Año 14 No. 603 Junio 1 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

“Que la información sea abierta para todos”: Sergio González

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"El trabajo periodístico implica el desafío de confrontar la realidad hasta lo último”

«El trabajo periodístico implica el desafío de confrontar la realidad hasta lo último”

Paola Cortés Pérez

En términos particulares y generales, en México no hay libertad de expresión, porque en los medios de comunicación imperan los boletines gubernamentales, la versión oficial, afirmó Sergio González Rodríguez, periodista y escritor en entrevista concedida a Universo.

Al hablar del periodismo en el país, expresó que éste ya no debe limitarse al relato de un suceso, sino tratar de dotar al lector de una visión multidisciplinaria y desde todos los ángulos, para cumplir la función de informar y formar a las audiencias.

Originario de la Ciudad de México, estudió Literatura Contemporánea en la Universidad Nacional Autónoma de México y se ha desempeñado como crítico, narrador, ensayista, historiador literario y guionista.

Trabajó en el Departamento de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia; fue asistente de la Coordinación de Exhibición del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Como periodista, realizó trabajo de edición en el Estudio de Salvador Novo, A.C., y en la Revista Biblioteca de México; en la revista Luna Córnea colaboró como editor y fotógrafo. También ha colaborado en los periódicos Reforma y La Jornada.

Sergio González es reconocido a nivel nacional por su trabajo de investigación sobre los feminicidios en Ciudad Juárez, realizado de 1990 a 2000. Como reportero de Reforma, realizó su primer viaje a la frontera norte del país en 1995. Los artículos sobre el tema fueron la base para el libro Huesos en el desierto (2002), en el que desarrolla los géneros de reportaje, crónica y ensayo.

Dicho trabajo fue finalista en el Lettre Ulysses International Prize of Literature Reporting en Alemania, y ha sido traducido al italiano y francés.

Recientemente participó en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU), donde charló sobre su más reciente libro, Campo de Guerra.

¿Cómo hila ser novelista y periodista?
La escritura en general tiene que verse como una expresión múltiple. No establezco diferencias entre la literatura y el periodismo, para mí exigen la misma intensidad, la misma calidad expresiva, y el mismo rigor intelectual.

Es muy importante que el escritor lo comprenda, porque luego se establecen diferencias muy tajantes: “es un buen periodista”, “es un escritor de segunda”, o “es un literato que quiere escribir periodismo pero no lo logra”. Hay que acabar con estas diferencias.

Para mí, como enseñan los grandes maestros del periodismo en México y en otros países de lengua española, la tarea de la escritura implica literatura y periodismo.

¿Es una obligación moral abordar temas de relevancia para el país?
Es decisión de cada escritor. No necesariamente quien escribe tiene que estar comprometido con temas de actualidad, esto es válido.

El punto es cómo observar lo que escribe alguien en cuanto a la calidad que propone, cómo podemos admirar a un escritor que no escriba de cosas actuales, como el caso canónico de Jorge Luis Borges, que tiene una calidad extraordinaria.

La exigencia de la escritura tiene que estar frente al lenguaje, frente a la memoria cultural, frente al reto intelectual de ver en el lector un interlocutor más inteligente incluso que uno. Estos tres elementos pueden estar en la literatura de mucha actualidad y en la literatura transtemporal, ya que le van dando a la materia expresiva su misma dimensión, lo mismo en el periodismo que en la literatura.

Usted ha realizado periodismo de investigación sobre los feminicidios en Ciudad Juárez, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Fue muy impresionante para mí, muy trágica para todo el país. Descubrí que las instituciones no funcionan y que la impunidad es uno de los grandes problemas nacionales.

Cuando el escritor y el periodista asumen estos retos tratan de establecer un diálogo múltiple con la comunidad que padece estos asuntos, presentar a los lectores el contexto histórico, y esto los lleva a reflexionar sobre las carencias generales del país.

El trabajo periodístico implica el desafío de confrontar la realidad hasta lo último para poder establecer un diagnóstico, presentar narrativas e historias, dejar la voz de las víctimas o de los protagonistas, de tal modo que el lector establezca una relación con su propia realidad. Tenemos que formar e informar.

La experiencia de Ciudad Juárez fue definitiva, a partir de ahí empecé a vincularme e interesarme por otros temas.

El Estado de México se ha convertido en el lugar más peligroso para las mujeres, ¿ya vislumbraba este incremento de violencia?
Hace algunos años, a finales de la década de los noventa, yo advertí que lo que se detectaba en Ciudad Juárez era tan grave que podría extenderse a todo el país, y por desgracia sucedió. Las carencias institucionales de la ciudad fronteriza se extendieron a todo México.

¿Existe libertad de expresión en México?
Creo que se debe ser muy claro sobre este fenómeno. Se tiende a hablar de libertad de expresión, que es un término equivalente a la alusión anglosajona free speech; pensamos que sólo porque podemos hablar y dar nuestra opinión en los medios existe una libertad de expresión, yo me permito dudarlo y lo voy a tratar de argumentar.

La libertad de expresión es la capacidad de expresar lo que uno quiere en un medio de comunicación, en un foro público, en la vida general de la sociedad, pero hay determinantes que moldean esa libertad abstracta.
La libertad sustancial de expresión en los medios se ha reducido a la opinión de algunos analistas o comentaristas, mientras que el medio no está dando una visión amplia de lo que pasa en un país. Por ejemplo, en México actualmente sabemos que por razones gubernamentales se tiende a establecer un control de los medios de comunicación en cuanto al contenido básico de lo que ellos informan a la gente. Se quiere que los medios simplemente se reduzcan a la versión oficial, que ésta prevalezca en la radio, la televisión e Internet, lo que es imposible porque tenemos las redes sociales, la participación directa e inmediata de las personas.

En México tenemos una libertad de expresión en general, abstracta y formal, pero en muchas partes acotada porque los medios de comunicación más importantes sólo difunden la versión oficial y esto no es libertad de expresión, hay censura y muchos medios de coaccionar, por ejemplo a través de la publicidad gubernamental, donde los medios de comunicación se ven sujetos a presiones políticas, o bien los concesionarios detectan estas presiones, como en el caso de Carmen Aristegui, para hacer a un lado a una periodista que no conviene a la versión oficial.

En términos generales y abstractos, se puede decir que hay una libertad de expresión, pero en términos concretos, particulares y generalizados no la hay porque la versión oficial tiende a imperar y esto hay que cuestionarlo. Debemos dejar que la información sea múltiple, colectiva, abierta para todos, porque de otro modo vamos a conformarnos con el boletín gubernamental, donde no está toda la información, sólo la que le conviene a un gobierno pero no a la sociedad en su entereza.

Ante la evidente relación entre propietarios de medios de comunicación y la clase política, ¿de qué manera el periodista debe construir la credibilidad?
La credibilidad es el aspecto más importante cuando uno registra un hecho noticioso o un proceso que causa un efecto colectivo adverso.

¿Cómo podemos detectar los agentes y factores que determinan estas anomalías en la sociedad? Ésta es la obligación del periodista, no solamente consignar el dato, investigar o proveer un contexto, sino ampliar éste a sus explicaciones múltiples, puede haber causalidad histórica, cultural, sociológica o carencias institucionales.

Pero, entre mayor sea la información analizada, evaluada, puesta para el lector, se puede establecer un diálogo mejor con los lectores. Tengo la impresión que el periodismo ya no debe limitarse, a mi juicio, a estrictamente el
relato de un suceso, sino tratar de dotar al lector de muchas cosas que ya no están en los medios de comunicación.

Los medios convencionales (prensa, radio y televisión) se basan casi exclusivamente en el flash noticioso o en el impacto emotivo.

¿Se deben replantear los planes de estudio de las universidades que forman a los futuros periodistas?
Tendríamos que replantear cómo se enseña el periodismo en México, cómo enseñan los medios de comunicación. Sabemos que actualmente las escuelas de comunicación y el periodismo tienden a enfatizar el aspecto operativo, que es natural y muy necesario porque vivimos una época de transformación tecnológica muy urgente desde hace 20 años, de manera que el cambio de lo analógico a lo digital moldea ahora de muchos modos la formación de los periodistas en las escuelas.

Creo que tiene que dotarse al alumno de una visión más estratégica, más amplia, menos operativa, para que aparte de las destrezas tecnológicas e instrumentales puedan entender también la complejidad del propio contexto.

Ya no nos basta voltear a lo nacional, tenemos que ver lo internacional, los factores geopolíticos, aquello que determinan las grandes potencias del mundo frente a nosotros; tenemos que entender el tejido de las sociedades globalizadas, estos elementos tienen que estar también en la formación de los alumnos, que la escuela no sea estrictamente un aula sino un espacio de interrelación donde aprendan a hacer las cosas desde el primer día.

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