Año 3 • No. 92 • febrero 17 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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El Centro de Ciencias de la Tierra, guardián de las fuerzas de la naturaleza

Ricardo Luna Aburto

Una vez más, la fuerza destructiva de la naturaleza quedó de manifiesto en territorio mexicano. Quienes hemos experimentado la extraña sensación de constatar que el planeta tiene vida, supimos a través de los medios de comunicación, a finales de enero, que en las costas del pacífico había sido registrado un sismo de proporciones considerables: 7.6 grados en la escala de Richter.
Este sismo, cuyo epicentro fue ubicado en las costas de Colima, fue monitoreado por el equipo de telemetría que el Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana (cctuv) posee en la cara norte del Pico de Orizaba o Citlaltépetl, conocido como caseta “Pico de Orizaba Halcón Vertical” (POHV).

Ignacio Mora González, director de este centro, mencionó que, gracias al equipo diseñado por investigadores de la Universidad Veracruzana y colocado en la estación POHV, los eventos telúricos pueden ser detectados de manera efectiva, ya que la altura en la que se encuentran ubicados, proporciona una buena ganancia para operar los sistemas de monitoreo: “Al no haber tráfico vehicular o actividad humana por estar en un lugar muy quieto, nos ha sido posible no sólo registrar movimientos de tierra importantes, sino también aquellos que no son perceptibles por el ser humano, como los llamados microsismos, o algunos de mayor intensidad que pudieran derrumbar parte del cono volcánico, sin que ocurra una erupción”.
De esta forma, mediante las casetas de telemetría sísmica que la uv instalara como parte de los convenios y acciones anotados en el Plan Veracruzano de Protección Civil, Veracruz cuenta, por medio de nuestra casa de estudios, con un registro oportuno del movimiento sísmico que afectó a Colima, por ejemplo, así como de dos replicas que tuvieron lugar al día siguiente.
Al indicar que dicho temblor –en el que fallecieron más de 20 personas– fue de origen tectónico y tuvo que ver con la zona de subducción de las placas de Cocos y Rivera, localizadas en las costas del Pacífico mexicano, Ignacio Mora señaló que actualmente la detección de sismos se realiza a través de aparatos de posicionamiento global por satélite GPS, mismos que permiten llevar un registro detallado de las placas y sus movimientos.
Este centro de nueva creación en la UV, realiza importantes trabajos de prevención en materia de protección civil
Como ejemplo, citó la utilización de un GPS en Guaymas, Sonora, donde se ha podido estudiar cuál es la distancia entre dos puntos de la tierra, y al paso de unos meses hay una nueva lectura para conocer cuántos centímetros se han separado. Con esta tecnología se han detectado nuevas fallas en prácticamente todo el territorio nacional.

Informó que el temblor de las costas de Colima ya estaba pronosticado, ya que se dio en una zona donde había dejado de temblar desde hace varios años, tal como lo demuestran los estudios que el Servicio Sismológico Nacional y la unam publicaron en el documento Cien años de Sismicidad en México, donde se consignan los principales sismos superiores a seis grados que han ocurrido en el país durante los últimos 100 años.

Pico de Orizaba
Esta clase de registros, aseguró Mora González, son importantes para la población y las autoridades de protección civil, ya que brindan la oportunidad de conocer dónde se puede esperar un sismo fuerte, y lo hizo patente al recurrir al mapa de la unam e identificar los sitios o zonas de silencio donde por más de 30 ó 40 años no ha habido movimientos de esta naturaleza.
El sismo de Colima se presentó en una zona que no había tenido sismos importantes y, por tanto, es posible que la naturaleza necesitaba descargar energía para reacomodar las placas, pues el último dato de movimientos telúricos allí se remontaba a 1932.

Sin embargo, aún quedan tres o más zonas de silencio en las costas del
Pacífico donde probablemente haya temblores importantes, “entre más tiempo pase, suponemos que el sismo sería de mayor magnitud”.

No obstante, ante una contingencia como un temblor no es posible pronosticarlo debido a que ocurren a más de 10 kilómetros de profundidad, incluso a más de 60 kilómetros. “La profundidad a la que el hombre ha llegado por actividades como la extracción petrolera es de 11 kilómetros aproximadamente, por lo que ante estos fenómenos no se puede hacer nada: no se puede detener un sismo. Lo que hacemos es observar en qué lugares y con qué frecuencia se registran para identificar cuáles serían las zonas más susceptibles a sufrir movimientos telúricos”.