Año 14 No. 594 Marzo 17 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

El feminismo no tiene nada de qué avergonzarse: Amelia Valcárcel

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La filósofa reconoció el esfuerzo de la UV en la búsqueda de la equidad de género

Adriana Vivanco

María José García Oramas y la condecorada

María José García Oramas y la condecorada

La filósofa española Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós, quien recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Veracruzana (UV) el pasado 8 de marzo, en su discurso reconoció la importancia de la educación y la democracia para generar sociedades igualitarias.

En la ceremonia realizada el Día Internacional de la Mujer, en las instalaciones del Complejo Cultural Tlaqná, y tras ser condecorada por la rectora Sara Ladrón de Guevara, la pensadora feminista dijo que si las democracias están asentadas sobre la idea de que la educación es importante, deben privilegiarla y asignarle mayores presupuestos.

Sobre el feminismo destacó que éste «conjunta 300 años de un trabajo continuo de gente excelente que no tiene nada de qué avergonzarse, con una enorme capacidad de innovación moral fundada siempre en la educación, en el debate abierto; jamás la violencia ha hecho los cambios mayores que conocemos en nuestras sociedades. Puede que no seamos espontáneamente feministas, pero al reflexionar por qué somos demócratas nos daremos cuenta que lo que está realmente dividiendo al mundo son valores que se enfrentan entre qué merece una mujer y qué no, si es
un individuo humano de pleno derecho o no lo es».

Respecto de su ingreso al claustro de la UV, agradeció a la Rectora por el reconocimiento otorgado y por permitirle ser parte del mismo. Recordó el legado de Sor Juana Inés de la Cruz y pidió que «el nombre de esta extraordinaria mujer» estuviera presente en la entrega del Doctorado Honoris Causa.

«Estaré agradecida por el resto de mi vida por esta distinción; quiero citar entre todos los que no están, pero están, a una antecesora maravillosa y mexicana ante la cual siempre me pongo de pie: Sor Juana Inés de la Cruz; ese extraordinario talento novohispano que de alguna manera precede toda una serie de esfuerzos y que es una muestra en su vida de lo difícil que es enfrentarse a las ideas heredadas, de lo difícil que es reclamar la voz pública y utilizarla.»

Destacó que Sor Juana tenía una de las inteligencias más grandes de su siglo y que nació en un momento de transición. «Pensaba que varones y mujeres merecían el mismo trato, tenían la misma dignidad y podían aspirar a los mismos empleos o a los mismos saberes», puntualizó.

Expresó que por lo regular las instituciones que otorgan un Honoris Causa sólo toman en cuenta la trayectoria académica del condecorado, por lo que celebró que esta casa de estudios también reconozca la trayectoria pública al servicio de las ideas que se tienen.

Amelia Valcárcel explicó su teoría de la dinámica de las excepciones y ejemplificó: «Si una mujer se quiere dedicar al saber, durante un tiempo hará bien en disimular que es bastante feminista; incluso no le vendrá nada mal, si es suficientemente astuta, dejar caer de vez en cuando frases discursivas de la generación que nos ha precedido, que es el tipo discursivo de la dinámica de las excepciones».

Relató también el caso de Concepción Arenal, la primera universitaria española que tuvo que asistir a la universidad vestida de hombre, porque si no, no podía pasar. «O sea, les parecía menos escandaloso el travestismo, a que una mujer se sentara en un aula. Concepción Arenal es uno de los grandes talentos jurídicos, sin embargo cuando le preguntaron: ‘¿Cree doña Concepción que las mujeres deberían votar?’, a finales del siglo XIX, ella respondió: ‘No, para qué, en realidad probablemente peligraría la estabilidad de la familia, si la esposa y el marido no tuvieran la misma inclinación política, o quizás sea bueno que las mujeres se dediquen a asuntos más excelsos que la política’.

«Siempre aparece la excelsitud para tapar el fundamento y hay que pensárselo un poco y ver por qué razón aparece. Esto se llama filosofía de la sospecha, y es una cosa muy bien vista en la academia.»

Citó, además, el discurso sobre la felicidad de Madame Du Châtelet, quien decía que dado que las mujeres no pueden acceder a la libertad, a los ministerios ni a los grandes empleos, era justo que se les dejara el saber y se dedicaran a él.

Expresó que la Declaración de Seneca Falls, firmada por mujeres y varones en 1848, es el primer manifiesto feminista que contiene una agenda que se debe conseguir. Para estas mujeres los derechos políticos iban detrás de muchos derechos, «la única cosa que no se hizo por unanimidad fue la penúltima petición que decía: ‘Las mujeres tienen el deber de asegurarse el sagrado derecho del voto’, porque les parecía que primero había que conseguir derechos
civiles, después había que tener derechos educativos.

«Pero ¿qué es lo que el feminismo fue comprobando a lo largo de su gran segunda ola? Que si no se tenían derechos políticos no había manera de tener derechos educativos, y desde luego nunca se tendría la plenitud de los derechos civiles», resaltó.

Hizo hincapié en que a pesar de que se cuenta con los derechos educativos y las cifras actuales de mujeres en las instituciones educativas son del 60-40, encontraremos que no sucede lo mismo en las cátedras y enfatizó: «Les puedo hablar de las cifras españolas: ocho por ciento somos catedráticas, esto quiere decir que 92 por ciento son varones, hay una o dos rectoras, esto indica que ha habido una elevada selección. Cada vez que vea a una mujer en un puesto, calcule que no está ahí sin una elevadísima selección que no aparece a la vista, porque todavía a las mujeres se les exige ser excepcionales, no se les exige lo normal, ni lo corriente, sino un pequeño plus, y ellas tienen que asegurar que aportan ese pequeño plus».

Por ello, dijo, una de las cosas que quizá tenemos que conseguir es «ser tan corrientes como cualquiera, tan tontas como cualquiera, tan mediocres como cualquiera, eso normalizaría la situación, que en este momento no está muy justamente equilibrada, a esta tesis le llame ‘El derecho al mal’ «.

Detalló que es un deber de la institución académica la excelencia, pero no es un deber sólo de unas,
sino de todos.

Enfatizó, además, que hay una fractura enorme en este momento de la globalización, y como occidentales debemos saber que el feminismo es algo que todos compartimos en algún grado: «Puede que no estemos a la vanguardia, pero tenemos incorporadas una larga serie de ideas que son una fuente común que tiene que estar también en la educación».

Finalmente sostuvo que haber creado la Coordinación de la Unidad de Género «permitirá una ciencia mejor, más afinada al mundo y más útil a nuestro tiempo».

Defensa de la equidad
María José García Oramas, titular de la citada Coordinación, fue la encargada de detallar la trayectoria académica y política de Amelia Varcárcel y destacó su empeño en la defensa y promoción de la equidad de género en el mundo.

Asimismo enfatizó la influencia de la filósofa española como inspiración para el trabajo en la entidad que ella preside: » ‘Mientras una sola mujer en la tierra sea mutilada, golpeada, agredida, excluida, violentada, subalimentada, ineducada, discriminada, todas las demás mujeres hemos de saber que ese único caso afecta al estatuto completo en su conjunto’, estas palabras de Amelia Valcárcel sirvieron de inspiración para que el equipo de trabajo que presido, conformado por representantes de todos los campus y de todas las sedes de la Universidad Veracruzana Intercultural elaborásemos colectivamente el primer plan institucional de igualdad de género de la Universidad Veracruzana en junio de 2014″.

La funcionaria universitaria celebró el empeño de Valcárcel y Bernaldo de Quirós en pro de los derechos de la mujer: «Acompaña cada lucha feminista a favor de la igualdad a la que es convocada; con rigurosidad científica mantiene una firme posición ética y humanista crítica hacia cualquier tipo de fundamentalismo religioso, de régimen autoritario o de mecanismos de abuso del poder que fomenten la injusticia y la desigualdad, reivindicando en la democracia la igualdad, la paridad, el multiculturalismo con toda la fuerza de su pensamiento, lo que arrasa lo mismo con Hegel, las religiones y hasta con Dios si ello le parece necesario para crear nuevos saberes que sienten las bases de sociedades más justas e igualitarias».

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