Abril-Junio 2006, Nueva época Núm.98
Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral


 

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Thomas Mann
 


Thomas Mann.
(Transgrafía: Carlos Torralba)


  La cólera de Mann es feroz, visceral, olímpica. Se descarga sobre un blanco general: las democracias occidentales, en especial la francesa, en el primer periodo; el nazismo, en el segundo. Recae también en otro asunto concreto: los intelectuales que apoyan esos movimientos. Durante su exilio, considera que toda la tradición filosófica no racionalista es responsable de la tragedia que vive Alemania. Hasta Bergson aparece acusado como precursor del modelo nazi. El instinto, lo irracional, el mito, todo lo que sustenta la obra de Mann resulta frenéticamente condenado por él en sus momentos de desesperación. Dice Kundera:

Existe una diferencia fundamental en la manera de pensar de un filósofo y la de un novelista. Se habla con frecuencia de la filosofía de Chejov, de Kafka, de Musil, etcétera. Pero, ¡trate usted de extraer una filosofía coherente de sus escritos! Incluso cuando expresan sus ideas directamente, en sus cuadernos íntimos, éstas son más ejercicios de reflexión, juego de paradojas, improvisaciones y no afirmación de un pensamiento...

En Mann, en efecto, la discusión con los demás, y también con quien él ha sido y con el que es mientras escribe su diario, está presente en sus grandes libros, pero el instinto del novelista la transforma, le encuentra otra dimensión, le confiere un significado diferente. En una misma entrada del diario puede afirmar una idea y terminar sosteniendo la contraria. Todo eso al llegar a una novela saldrá del caos, será coherente, dejará de ser informe sin perder la intensidad que tuvo en la vida real, es decir, en los diarios.