Año 16 No. 678 Mayo 22 de 2017 • Publicación Semanal

Xalapa • Veracruz • México

Arqueología mexicana, entre las mejores del mundo: Pedro Sánchez Nava

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Portada de Magia de la sonrisa en el Golfo de México

Portada de Magia de la sonrisa en el Golfo de México

 

El gran Tzompantli es uno de los descubrimientos más importantes de la última década

Karina de La Paz Reyes Díaz

Para Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las investigaciones que en esta disciplina se realizan en México, son de las más importantes a nivel internacional.

El investigador, considerado la máxima autoridad en arqueología del país, visitó la Universidad Veracruzana para presentar el catálogo Magia de la sonrisa en el Golfo de México en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) y concedió una entrevista a Universo.

¿Cuál es el panorama de la investigación arqueológica en México?
Es interesante y complejo. Es una paradoja para México, cuya riqueza arqueológica es uno de sus valores patrimoniales, pero también uno de sus principales retos.

Por ejemplo, ante el avance de las nuevas formas de extracción energética o de las manchas urbanas, tenemos que dar siempre una respuesta acorde a ello. Por otra parte, la investigación pura continúa de una manera fundamental y con muchos logros, afortunadamente. Tenemos que ir en los dos caminos.

¿Cuál es su visión de la arqueología futura en México?
La arqueología de México es de lo mejor. Daré dos datos: en 2015 se hizo una selección de las 10 mejores investigaciones en arqueología del mundo, tres fueron mexicanas. Eso indica la alta calidad de las investigaciones que se hacen en el país.

Una se refiere a las élites de Teotihuacán, otra a la creación de un inframundo también en la cultura teotihuacana, y una más a las exploraciones que se están haciendo en el Templo Mayor de la Ciudad de México.

El connotado arqueólogo visitó la UV

El connotado arqueólogo visitó la UV

 

¿Los arqueólogos de hoy tienen el nivel de los de antaño?
Es difícil contestar. Antes los arqueólogos eran todo. Eran polivalentes, riquísimos; ahora, evidentemente la diversificación tecnológica encamina al arqueólogo a especializarse en ciertos campos y herramientas para generar la investigación.

Pero por lo menos los jóvenes que yo conozco que egresan de escuelas como la Nacional de Antropología e Historia, de la UV, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma de Yucatán, la mayoría están muy bien preparados y sobre todo tienen la mística de poder recuperar para el futuro esas expresiones del pasado.

¿Cómo han avanzado las técnicas y las tecnologías aplicadas a la investigación arqueológica?
Realmente las herramientas tecnológicas han avanzado muchísimo. Antes usábamos la típica brújula, ahora tenemos geoposicionadores; antes dibujábamos en planchetas o con estadales y balizas, ahora se usan estaciones totales (aparato electro-óptico utilizado en topografía, cuyo funcionamiento se apoya en la tecnología electrónica. Consiste en la incorporación de un distanciómetro y un microprocesador a un teodolito electrónico); se usan georradares, escáneres, drones, técnicas lídar (por las siglas en inglés de: Laser Imaging Detection and Ranging. Es un dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor láser a un objeto o superficie).

Eso ha ayudado bastante y nos ahorra mucho tiempo, pero la vocación del arqueólogo de caminar y embarrarse de tierra excavando nunca va a desaparecer, porque aún con las herramientas más sofisticadas finalmente es necesario comprobar en la tierra.

¿México tiene la tecnología para desarrollar investigaciones de esta naturaleza?
Definitivamente. Quizá lo más caro es el equipo lídar, porque requiere montarse en aviones o avionetas, eso es lo caro; pero se tiene el conocimiento para saber qué pedirles a esas herramientas. Quizá las tengamos que alquilar, pedir prestadas, pero el arqueólogo actualmente sabe qué hacer para que esas herramientas den los resultados esperados.

¿Qué descubrimientos arqueológicos han impactado la investigación histórica en lo que va de la década?
Yo creo que de lo más importante es el gran Tzompantli de México-Tenochitlan (2015), que da cuenta de que las reseñas de los conquistadores no estaban alejadas de la realidad. Ahí hay que entender una mística y visión de la cosmogonía prehispánica totalmente diferente a la occidental.

El espacio subterráneo de Teotihuacán conocido como el inframundo (2014); los ductos de agua en Palenque, que conducían de manera ritual los efluvios líquidos que emanan de la montaña (2016); los restos de Naia –esqueleto identificado como una mujer de entre 15 y 16 años y cuya antigüedad es de entre 13 mil y 12 mil años–; un cenote de Hoyo Negro, sitio arqueológico de Quintana Roo (2014), y una cola de dinosaurio extraordinaria que se encontró en Coahuila (2013), una especie única de lo cual tendremos una sorpresa en breve tiempo, es de lo más relevante.

¿Se privilegian las investigaciones sobre México-Tenochtitlan en detrimento de otros sitios arqueológicos?
En algún momento así fue, se privilegió mucho la arqueología monumental, pero ahora entendemos que esas grandes ciudades existen porque en su entorno había poblaciones que trabajaban, producían y recreaban esas sociedades.

Actualmente se hacen muchas investigaciones en todas las culturas, en el occidente, en el norte, de pintura rupestre, paleontología, petrograbados, arqueología subacuática. Se hace investigación en todos los ámbitos, muy diversa y muy rica.

¿Afectó la creación de la Secretaría de Cultura al campo de la arqueología?
Hasta ahora no. Nos sigue pegando la crisis igual que a todas las dependencias, pero hay la voluntad para poder orientar investigaciones, quizá no con tantos recursos, pero sí con ingenio para obtener resultados deseados.

Parte de estas investigaciones se hacen con el apoyo de terceros. Las carreteras, las presas (quieren el servicio de) salvamentos arqueológicos y estas grandes creadoras de infraestructura financian los proyectos.

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