Año 14 No. 594 Marzo 17 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Las sociedades deben generar el cambio que el mundo necesita

Contenido [part not set] de 45 del número 594

Expresó Lucie Sauvé

Karina de la Paz Reyes

Edgar González Gaudiano, titular del IIE, con la galardonada

Edgar González Gaudiano, titular del IIE, con la galardonada

Lucie Sauvé, especialista en educación ambiental reconocida a nivel mundial, recibió el Doctorado Honoris Causa (DHC)de la Universidad Veracruzana y aprovechó el momento para destacar que las sociedades deben ser los actores del cambio que el mundo necesita. «La tarea es gigantesca, pero hay que denunciar, resistir y crear también», exclamó.

Sauvé, directora del Centro de Investigación en Educación y Formación Ambiental y Ecociudadanía de la Universidad de Quebec, en Montreal, Canadá, fue reconocida por su fecunda trayectoria académica y sus valiosas aportaciones en el campo de la educación ambiental.

La condecorada dijo que uno de los más preciosos regalos de su vida profesional, «además de este momento tan especial», ha sido la colaboración con colegas de México y otras partes de América Latina.

Con tal vinculación, ha tenido la posibilidad de acercarse al pensamiento latinoamericano en el campo de la educación ambiental, con sus aspectos epistemológicos, éticos, políticos y pedagógicos.

«Formamos una comunidad de investigadores y educadores conscientes de la estrecha relación entre las realidades sociales y económicas, conscientes de la dimensión política de la educación, y en particular de la educación ambiental», compartió.

Precisamente, estas comunidades de investigadores y educadores están preocupadas por una mejor integración de la educación ambiental en los sistemas de enseñanza (desde la primaria hasta la universidad) y en los diversos sectores de la sociedad civil.

«Desde esta perspectiva, nuestras universidades desempeñan un papel de primera importancia, integrando la dimensión ambiental, es decir, socioecológica, en las diversas carreras, en los programas de investigación y vinculación social; integrando el campo de la educación ambiental en la formación de los maestros, y también inspirando y exigiendo políticas públicas apropiadas.»

Sauvé aclaró que debe tratarse de políticas públicas que favorezcan el despliegue de la educación ambiental en los diversos sectores de la sociedad civil, y en esa perspectiva de contribuir al fortalecimiento de una verdadera sociedad educativa «es necesario favorecer el intercambio entre la educación formal, no formal e informal».

Remarcó: «Necesitamos reforzar la colaboración entre estos tres sectores de la educación (formal, no formal e informal), se trata de favorecer una sinergia social para la transformación de las realidades socio-ecológicas actuales».
También citó que tanto en el Norte, en Canadá, como en otras partes del mundo se vive en un contexto caracterizado por un sistema de gobernanza (como se dice en el mundo empresarial) basado en alianzas político-económicas y en la instrumentalización de la democracia.

En ese sistema, continuó, las decisiones están raramente orientadas hacia el bien común, la salud de las poblaciones y el cuidado a los ecosistemas, y como ejemplo citó la fractura hidráulica (mejor conocida como fracking).

Cabe citar que Lucie Sauvé desde 2011 formó y lidera el Colectivo Científico sobre el Tema del Gas de Esquisto de Quebec, cuyas acciones están orientadas a la lucha en contra del fracking en aquella provincia canadiense. A la fecha, la agrupación está conformada por 169 especialistas de diferentes campos disciplinares.

«Esto surge con toda claridad, en particular, con la expansión de las actividades extractivas exógenas, como la explotación de los hidrocarburos (más que todo del gas y del petróleo no convencionales), las minerías a cielo abierto y otros procesos invasivos en nuestros territorios o de franco despojo, como la privatización del agua.»

En este contexto enfatizó: «Es la sociedad civil, son los ciudadanos quienes debemos ejercer una vigilancia crítica para luchar en contra o pro, involucrarse en la invasión eco-social, ser actores del cambio a pesar de las tendencias político-económicas. La tarea es gigantesca: hay que denunciar, resistir y crear también».

Pero esa lucha requiere del desarrollo de competencias eco-ciudadanas, en los diversos niveles escolares y sectores de la sociedad; se trata de desplegar competencias críticas, éticas, estratégicas, políticas a través de procesos democráticos, insistió.

«Se trata de forjar colectivamente una inteligencia ciudadana de las situaciones, de desarrollar un poder hacer, un poder actuar para la reapropiación de nuestras realidades, de nuestros asuntos públicos.»

Precisamente, citó, la educación ambiental es un proyecto político-pedagógico que llama a la reflexión crítica, ética, filosófica, cuyo papel fundamental es estimular el compromiso eco-ciudadano.

Indignación y resistencia
Previo a recibir el Doctorado, Lucie Sauvé realizó un par de actividades con la comunidad universitaria, durante las cuales destacó la importancia de la educación como un motor del cambio social.

El 5 de marzo desarrolló una sesión de trabajo con los estudiantes de maestría y doctorado de la línea de investigación Educación ambiental para la sustentabilidad del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE), entidad que la propuso para el DHC.

Al día siguiente dictó una conferencia, donde también participó la sociedad civil, intitulada «Educación ambiental y ecociudadanía: cosmovisiones y cosmopolíticas», cuya sede fue el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales.

Sauvé remarcó que la educación es un asunto altamente político, «un poderoso instrumento de control social», para lo mejor y lo peor.

Retomó la propuesta que produjo el grupo de trabajo de educación en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible que se celebró en Río de Janeiro, Brasil, en 2012: «La educación que precisamos para el mundo que queremos».

En ese documento, dijo, se indica que la crisis global es también una crisis de la educación y que ha sido despojada de su profundo contenido político y particularmente de su potencial para formar ciudadanos capaces de pensar un orden económico y social diferente.

En ese sentido es que trabajan ella y el equipo de colegas del Centro de Investigación en Educación y Formación Ambiental y Ecociudadanía de la Universidad de Quebec: «Aprendemos a través de diversos proyectos bien conectados con nuestra realidad. También aprendemos mucho con nuestros colegas de América Latina, a través de proyectos de cooperación interuniversitaria que permiten acercarnos a otras realidades.»

En Quebec el gobierno es de derecha y Sauvé lamentó «muchísimo» el rol que juega en debates internacionales sobre el cambio climático, así como la falta de ética de las empresas extractivas (que tienen «un paraíso fiscal» en ese país).

En consecuencia, surgen y se organizan cada vez más movimientos sociales y ambientales, es decir, «ecosociales». En el caso de su provincia, la cuenca del río San Lorenzo está amenazada por diferentes fuentes de contaminación, incluyendo el uso de pesticidas y proyectos de explotación del petróleo y gas de esquisto a lo largo del valle.

«Todo ha sido vendido por casi nada a la industria del gas y petróleo, incluyendo el Golfo de San Lorenzo, cinco veces más pequeño que el Golfo México y con aguas frías.»

Además, la provincia de Quebec se encuentra en un contexto macro regional «muy complejo», explicó, pues es la vía de salida del combustible producido en el oeste canadiense, es decir, está «en la tela de araña norteamericana» del transporte de gas y petróleo.

Aclaró que en todos lados se vive la misma doble tensión: por un lado están «las tenazas de la oligarquía» político-económica, y del otro, los movimientos de indignación y de resistencia.

«En México, en Quebec, en todos los países invadidos por una economía exógena se observa que son las mismas dinámicas que causan tanto los problemas sociales como los ambientales, pero si bien estos movimientos son asociados a mucho sufrimiento social, hay que reconocer que son también importantes crisoles de aprendizaje.

«Debemos aprovechar y celebrar las oportunidades que nos ofrecen estas dinámicas de denuncia y resistencia, para aprender colectivamente, para construir un saber: desarrollar una inteligencia colectiva y trabajar en definir un proyecto social común.»

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