Año 15 No. 620 Noviembre 23 de 2015 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Cice investiga causas del autismo

Contenido [part not set] de 44 del número 620

Estudiantes del Doctorado en Investigaciones Cerebrales desarrollan software para mejorar la interacción de infantes diagnosticados con este trastorno

«Es muy fácil confundirlo con falta de atención o desapego»: Jorge Manzo Denes

David Sandoval Rodríguez

El autismo es un padecimiento que afecta principalmente a niños y su detección es difícil, ya que se relaciona con su comportamiento y las relaciones afectivas; por ello, el Centro de Investigaciones Cerebrales (Cice) realiza pesquisas tanto de laboratorio como en grupos de niños autistas, señaló el investigador Jorge Manzo Denes.

El coordinador del Cice, cuya línea de investigación es precisamente el autismo, destacó que forma parte de un equipo que está diseñando estrategias que permitan mejorar la calidad de vida de quienes se ven afectados por este padecimiento.

El autismo es un trastorno generalizado del desarrollo (TGD) y consiste en alteraciones del sistema nervioso cuando éste se está formando y cuando está madurando, explicó el investigador; por otro lado, no se ha podido establecer con certeza si dichas alteraciones ocurren durante el embarazo, cuando se está formando el niño, o en los primeros días del nacimiento.

Como todas las enfermedades neurales, el autismo no es curable, advirtió, «entonces tratamos de conocer cuáles son las diferentes cuestiones que suceden desde el punto de vista cerebral y montar estrategias para darles una mejor calidad de vida».

En general se ha visto que el autismo afecta a todos los grupos sociales, sin importar su origen biológico ni socioeconómico; la única distinción que se ha encontrado –y actualmente es tema de estudio– es la mayor incidencia en niños que en niñas, a razón de cuatro niños por cada niña.

«Se analiza muy a fondo pero hay algo que todavía no se entiende, hay una propuesta que relaciona las fluctuaciones hormonales, sin embargo son necesarios mayores experimentos.»

Desde el punto de vista experimental, sus investigaciones han permitido confirmar que las alteraciones durante el embarazo y en las primeras semanas de nacido pueden provocar este trastorno. «Ahora sabemos que pueden ocurrir las dos cosas: alteraciones en el embarazo de tipo genético o inducidas por agentes externos (diversos tóxicos o químicos que consume la madre mientras está embarazada o que ingiere el recién nacido); estos dos tipos de afectaciones podrían disparar el autismo».

Éste, detalló, se caracteriza por diferentes manifestaciones, pero fundamentalmente son tres que se comparten en todos los casos: la primera son alteraciones en el lenguaje, en la comunicación: dejan de hablar o no se comunican bien.

La segunda consiste en la realización de movimientos repetidos, denominados como movimientos estereotipados, «esto significa que un niño puede agarrar una pelota y rebotarla por un breve tiempo, mientras que los niños autistas pueden rebotarla hasta periodos de dos horas».

La tercera es la pérdida de contacto social, «es decir, no hay ninguna interacción, por eso se le llama autismo, porque se aíslan, no establecen ningún tipo de comunicación, incluso con sus padres».

Asimismo, se ha observado que este trastorno puede manifestarse en diferentes grados: «En un principio se decía que el autismo tenía seis grados, más un séptimo que era no determinado, pero en la última descripción de la Sociedad Americana de Psiquiatría, en su Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), se describe al autismo en un espectro; a todos se les llama trastorno autista con diferentes regiones del espectro, hay algunos niños que tienen un autismo severo y hay otros que tienen un autismo ligero».

Detección
El investigador comentó que persiste una problemática relativa al hecho de poder determinar si un niño es autista, hasta que ocurren manifestaciones a través de las cuales los padres se dan cuenta de que algo no está bien, esto ocurre en promedio entre los dos y medio y los tres años.

«Nosotros nos preguntamos si en realidad a esa edad se manifiesta el autismo o es la edad cuando los padres pueden detectarlo; de hecho muchos investigadores trabajan al respecto, algunos han publicado sobre comportamientos en niños de un año de edad, quienes manifiestan este tipo de conductas, aunque para los padres todavía no es visible.»

Es difícil generar estadística sobre cuántos niños autistas existen, afirmó; «por ejemplo, en los países desarrollados, en Estados Unidos, Europa y Asia, tienen índices similares, con proporciones de un caso por cada 80 niños e incluso de uno por cada 60 niños, que es una proporción muy alta».

Como referencia planteó los salones de las escuelas primarias oficiales, integrados por grupos de 40 a 50 niños, donde es probable que, en términos estadísticos, haya un niño con autismo por cada salón.

No obstante a que no se cuenta con datos oficiales, los niños con dicho trastorno no son pocos en la entidad. «En el estado de Veracruz no hay una estadística y cuando nos acercamos a las instituciones con las cuales colaboramos, como el Centro de Rehabilitación y Educación Especial de Veracruz (Creever), el Centro de Rehabilitación Integral de Veracruz (Criver), el Hospital de Salud Mental de Orizaba, todos tienen una alta recepción de niños autistas, lo que demuestra una alta incidencia en la región, pero no hay una estadística formal».

En Xalapa se ha creado también el Centro Estatal de Detección y Atención del Autismo (CEDAA), localizado al interior del Creever; también existen los Centros de Atención Múltiple (CAM), donde se atiende a niños autistas.

Ambiente enriquecido para mejorar la interacción
Con la intención de poner a prueba los resultados obtenidos en laboratorio, Manzo Denes y una estudiante del Doctorado en Investigaciones Cerebrales pusieron en marcha un experimento que busca mejorar la calidad de vida de un grupo de niños con autismo del puerto de Veracruz. Para ello han adaptado un videojuego a los objetivos de su proyecto.

«Una de las características de los niños autistas en Veracruz, con quienes casi tenemos dos años trabajando, es el aislamiento social; no les podemos dar una instrucción porque no nos harán caso. Hemos detectado que si ponemos información en una pantalla, ya sea de televisión, de computadora, de teléfono móvil o una tablet, se capta su atención, sí la voltean a ver.»

Con la estudiante del Doctorado en Investigaciones Cerebrales, Noemí Crespo Cortés, plantearon el experimento que consiste en dar las instrucciones a los niños a través de una pantalla.

«Sabemos, por el trabajo con ratas de laboratorio, que cuando nosotros sometemos a los animales a un ambiente enriquecido, que consiste básicamente en que suban o bajen escaleras, dotarlos de olores, ponerlos a mover en bandas sin fin, se incrementan mucho sus conexiones neurales y esto los habilita para realizar mejor las
tareas y resolver problemas.»

La idea del experimento fue brindar las instrucciones como un símil del ambiente enriquecido para los niños, sin embargo surge el problema de que no existen este tipo de programas informáticos, existen algunos semejantes pero orientados hacia tareas cognitivas como la resolución de problemas.

«Pensamos que podríamos hacer que los niños se movieran, ya sabemos que si nosotros nos movemos nuestro cerebro responde aumentando sus conexiones; entonces nos propusimos utilizar la consola de videojuegos Wii, en particular con un juego de deportes, y empezamos a entrenar a los niños en cuatro de ellos, dos de los cuales tenían un objetivo fijo: el boliche y el box, mientras que los restantes tenían un objetivo en movimiento: beisbol y tenis.

«Los niños hicieron caso a todos los deportes y nos dimos cuenta que los que implican movimiento no les gustan y no los pueden seguir, no pueden seguir la pelota que les manda el pitcher y ahora sabemos que tienen problemas relacionados con el movimiento ocular; justo ahora estamos tratando de identificar por qué no mueven bien los ojos.»

Entonces los niños optaron por jugar el boliche y el box, porque ambos tienen un objetivo que es fijo. Relató que a partir de ello empezaron a realizar otras actividades, comenzaron a jugar, a aprender, a hablar y a socializar, que es un elemento muy importante; asimismo comenzaron a jugar uno contra otro y cuando todos estaban juntos, quienes no estaban jugando veían como espectadores a quienes sí y se emocionaban, empezaron a expresar respuestas que antes no tenían.

A la fecha sus padres les comentaron que han incrementado sus capacidades motoras, aprendieron a jugar, socializaron entre ellos e incrementaron en otros aspectos que no habían contemplado, como el lenguaje y los rasgos de afectividad con sus familiares.

«Los papás nos reportan que sus hijos son menos estresados en casa, conviven mejor y cuando menos pueden estar sentados ante la mesa durante una comida completa; son cosas que nos van diciendo a nosotros que cuando menos les está dando una mejor calidad de vida a los niños y sus familias.»

Programas de computadora y diseño de terapias
Actualmente el investigador, junto con la generación de estudiantes que recién ingresó al doctorado, desarrolla programas informáticos orientados a los niños con autismo, «porque ya sabemos que con estimulación motora están aumentando sus capacidades cognitivas, queremos aprovechar eso para desarrollar una aplicación en iPad que les permita leer y escribir».

De la misma manera se tiene el interés por analizar el movimiento ocular que sucede al atender a este tipo de videojuegos, no obstante el equipo necesario es costoso y requiere de financiamiento para su adquisición, por lo cual se están enfocando en otros aspectos.

«Vamos a seguir trabajando con niños en Xalapa porque los avances que hemos tenido son con los de Veracruz y seguiremos con los modelos animales; tenemos un grupo de ratas embarazadas a las que les inducimos el autismo mediante la administración de fármacos y las crías nacen con características autistas.»

Este tipo de experimentos permiten estudiar la bioquímica del cerebro y observar los diversos cambios generados por el trastorno, lo cual podría llevar al diseño de terapias para atender el padecimiento, recalcó.

En ese sentido comentó que uno de los fármacos que se ha identificado, el ácido valproico o valproato, es utilizado para tratar a personas con epilepsia, pero hace muchos años, cuando se empezó a tratar a las mujeres epilépticas embarazadas con valproato para que no tuvieran crisis, los hijos nacían autistas y se dejó de administrar, es por ello que ahora se utiliza con animales para observar los cambios que produce el autismo.

Explicó que durante el desarrollo hay una etapa crucial descrita como el cierre del tubo neural, si en ese momento se administra valproato a las ratas embarazadas, sus crías nacen con autismo; el segundo periodo crítico es cuando se
generan las conexiones cerebrales, donde también se administra el fármaco a las crías recién nacidas.

Como resultado de dichos experimentos, comentó que «una de las propuestas que estamos planteando es que si en ese momento se suministra el fármaco va a desarrollar conductas autistas, lo estamos comenzando a probar como una nueva hipótesis, con eso demostraríamos que después del nacimiento se puede inducir el autismo».

Atención para niños con autismo
Manzo Denes refirió que en caso de que los padres detecten un comportamiento extraño en sus hijos y consideren que se trata de autismo, lo primero que deben hacer es dirigirse a un centro especializado donde se les realizarán pruebas para detectar la patología.

Advirtió que diagnosticarlo requiere de personas especializadas porque el mismo hecho de observar la conducta infantil de niños sin autismo demanda cierta preparación, por lo cual también existen dos cuestionarios, uno mexicano y otro estadounidense, los cuales contemplan una lista de manifestaciones conductuales para dar una idea si el niño es autista o no.

Aunque no hay políticas públicas para la atención del trastorno, la existencia del CEDAA evidencia el interés por atender a estos niños, observó; sin embargo, el hecho de encontrar casos en diversas poblaciones de la entidad hace suponer que es necesario generar mayores esfuerzos.

«Para las familias es muy fácil confundirlo con falta de atención o desapego; también es difícil que acepten que su hijo tiene algo, prefieren decir que es aislado, desatento o grosero. Muchas familias prefieren que se les diga que sus hijos son groseros, a que tienen un padecimiento», sostuvo.

En ese sentido, la comunidad científica ha conducido sus esfuerzos a generar métodos de detección más temprana, porque entre más pronto se identifiquen los casos e ingresen a terapias, su desarrollo será mejor.

Como el trastorno se caracteriza por un amplio espectro, será muy complicado que un solo tratamiento pueda funcionar para tratar los diversos grados de autismo, apuntó el investigador.

Cuando se observa a los niños diagnosticados es posible constatar que cada uno manifiesta conductas distintas; «por ejemplo, con el experimento del Wii, a pesar de que todos tenían diagnósticos semejantes, las reacciones fueron diferentes, pero casi dos años después todos respondieron bien».

Este hecho comparó el desempeño escolar de un grupo de niños sin autismo, donde algunos obtuvieron excelentes calificaciones, otros buenas y satisfactorias, e incluso algunos reprobaron; aunque hayan cursado el mismo ciclo escolar, cada individuo manifiesta un aprovechamiento distinto.

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