Año 15 No. 621 Noviembre 30 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Desigualdad social es sustento del racismo

Contenido [part not set] de 48 del número 621

David Sandoval y Paola Cortés

La desigualdad social es el problema de fondo del racismo, expresó Shantal Meseguer Galván, directora de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), al inaugurar el 1er Seminario Internacional «Educación, interculturalidad y racismo», organizado por el cuerpo académico Estudios Interculturales del Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) y la UVI, el 23 de noviembre.

En su ponencia «Racismo y educación intercultural», Meseguer Galván planteó que la violencia sistémica padecida a nivel local y global plantea la necesidad de análisis profundos e interdisciplinarios sobre aspectos que caracterizan la fragmentación de las sociedades contemporáneas.

«La desigualdad social se convierte en el sostén del racismo en diversas facetas que prevalecen en nuestras sociedades actuales y se comunican y reproducen a través de los medios masivos de comunicación, a veces de manera tácita o velada, o disfrazada de cortesía e incluso tolerancia.»

Señaló que el contenido racista aparece de manera explícita en ámbitos que «parecen inocentes como la publicidad, canciones, espectáculos, caricaturas; en realidad la creatividad no tiene límites para construir representaciones sociales y atribuir identidades estigmatizadas a quienes, por alguna razón, ubicamos fuera del nosotros».

Otra explicación para el incremento de la violencia se sitúa en el desencanto de una educación mal lograda, en la que se habían centrado las más altas aspiraciones de bienestar de la humanidad, tales aspiraciones fueron consideradas dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e impactó en las reformas educativas de la década de los años noventa.

En ese sentido, la investigadora detalló que «el problema de fondo que se está agudizando es la desigualdad que sigue
amenazando aspectos de la vida cotidiana de la mayoría de la población mundial como el derecho a la salud, al trabajo, a la seguridad, a una alimentación y a un ambiente inocuo».

No obstante reconoció que «la educación intercultural será una aliada contra el racismo cuando deje de representar una oferta diferenciada sólo para los grupos indígenas, también será una aliada cuando comience a generar sus propios indicadores para evaluarse, basados en la pertinencia de su modelo educativo y no en indicadores de las universidades convencionales. Será una aliada cuando construya alternativas y nuevas identidades ciudadanas, así como su propio paradigma del buen vivir».

Enseguida, Antonio Sérgio Guimarães , sociólogo y catedrático de la Universidad de Sao Paulo en Brasil, presentó la conferencia «Prejuicios, racismo y discriminación en Brasil», donde planteó los cambios que han ocurrido desde el siglo XIX hasta la fecha en las categorías utilizadas para definir a la población del país sudamericano.

Por principio, explicó que el concepto de «raza» es una categoría inexistente en la realidad: «Como todos saben, raza no es un concepto científico real, desde un punto de vista ontológico, ya que no se
puede hablar de razas humanas».

Existe un consenso en las ciencias sociales en general, como resultado del manejo del concepto por parte de los regímenes totalitarios que originaron la Segunda Guerra Mundial, que debía hablarse de etnias.

El académico detalló que en su país «los pueblos indígenas los tratamos siempre como otra nación, no obstante a que existen 900 mil personas, organizadas en 305 etnias y 274 idiomas, es decir, que reconocemos sus derechos a la tierra, a la preservación y protección tutoral y cultural, los vemos como fuera de la nación», apuntó.

En cuanto a la población de origen africano, son tratados de manera distinta, ya que conviven diariamente y se asume que son quienes «construyeron la nación y tienen una cierta legitimidad nacionalista, se ven a sí mismos y son reconocidos como constructores de la nación».

El censo de población de 1872 refleja esta categorización entre blancos y negros, aunque añade la categoría de «pardos» para poder enumerar aquellos que no se identifican como descendientes de negros y sin embargo carecen de privilegios.

Este hecho refleja que la clasificación por el color de piel oculta desigualdad, planteó el académico, por lo que las connotaciones que tiene pertenecer a los «blancos» significaba contar con derechos, y pertenecer a los «negros» o «pardos» significaba la carencia de un patrimonio o una educación, a pesar de que los censos no registraban estos aspectos.

Racismo: instrumento de dominación
En el conversatorio también participó Rodrigo Zárate Moedano, estudiante del Doctorado en Investigación Educativa, quien señaló que el racismo está fuertemente arraigado en el país, debido a que el Estado nacional ha promovido una construcción etnocéntrica, monoculturalista y racista del imaginario de lo indígena.

En su ponencia intitulada «Visibilizar y de-construir el racismo desde la UV», expuso que aunque con la Independencia se abolió la esclavitud y todas las personas fueron reconocidas legalmente con los mismos derechos, en el imaginario social los indígenas y los negros eran considerados socialmente como inferiores a los criollos.

«El racismo siguió operando como instrumento de dominación, fueron otorgados privilegios a quien más se acercaba cultural y fenotípicamente al español, en detrimento de quienes estaban más cerca de lo indígena y de lo negro.»

Después de la Revolución Mexicana, apuntó Rodrigo Zárate, las identidades indígenas y negras siguieron siendo indeseables, pues eran concebidas como un lastre para alcanzar el progreso positivista que se aspiraba.

Fue entonces, especificó, que desde el sistema educativo nacional se construyó la historia de México con énfasis en el papel civilizador de la Conquista, en contraposición al primitivismo sanguinario del México antiguo.

«Los indígenas y los negros eran representados como un presente indeseable contrapuesto al progreso, por ello a través del mestizaje se buscó blanquear y civilizar a indios y negros, darles la oportunidad de redimirse e integrarse a la nación, al desaparecer y fundir sus especificidades étnicas en la identidad mestiza.

«Por ejemplo, la madre de mi bisabuela era maya y después de ella ya nadie habló maya en mi familia; no es un caso único, es un caso que muchos vivieron y viven.»

En este conversatorio también participó Velia Torres, de la asociación social «Investigación y Diálogo para la Autogestión Social» y profesora-investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Fue moderado por Fortino Domínguez, de la Universidad Iberoamericana.

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