Núm. 1 Tercera Época
 
   
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Fernando Vilchis
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El Güegüense no es un indio como pensaba Martí, sino más bien un mestizo, aunque para los dominadores españoles no habría mucha diferencia. Ambos eran oprimidos. Y lo que está claro es que el Güegüense está del lado de los oprimidos, y que es un mestizo rebelde. La obra es toda ella una denuncia contra la corrupción y la injusticia, y podríamos califi carla como Teatro de Protesta. Dice Gladis Miranda: “Es la primera protesta literaria en la América Hispánica contra la estructura gobernante opresora e injusta”.

Crítica de los dominados a los dominadores no hay más que ésta en América Latina. En este sentido la pieza es única. Era exclusivamente actuada por indios. No había ningún español que actuara en ella.

Y estos indios irrespetuosos se están siempre burlando del lenguaje ridículo de la cortesía barroca palaciega. Por eso se están repitiendo las mismas cosas babosas que ellos dicen, y esas repeticiones eran para dar risa, aunque a nosotros nos parezcan monótonas.

Pero esta obra no sólo es la primera obra de teatro de protesta, sino la primera obra de teatro hispanoamericano. Y tiene mucha razón Jorge Eduardo Arellano cuando dice: “El Güegüense dio a Nicaragua el privilegio de ser cuna del arte teatral latinoamericano”.

Me parece signifi cativo también que esta primera obra de la literatura nicaragüense sea una obra de risa y de sátira. Hay mucha risa y alegría en ella, y debemos reconocer que la risa, la guasa, son una característica de nuestra nacionalidad nicaragüense. Es parte de nuestra identidad nacional, y parte muy importante.

El autor de esta obra, también según Arellano, es un autor culto, y con perfecto dominio de la lengua castellana, lo que indica que no sería un indio ni un mestizo sino un español. Pero su actitud crítica también indica que no sería un funcionario real. Tanto Jorge Eduardo Arellano como Carlos Mántica sostienen que este español debía haber sido un cura. Y a mí me parece esto muy razonable. Durante la dominación española los únicos que estuvieron (en su mayoría) con los dominados, fueron los curas. Fueron sus defensores, y hoy les llamaríamos Curas de la Liberación.

Una cosa que a mí me llama la atención es que en esta obra se habla de y no de vos como hablamos los nicaragüenses (sólo una vez aparece el vos) y esto también podría ser porque el que la escribió era un español. ¿O porque en aquella temprana época aún no se usaba el vos ?  

En muchas ocasiones, al quedar bajo la férula de la familia de adscripción, se exacerba su restricción en espacios domésticos y se les vigila estrechamente, a la vez que se agudiza su dependencia hacia las remesas llegadas desde el otro lado de la frontera...  

Parece ser que la palabra güegüense que es la que da el nombre a la pieza, viene de huehue, que en náhuatl es “viejo”, junto con la terminación tzlintle, que es diminutivo de respeto y de cariño.

Este viejo Güegüense, según cuenta él mismo, era un comerciante, o contrabandista (que en aquellos tiempos de la colonia venía a ser casi lo mismo) y recorría las tierras de Centroamérica y México con su mercadería: “Cuando yo anduve por esas tierras adentro, por la carrera de México, por la Veracruz , por la Vera Paz , por Antepeque, arriando mi recua…” Y relata de uno de esos viajes: “¡Válgame Dios, Señor Gobernador Tastuanes! viniendo yo por una calle derecha me columbró una niña que estaba sentada en una ventana de oro, y me dice: qué galán el Güegüense, qué bizarro el Güegüense, aquí tienes bodega Güegüense, entra Güegüense, siéntate Güegüense, aquí hay dulce, aquí hay limón…” Y éste sería uno de los pasajes en que Darío encontró “un vago refl ejo lírico”, pero también en los que Martí encontró chistes “picantes a más de rastreros” pues la niña que así lo estaba recibiendo no era niña sino una prostituta.

A este personaje, los que han hablado de la obra, lo caracterizan con muy diversas califi caciones, como: burlón, picaresco, satírico, irrespetuoso, rebelde, fachento, fantasioso, gracioso, igualado, procaz, embaucador, embustero, divertido, fanfarrón, vagabundo, trashumante, inteligente, alegre… palabras todas estas que para nosotros los nicaragüenses, en sus cualidades y defectos, defi nen al “nica”. Y me parece muy acertado el título que María López Vigil escogió para su adaptación juvenil, resumiendo unas cuantas características: Historia del muy bandido igualado rebelde astuto pícaro y siempre bailador Güegüense.

La obra, desde un inicio, comienza mezclando las dos lenguas, india y española:
Matateco Dio mispales, Señor Gobernador Tastuanes.
Que traducido por Brinton es:
Dios lo guarde, Señor Gobernador Tastuanes.

 
 
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