado-Valle3, César A. Pérez-Estudillo3, Jorge Manzo3, Ma. Leonor López-Meraz3*
1Doctorado en Neuroetología, Instituto de Neuroetología, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, México. 2Facultad de Odontología, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, México. 3Centro de Investigaciones Cerebrales, Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz, México.
Resumen/Abstract
Introducción
Conclusiones
Agradecimientos
Referencias
Correspondencia
Entre las funciones fisiológicas clásicamente atribuidas al cerebelo se encuentra el control del movimiento, la postura y el equilibrio. Los estudios clínicos como los realizados en modelos animales, indican que el cerebelo también participa en la coordinación de movimientos finos, la respuesta ocular, la memoria motora, e incluso la conducta sexual. El cerebelo también ha mostrado ser importante en la etiología de enfermedades del sistema nervioso central, tales como las ataxias cerebelosas y el autismo. Sin embargo, la relación entre la epilepsia y el cerebelo ha sido menos explorada. Por lo tanto, esta revisión recopila y discute los estudios que indican cómo las crisis epilépticas afectan al cerebelo, así como el posible papel modulador de éste en la epilepsia.
Palabras clave: Epilepsia, Convulsiones, Cerebelo, Atrofia, Células de Purkinje.
Movement control, posture and equilibrium are some physiological functions classically attributed to cerebellum. Clinical and experimental evidence has shown that cerebellum also participates in coordination of fine motor skills, ocular response, motor memory and sexual behavior. Cerebellum has shown to be important for the etiology of central nervous system diseases such as cerebellar ataxias and autism. However, the relationship between epilepsy and cerebellum has not been fully explored. This review aims to compile and discuss studies that suggest the effect of seizures on cerebellum as well as the consequences of modifying the cerebellar function on epilepsy.
Key words: Epilepsy, Seizures, Cerebellum, Atrophy, Purkinje cells.
El cerebelo es una estructura cuyo desarrollo se inicia durante el periodo embrionario temprano (entre la quinta y la sexta semana en el humano y entre los días embrionario 14 y 15 en la rata) y finaliza posnatalmente (aproximadamente durante la semana 40 de vida en el humano y alrededor del día posnatal 21 en la rata) y este proceso largo se debe en parte a su anatomía y microcircuitos complejos.1,2 El cerebelo participa en el control del movimiento, el control postural, el equilibrio, la adaptación motora y el aprendizaje motor.2 3 Recientemente se ha vinculado su participación también en la conducta sexual.4-7 Incluso se ha propuesto que éste participa probablemente en la generación, mantenimiento y/o recuerdo de conductas adictivas.8,9 El cerebelo también ha mostrado ser importante en la etiología de enfermedades del sistema nervioso central, tales como las ataxias cerebelosas y el autismo.10,11 Es por ello que en esta revisión se expone a partir de la evidencia clínica y experimental, cómo las crisis epilépticas o la epilepsia afectan al cerebelo. Así como también será revisado cómo diferentes manipulaciones que modifican o afectan la función cerebelar impactan en el desarrollo y manifestación de la epilepsia.
2. El cerebelo
2.1. Anatomía
Antes de iniciar los detalles sobre la neuroanatomía del cerebelo, debe recordarse que muchas de las funciones dependientes del cerebelo están ausentes al nacer, debido a que esta región del sistema nervioso central tiene un desarrollo ulterior postnatal. De ahí que con el paso del tiempo, los humanos y otros mamíferos, manifiestan una mejora progresiva en sus capacidades motoras y en la postura, misma que ocurre de manera paralela con la maduración anatómico-funcional del cerebelo.12,13 Sin embargo, si el cerebelo se daña debido a alguna agresión aguda o crónica, intrínseca o extrínseca, el individuo puede presentar ausencia o deficiencia de las funciones dependientes de este sistema de forma similar a lo observado durante la edad neonatal1,14 o bien pueden estar presentes pero alteradas.15,16
El conocimiento sobre la anatomía y los circuitos cerebelares se deriva en su mayoría de las investigaciones realizadas utilizando modelos experimentales, empleando principalmente a la rata de laboratorio como sujeto de estudio. El cerebelo (del latín, cerebellum “pequeño cerebro”) en su macro-estructura está conformado por dos hemisferios que escoltan lateralmente al vermis y dos pequeños flóculos. Además, la superficie cerebelosa se encuentra constituida por múltiples circunvoluciones organizadas de manera paralela denominadas folia, que se extienden de lado a lado. En un corte sagital a nivel de la línea media se pueden apreciar dos surcos profundos o cisuras transversales que dividen al cerebelo en tres lóbulos y a su vez en surcos más superficiales que dividen cada lóbulo en varios sublóbulos.17,18 En este sentido el cerebelo humano se compone de una capa externa de sustancia gris denominada corteza cerebelosa, la sustancia blanca interna y los núcleos profundos de sustancia gris están presentes en pares: el fastigiado, el globoso y el emboliforme (que corresponden al núcleo interpuesto en la rata) y el dentado.17,18 Es así que en los núcleos profundos se originan las eferencias cerebelosas (con excepción de una que proviene de la corteza cerebelosa) cuyas células envían proyecciones hacia los núcleos vestibulares externos e internos del tronco encefálico.19
En el humano como en la rata, la microanatomía de la corteza cerebelar presenta tres capas conformadas cada una por células que juegan un papel crucial para la entrada, salida e integración de la información en los circuitos cerebelosos. La capa más externa se denomina capa molecular y se encuentra conformada por células en forma de canasta y estrelladas, así como por fibras paralelas en forma de “T” (que son axones de las células granulares), además de las dendritas de las células de Purkinje y de Golgi. La capa granular que es la más interna contiene neuronas llamadas células de Golgi y glomérulos, los cuales son complejos sinápticos constituidos por axones de las fibras musgosas aferentes, axones y dendritas de células de Golgi y las dendritas de células granulares. Estas dos capas se encuentran divididas por una tercera capa conformada por los cuerpos celulares de las células de Purkinje, las cuales son neuronas grandes que tienen arborizaciones dendríticas que se extienden hacia la capa molecular, su distribución es perpendicular a las fibras paralelas con las que hacen sinapsis y tienen axones que se proyectan con los núcleos cerebelosos profundos o con los núcleos vestibulares y las ramas colaterales de los axones que hacen sinapsis con las células de Golgi.19,20
2.2 Circuitos cerebelares
Referente a los circuitos cerebelosos es importante recalcar que las células granulares son excitadoras, a diferencia de las células de Purkinje, las células estrelladas, las células de Golgi, las células en canasta y las células de Lugaro que son inhibidoras, principalmente GABAérgicas.1 El cerebelo es rico en este aminoácido neurotransmisor que es importante para la modulación de entrada y salida de información al cerebelo.1 Las fibras trepadoras provienen de la oliva inferior y hacen sinapsis glutamatérgica con las dendritas y el soma de las células de Purkinje, a diferencia de las fibras musgosas que provienen de los núcleos vestibular y pontino y que también hacen sinapsis glutamatérgica con las células granulares. El árbol dendrítico de las células de Purkinje recibe información de las células estrelladas y de canasta, que como se mencionó previamente, son inhibidoras, así como de las fibras paralelas que son excitadoras y que corresponde a los axones de las células granulares. Es entonces que las proyecciones excitatorias e inhibitorias convergen en la célula de Purkinje, donde se integra la información proveniente de la corteza cerebelar. Los axones de las células de Purkinje descienden a través de la capa granular hacia los núcleos profundos donde hacen sinapsis GABAérgica y a partir de los cuales se envía la información a la medula espinal, el tálamo, el complejo septo-hipocampal, la amígdala, los ganglios basales y la corteza motora.18-26 Las células localizadas en los núcleos profundos en su mayoría son de proyección, y las neuronas que proyectan a diferentes partes del cerebro son glutamatérgicas, mientras que las que envían proyecciones hacia la oliva inferior son GABAérgicas.12 Es por lo anterior que la modulación de la información de salida del cerebelo requiere la inhibición de la inhibición para poder integrarla y enviarla al resto del sistema nervioso central (Figura 1).
Como ya se mencionó anteriormente, se sabe que el cerebelo posee conexiones complejas a varias partes del cerebro, incluyendo la corteza y regiones del sistema límbico. Sin embargo, las conexiones, los hemisferios y el vermis cerebelares poseen diferentes vías aferentes y eferentes.27 Se sabe que los hemisferios envían y reciben proyecciones de la corteza cerebral.21,28 Este hecho implica que el cerebelo puede responder y modificarse en respuesta a la actividad epiléptica generada en dichas regiones, y que a su vez el cerebelo puede potencialmente modificar la actividad cerebral de las mismas.
3. Generalidades sobre la epilepsia.
La Organización Mundial de la Salud define a la epilepsia como un trastorno crónico caracterizado por crisis recurrentes, las cuales pueden variar desde fallo en la atención, espasmos musculares breves hasta convulsiones severas y prolongadas. Las crisis epilépticas son causadas por descargas eléctricas excesivas, usualmente breves y súbitas de un grupo de neuronas. La Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés) hace varias décadas propuso dos categorías para clasificar a la epilepsia: a) la clasificación de crisis epilépticas y b) la clasificación de las epilepsias. Durante varios años la ILAE categorizó a las crisis epilépticas con base a la localización de la actividad excesiva y/o hipersincrónica de las neuronas, en parciales y generalizadas.29
Figura 1. Imagen representativa de un corte sagital a nivel del vermis medial del cerebelo de la rata (panel de la izquierda), en la que se representan los lóbulos que lo conforman y las tres capas características de la corteza cerebelar. En el panel de la derecha se muestra una fotografía del inmunomarcaje para calbindina, una proteína localizada en las células de Purkinje, donde se puede apreciar el soma y las dendritas de estas células, localizadas en las capas de Purkinje y molecular de la corteza cerebelar, respectivamente. Note los axones que salen de los somas de las células de Purkinje y que se dirigen a la región media del lóbulo donde se localiza la materia blanca. Las barras de calibración corresponden a 50 μm.
Posteriormente, la ILAE consideró pertinente clasificar a las crisis epilépticas en a) auto-limitadas: de inicio generalizado o de inicio focal y b) status epilepticus (SE).30 En su última propuesta la ILAE propuso clasificar a las crisis epilépticas en crisis generalizadas, crisis focales y crisis desconocidas.31 Por otro lado, la clasificación de las epilepsias se diseñó para describir síndromes que cursan con un tipo (s) de crisis epiléptica (s), pero que no son la única característica del mismo, por lo que también se consideran otros aspectos como la etiología, la edad de inicio, la predisposición genética y la evidencia de patología para su clasificación.30 Considerando lo anterior las epilepsias pueden clasificarse en: epilepsias idiopáticas focales de la infancia y la niñez, epilepsias focales familiares (autosómicas dominantes), epilepsias focales sintomáticas (o probablemente sintomáticas), epilepsias generalizadas idiopáticas, epilepsias reflejas, encefalopatías epilépticas (en las cuales las anormalidades epileptiformes pueden contribuir a disfunciónprogresiva), epilepsias mioclónicas progresivas y crisis que no requieren necesariamente el diagnóstico de epilepsia (para más detalle consultar referencia 30). El cerebelo no es una región cerebral clásicamente involucrada en la zona epileptogénica, como lo son el hipocampo, la amígdala y la neocorteza. A continuación se muestran los hallazgos tanto en pacientes con epilepsia, como en animales empleados en modelos experimentales de epilepsia o convulsiones que relacionan al cerebelo con la epilepsia.
4. Alteraciones cerebelares asociadas con la epilepsia.
4.1. Evidencia clínica
La evidencia clínica demuestra la existencia de una relación entre la atrofia cerebelar y la epilepsia. Sin embargo, la causa de este fenómeno ha sido controversial ya que no se ha dilucidado si dicha atrofia existe antes de la epilepsia (por ejemplo, si se produjo perinatalmente), si se debe a la enfermedad o si es un efecto colateral del tratamiento farmacológico.32-38 De manera tradicional, la epilepsia tiene un origen cerebro-cortical, considerando que el foco epiléptico se localiza principalmente en regiones subcorticales límbicas, como la amígdala y el hipocampo, así como en la corteza cerebral,39-41 sin que el cerebelo sea implicado directamente en la génesis de la epilepsia.41 Sin embargo, varios estudios sugieren que debe considerarse al cerebelo en esta patología. Muestra de ello es el resultado de estudios clínicos que han encontrado atrofia a nivel de la corteza cerebelar de pacientes con epilepsia del lóbulo temporal32,34-38 y pérdida de células de Purkinje en pacientes con epilepsia crónica (incluyendo pacientes con crisis parciales complejas, con crisis secundariamente generalizadas o con crisis clónico-tónicas generalizadas),36 así como disminución en el volumen cerebelar en pacientes con epilepsia crónica.42-44 Estos hallazgos han sido comprobados al realizar estudios con diferentes técnicas biomédicas tales como la neuroimagen y la resonancia magnética en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal.33-35,44,45 Por ejemplo, un estudio que demostró anomalías en el cerebelo asociadas con la epilepsia se realizó en pacientes con epilepsia generalizada idiopática (EGI).46 En dicha investigación se utilizaron técnicas modernas de neuroimagen, basada en imágenes con tensión de difusión, y se identificó una disminución en los valores de anisotropía fraccionada en el cerebelo y el tallo cerebral de pacientes con EGI, parámetro que refleja daño en la integridad de la materia blanca del cerebelo.46
Es importante tener en consideración que variables adicionales pueden estar asociadas con la atrofia cerebelar en pacientes epilépticos, tales como la duración de una crisis convulsiva [p. ej. si se presenta uno o más episodios de status epilepticus (SE)], el número de crisis y el tratamiento farmacológico antiepiléptico.37,43,47-52 Respecto a este último punto, debe tenerse en mente que el uso prolongado de la fenitoína (difenilhidantoína), un fármaco ampliamente empleado en el tratamiento de la epilepsia y también utilizado para prevenir posibles convulsiones en pacientes que presentan algún factor predisponente para padecerlas, así como en el tratamiento de neuralgia del trigémino y neuralgia postherpética,51 puede producir atrofia cerebelar irreversible.32,48-50 Las manifestaciones clínicas de la atrofia cerebelar por fenitoína incluyen temblor intencional, nistagmo, dismetrías, y otros rasgos atáxicos que pueden presentarse difusos.51 Una vez establecida la alteración, estos síntomas pueden detenerse mas no revertirse al retirar el fármaco.43,44,50,52 Por otro lado, es aceptado que el SE (una condición aguda caracterizada por crisis convulsivas generalizadas continuas por al menos 5 min o por dos crisis sin la recuperación completa de la conciencia entre ambas),53 produce muerte neuronal en el humano principalmente en estructuras límbicas como el hipocampo, la amígdala y el tálamo,54,55 pero también produce muerte neuronal en el cerebelo, siendo las células de Purkinje la población neuronal afectada.54 En un estudio postmortem del cerebelo obtenido de un paciente que murió debido a SE, se identificó perdida de las células de Purkinje, daño en las célula remanentes y un aumento de la glía de Bergmann.56
Se ha demostrado que algunas conductas motoras durante una crisis convulsiva están relacionadas con el cerebelo.16,57-59 Ejemplo de ello, son las convulsiones causadas por un ganglioglioma cerebelar que dejaron de presentarse en un paciente posterior a su recesión.60 Esto sugiere la existencia de una interconexión funcional entre el cerebelo y el resto de las estructuras cerebrales y refuerza la posibilidad de que crisis epilépticas puedan generarse en el cerebelo. Además, resulta interesante que estudios postmortem y de resonancia magnética realizados de pacientes con autismo en comorbilidad con epilepsia, han mostrado la existencia de hipoplasia cerebelar, misma que puede deberse a un menor número de células de Purkinje.61-63 Esta alteración estructural en el cerebelo podría también estar relacionada con el desarrollo de epilepsia.
4.2. Evidencia experimental
Los modelos experimentales han permitido entender los mecanismos bioquímicos y fisiológicos fundamentales involucrados en la génesis de la epilepsia (modelos crónicos) y las crisis epilépticas (modelos agudos). A nivel experimental las crisis epilépticas pueden producirse por estimulación eléctrica cerebral, por la aplicación de fármacos antagonistas de sistemas de neurotransmisión inhibitorios (p. ej. del sistema GABAérgico o glicinérgico) o agonistas de sistemas excitatorios (p. ej. el sistema glutamatérgico o colinérgico), principalmente. A continuación se menciona la evidencia experimental que muestra la relación que existe entre el cerebelo y la epilepsia.
Para responder la pregunta de si la actividad epiléptica produce pérdida de células de Purkinje, Dam y colaboradores64 diseñaron un par de experimentos empleando ratas y gerbos. Sus hallazgos refieren que la aplicación de 140 electrochoques a ratas durante 50 días no modificó el número de células de Purkinje comparadas con las ratas sin convulsiones. Sin embargo, cuando los gerbos se subdividieron en las poblaciones resistente y sensible a las convulsiones, se observó una menor densidad de células de Purkinje en los gerbos con crisis, lo cual se asoció con la actividad epiléptica.64 También utilizando modelos experimentales en ratas se ha identificado que el SE convulsivo, producido por la aplicación de ácido kaínico o pilocarpina, produce muerte neuronal y posteriormente una reducción en el número de neuronas en el hipocampo (células piramidales en la región de CA1 y CA3) en ratas de diferentes edades, así como muerte neuronal en otras zonas del cerebro como el tálamo y la amígdala.65-67 Un efecto similar se observa en el cerebelo de ratas adultas que presentan SE tras la aplicación de ácido kaínico, aunque se reporta un daño menor en esta estructura y no se indican los detalles sobre la localización anatómica de este hallazgo.68 El efecto de las convulsiones sobre la integridad cerebelar, también se ha explorado en el cerebelo en desarrollo. A este respecto, se sabe que el SE severo producido por la exposición a fluorotil en ratas de 4 días de edad reduce el peso del cerebelo y la síntesis de ADN en ratas inmaduras, efecto que se asocia con un retraso en su desarrollo conductual.69 Recientemente se reportó que las convulsiones causadas por el pentilentetrazol en ratas de 10 días de edad producen pérdida de células de Purkinje y reducen la proliferación celular en el cerebelo.70 Sin embargo, datos preliminares de nuestro grupo de trabajo muestran que el SE (causado por el agente colinérgico pilocarpina) en ratas infantes de 14 días de edad no produce muerte neuronal en el vermis medial del cerebelo,71 fenómeno que se asocia con la ausencia de cambios en la concentración tisular de aminoácidos excitadores e inhibidores y en la cantidad de receptores GABAA,72 lo que sugiere que probablemente la inmadurez y plasticidad cerebelar crearon un mecanismo de protección ante tal agresión.72
4.3. Efecto de la modificación de la función cerebelar sobre la epilepsia
En la década de los setentas, el grupo de Cooper73,74 demostró que la estimulación eléctrica del cerebelo tenía efectos anticonvulsivos en humanos resistentes al tratamiento farmacológico. Los pacientes en este estudio presentaban epilepsia definida como psicomotora, de gran mal, de ausencia o epilepsia focal y en todos ellos se colocó una malla con 4 u 8 pares de electrodos bipolares de platino en el paleocerebelo, el neocerebelo, o ambos; los electrodos se estimularon a través de una antena fijada subcutáneamente al pecho de los pacientes.73 En estos estudios se demostró que el efecto anticonvulsivo de la estimulación cerebelar dependía de la región estimulada, de manera que sus observaciones indicaron que la estimulación crónica del lóbulo anterior fue más efectiva en reducir las convulsiones que la estimulación del lóbulo posterior.74 Estos hallazgos revolucionaron la posibilidad de una terapia no farmacológica para el tratamiento de la epilepsia; aunque, aún hoy este procedimiento no ha sido aprobado como terapia antiepiléptica. Posteriormente, la estimulación eléctrica del cerebelo se siguió estudiando, no sólo para contrarrestar las crisis convulsivas como se propuso inicialmente, sino que también como una posible terapia de otras patologías tales como la parálisis cerebral75,76 y la enfermedad de Parkinson.77 En este último estudio, se mostró que la estimulación magnética transcraneal repetida del cerebelo puede modificar las habilidades motoras en pacientes con enfermedad de Parkinson.77 Lo anterior pone de manifiesto que el cerebelo es una estructura que debe tenerse en mente cuando se buscan terapias potenciales para el tratamiento de patologías del sistema nervioso central que no necesariamente lo implican de manera directa.
A nivel experimental, el trabajo realizado por Goddard y colaboradores78 en ratas permitieron describir uno de los modelos experimentales de epilepsia más notables, el “kindling” eléctrico. Este modelo consiste en aplicar repetidamente estímulos eléctricos (1 s, 60 Hz) inicialmente subumbrales (que no producen convulsiones) en diferentes regiones cerebrales, mismos que posteriormente producen crisis generalizadas cada vez que se aplican. Dos de las regiones que al estimularse produjeron más rápidamente este fenómeno, es decir, las regiones más epileptogénicas, fueron la amígdala y otras estructuras del sistema límbico, incluyendo el hipocampo. Pero además, a partir de estos estudios se identificó que el cerebelo, el núcleo rojo y la sustancia negra eran resistentes (“negativas”) a la epileptogénesis asociadas con el kindling, ya que su estimulación no produjo este fenómeno.78 Otros estudios pioneros sobre el papel del cerebelo en la epilepsia se realizaron en ratas y mostraron que la lesión del cerebelo aumenta la duración de las crisis generalizadas producidas tras la aplicación de cobalto en la corteza cerebral,79 y que la remoción completa del cerebelo incrementa la duración de la actividad epileptiforme registrada en la corteza somatosensorial y visual de la rata debido a la aplicación local de penicilina (foco epiléptico).80 Por su parte Paz y colaboradores81 mostraron que el cerebelo influye en la manifestación de conductas convulsivas. Esto lo comprobaron al inducir kindling eléctrico en la amigada cerebral en gatos a los cuales previamente se les realizó una cerebelectomía total (el cerebelo se extrajo por aspiración). Estos gatos sin cerebelo requirieron un menor número de estímulos eléctricos para presentar crisis generalizadas las cuales tuvieron mayor duración, tanto electrográfica como conductualmente.81 Los autores proponen que la cerebelectomía total produce cambios anatómicos y funcionales en estructuras del tallo cerebral que conducen a la facilitación de la actividad neocortical y por ende de las convulsiones.
La literatura sugiere que las eferencias cerebelares tienen un efecto inhibitorio de las crisis epilépticas.79,82,83 Al respecto se demostró que la lesión de los núcleos profundos dentado e interpósito del cerebelo de la rata con ácido kaínico, disminuyó el número de estímulos eléctricos necesarios para cada etapa del kindling amigdalino, aunque la duración de la postdescarga asociada a éstas fue menor.83 Si bien es cierto, la evidencia anterior sugiere el papel inhibitorio del cerebelo ante las convulsiones, el papel de esta estructura en la epilepsia es tan compleja como su anatomía. Así, Rubio y colaboradores84 mostraron que la estimulación eléctrica (pulsos rectangulares de 0.5 ms de duración a intervalos de 1 h, 1, 10 o 100 Hz con una amplitud de 10-20 μA) del pedúnculo cerebelar superior de la rata, modifica la epileptogénesis asociada con el kindling amigdalino, pero con un efecto diferencial, ya que la estimulación de esta estructura facilita inicialmente las crisis límbicas, pero impide la generalización secundaria de las mismas. Estos hallazgos sugieren que el cerebelo tiene un papel importante en la modulación y la propagación de la actividad epiléptica generada en el sistema límbico.84 Lo anterior muestra que si bien el cerebelo no es una región epileptogénica per se, posee conexiones con estructuras cerebrales que modulan las crisis epilépticas. Este hecho hace posible que la manipulación de la función cerebelar pueda resultar una opción terapéutica para modular la severidad de las crisis convulsivas en pacientes con epilepsia intratable.81,83,85 (Figura 2).
Figura 2. Esquema que resume la evidencia clínica y experimental que apoya la relación que existe entre la epilepsia y el cerebelo
La evidencia clínica y experimental muestra que la epilepsia puede modificar la funcionalidad y anatomía cerebelar y que a su vez la modulación de la función del cerebelo puede afectar la manifestación de la epilepsia. Se acepta que el cerebelo es una estructura cerebral que si bien no inicia el movimiento, contribuye en gran medida a la coordinación, la precisión y la sincronización exacta del mismo, hecho que es posible debido a que recibe información de varias regiones cerebrales, la integra y posteriormente envía información para modular la respuesta. Lo anterior, deja ver la importancia de entender el papel del cerebelo en la epilepsia, no sólo para conocer su participación en la regulación de la actividad epiléptica y su manifestación clínica, sino también para identificar blancos terapéuticos que permitan su control, sobre todo en aquellos pacientes que no responden al tratamiento farmacológico o que no son candidatos a la cirugía de epilepsia y a quienes urge una terapia que mejore su calidad de vida.
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por el donativo de ciencia básica (106402) otorgado a MLLM y por la beca doctoral otorgada a JCOR (161511), AAPL (212825) y EVC (326059).
Recibido: 03 de febrero de 2015 | Aceptado: 11 de marzo de 2015 |
Centro de Investigaciones Cerebrales. Universidad Veracruzana. Unidad de Ciencias de la Salud, Médicos y Odontólogos s/n. Col. Unidad del Bosque, C. P. 91010, Xalapa, Veracruz. México. Teléfono: +52(228)8418900 EXT. 16305. leonorlopez@uv.mx
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