Universidad Veracruzana

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Las lenguas indígenas en México: una deuda histórica

foto para grandes montañas

Rafael Nava Vite, Carlos Octavio Sandoval, Malaquías Sánchez Rosales

Ver.-/Tequila, UVI Sede Grandes Montañas.

 ¿Tlen moneki mochiwas pampa amo ma poliwi tomasewaltlahtol?

La historia revela que antes de la colonización europea, las lenguas que se hablaban en México eran sumamente importantes debido a que eran empleadas por mercaderes, sacerdotes, guerreros, hombres y mujeres purépechas, otomíes, nahuas, zapotecas, mayas, entre otros. De todas estas lenguas la más difundida era el náhuatl, ya que era empleada por numerosos grupos nahuas esparcidos desde la Huasteca hasta Guerrero, y desde el Valle de México, hasta Centro América.

En el siglo XVI, Mendieta, Sahagún y otros españoles se dieron cuenta del valor del náhuatl como una lengua adecuada para los discursos científicos y la expresión literaria, eficaz y agradable en su formulación y capaz de expresarse con precisión y en forma abstracta. Otros señalaron que si se comparaba la jerarquía de funciones del náhuatl y la del latín, se encontraba una similitud favorable al primero, lo cual significaba que ambas servían para la comunicación técnico-práctica en ámbitos como la política, la economía y la jurisprudencia, por mencionar algunos. Sin embargo, adentrados en la colonia, el náhuatl pasó a un segundo término. Los españoles intentaron utilizar el castellano para adaptar a los indígenas a la nueva cultura y religión.

En el periodo de la independencia creció el interés por la unificación nacional, donde criollos, indígenas y mestizos pasaban a formar la nueva nación, adoptando el español como la lengua oficial. Las ideologías modernistas vieron con desdén a las lenguas originarias, tomándolas por atrasadas y primitivas. La riqueza cultural de la emergente nación pasó a ser un lastre para las aspiraciones homogeneizantes de las nuevas élites independientes.

 Posterior a la Revolución Mexicana se inició una polémica sobre la política a seguir con respecto a las lenguas indígenas y a la impartición de la educación de los grupos indígenas que existían en el país. En todo el periodo posrevolucionario la educación en las escuelas era impartida en español y a mediados de los 40s el sistema de escuela rural mexicana se expandió en las zonas indígenas y se utilizó el español como medio de enseñanza. De esta manera, la escuela se convirtió en un espacio donde se aprendió a despreciar la lengua indígena y se llegó a considerar exitosa cuando la lengua indígena era desplazada por el castellano. La historia demuestra que este sistema educativo resultó ineficaz y su fracaso se notó en la deserción escolar en las comunidades indígenas.

Este paradigma homogeneizante y el uso del aparato educativo para hacerlo valer, puso en riesgo la diversidad cultural y lingüística del país. ¡Todavía hoy, se sigue utilizando el dominio del español como indicador de desarrollo para los pueblos indígenas!

 En el último cuarto del siglo XX, como resultado de la conciencia india y la emergencia de los pueblos indígenas como sujetos políticos, las políticas educativas y los discursos fueron tímidamente modificados. En 1978 se creó la Dirección General de Educación Indígena con la finalidad de ofrecer una Educación Bilingüe Bicultural y en 1998 se cambia la denominación por la de Educación Intercultural Bilingüe. Hoy, ya bien entrados en el siglo XXI, el propósito del bilingüismo sigue estando presente. Sin embargo, en las aulas sigue ocurriendo lo mismo que hace algunas décadas. El español se sigue usando en varias comunidades indígenas como lengua de instrucción, desplazando poco a poco a las lenguas originarias.

 Por lo anterior, desde hace varios años los indígenas de diferentes etnias, han demandado ante el estado mexicano la necesidad de que en los programas educativos se incluyan los saberes lingüísticos y culturales de sus pueblos y comunidades. El reclamo se ha hecho escuchar en diferentes foros y encuentros por los propios pueblos indígenas, que cada vez más exigen la inclusión dentro de los planes curriculares, la enseñanza de sus lenguas, cosmovisiones y la cultura propia.

 Ante esta demanda, la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), plantea como uno de sus propósitos centrales fomentar el uso, enseñanza y difusión de las lenguas y culturas propias de las regiones interculturales del estado de Veracruz, con la finalidad de promover el desarrollo lingüístico y cultural en el estado, a través de encuentros académicos, foros de discusión e intercambios de experiencias sobre prácticas educativas.

 En consecuencia algunos docentes de la UVI sede Grandes Montañas hemos tomado el reto de comenzar a dar pasos firmes hacia la recuperación de las lenguas originarias como lenguas de instrucción, buscando revertir los efectos de la castellanización forzada, producto de siglos de políticas públicas etnofágicas y culturalmente homogeneizantes.

El pasado mes de junio dio inicio con transmisión vía videoconferencia para las cuatro sedes regionales, la primera sesión del Seminario “El papel de las lenguas nacionales en las políticas públicas y en la educación superior” organizado por el Área de Normalización Lingüística de la UVI. El objetivo de este Seminario es abrir un espacio para la formación interna del profesorado de la UVI de las cuatro sedes regionales, con temas relacionados a las lenguas nacionales en distintos ámbitos. El seminario concluirá en el mes de octubre e incluirá temas como los derechos lingüísticos, la estandarización de la escritura en lenguas indígenas, la importancia de las lenguas y culturas en las políticas del Estado, entre otros.

Otra de las actividades que destacó este semestre, fue la realización por parte de docentes y alumnos de la UVI Grandes Montañas de un coloquio académico en náhuatl.  En este evento se presentaron los temas de investigación de los alumnos de 2° semestre. Todos los trabajos se expusieron en el idioma náhuatl, desde el orden del día hasta las preguntas y comentarios. Esta estrategia surgió como una iniciativa de los docentes junto con los estudiantes para desarrollar algunas de las clases mediante la lengua. Al abrir espacios en donde se desarrollan actividades de este tipo, varios de los estudiantes comenzaron a valorar y a utilizar su lengua materna para el proceso de su formación profesional.

 Por su parte, los estudiantes que no saben otra lengua, intentaron comprenderla y hablarla, sensibilizándose sobre el valor que tiene el náhuatl durante el trabajo de investigación en las comunidades de la región, puesto que en la mayoría de las investigaciones que realiza la UVI, los actores locales transmiten conocimientos y saberes en la lengua náhuatl.  Esto para otros es un obstáculo, pues no es fácil poder interactuar con la gente de las comunidades cuando el investigador es monolingüe.

Durante este evento, se vio una diferencia tanto en la participación como en el sentimiento de los alumnos.  Pocos días antes del coloquio en náhuatl, se había realizado un evento similar en español. Si bien en el primer coloquio hubo buena participación, en el segundo, llevado a cabo en el idioma náhuatl, los estudiantes mostraron mayor interés y profundidad al presentar y explicar los acontecimientos que surgían durante el trabajo de campo y cómo lograban rescatar ciertos temas que alimentaban la investigación de cada uno. Para nosotros como docentes fue una agradable experiencia, puesto que todos los alumnos aportaron mucho, incluyendo aquellos a quienes se les dificultaba hablar en grupo.

Inmediatamente nos dimos cuenta de la potencialidad del idioma náhuatl en el ámbito académico.  El desempeño de los estudiantes fue completamente diferente.  La autoestima, el interés y la identidad se vieron reforzados al encontrarse utilizando su lengua originaria en un contexto del que por décadas se les ha querido excluir.

Sin embargo, el apuntalar a las lenguas originarias en un contexto hegemonizado por una lengua de Estado, como lo es el español, no es una tarea sencilla.  A pesar de las declaraciones de principio y buenas intenciones, existen numerosos obstáculos estructurales que mantienen relegados a los idiomas indígenas.  Estos tienen que ver con la relación de poder desigual entre estos y la lengua española.  Mientras que esta última se considera una “lengua del conocimiento” y cuenta con instituciones que la fortalecen, como la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y las 22 academias que la componen, los idiomas como el náhuatl se siguen considerando como meros idiomas “orales” o tradicionales (no modernos) que no requieren el mismo trato que una lengua moderna, y que por supuesto, no pertenecen al ámbito académico (a menos que sea como objeto de estudio).

 Esta visión ha repercutido en el estancamiento del desarrollo de las lenguas indígenas, o en el caso de las Grandes Montañas, del náhuatl.  Esta lengua ha dejado de actualizarse y no existe un léxico especializado para temas que vayan más allá de las narraciones tradicionales, cuentos y temas relacionados al campo. No hay producción de textos impresos en náhuatl ni traducción de textos académicos en esta lengua.  La creciente fragmentación de la lengua hace que sea poco rentable la impresión de un texto en una sola variante dialectal.  Los pocos textos escritos están redactados en una variante particular y no son leídos por la gran mayoría de nahuahablantes.

 Esta situación crea una brecha cada vez más grande entre las maneras de hablar de una región a otra, y esto hace cada vez más difícil llegar a acuerdos sobre ortografías y normas gramaticales que permitan en un futuro avanzar hacia la impresión de textos escritos que puedan ser leídos por una gran mayoría de nahuahablantes (independientemente de su variante dialectal).  Si no hay impresión de textos en náhuatl, si no hay desarrollo de léxico y actualización de la lengua, entonces se dificulta el acercamiento del náhuatl al dominio académico.  Se vuelve cada vez más difícil imaginar una realidad en la que sea una lengua de instrucción académica, una lengua que genere conocimientos y que pueda dialogar en términos de igualdad con el español y cualquier otra.

En la UVI nos hemos dado cuenta de que tenemos una oportunidad histórica, pues contamos con presencia de al menos tres regiones dialectales del náhuatl, por lo que ya está en puerta un proyecto de conversatorios interdialectales.  Estos conversatorios buscan precisamente contrarrestar la fragmentación de este idioma, acercando a los hablantes a un mutuo entendimiento que posibilite un movimiento hacia la estandarización del idioma en el contexto académico.  A partir del semestre que inicia, buscaremos implementar no sólo estos coloquios académicos en el idioma náhuatl con nuestros alumnos y alumnas, sino que además estamos programando coloquios que contemplen la participación de alumnos nahua hablantes de la región huasteca y el sur de Veracruz.

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