En
el diplomado Desarrollo Integral durante la infancia, que ofrece
el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la nuestra
casa de estudios, se contemplan la mayoría de los aspectos
del desarrollo integral de los niños y de las niñas
en sus primeros años de vida.
Cuando observamos que los niños juegan, nuestros comentarios
sobre estas acciones son en torno a sus creaciones, a lo simpático
de sus diálogos, a cómo imitan a personajes de su
familia o de su entorno. Además, creemos que ellos sólo
pasan el tiempo y se divierten un rato con estos juegos.
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Sin
embargo, los pequeños, en estas escenas casi reales, realizan
continuamente acercamientos y ensayos de su propia vida. De esta
forma, espontáneamente y como un acto auto iniciado, se preparan
para su futura personalidad.
En investigaciones recientes en la rama de las neurociencias se
encontró por ejemplo, que el jugar a ser, tiene enormes implicaciones
en todas las áreas del desarrollo y la relación entre
este tipo de juego y la función cognitiva es muy estrecha.
Es obvio pensar que el jugar o imitar algo ficticio ponga en funcionamiento
varias áreas del cerebro, entre ellas la cognición,
el lenguaje, y los actos sensoriomotores, y por lo tanto promueva
así el desarrollo de conexiones sinápticas cerebrales
(Bergen y Coscia, 2001)
En cuanto a la relación entre el juego de pretender y la
cognición, se han encontrado resultados que no dejan de sorprendernos.
Por ejemplo, Doris Bergen (2002) de la Universidad de Miami, encontró
que con el juego simbólico los niños y las niñas
desarrollan estas habilidades cognitivas: planear eventos conjuntamente
con sus compañeros de juego; negociación; solución
de problemas que se les presentan durante el juego; y búsqueda
de metas.
Por otro lado, cuando nos involucramos en un juego de roles con
los chicos, podemos advertir también, que están ocurriendo
otros procesos mentales, al momento de improvisar sus diálogos,
al tomar un papel en dicha escena, al elaborar un argumento de lo
que van a decir en cada uno de los papeles que les toca representar,
además del intercambio social y afectivo que desarrollan
en su juego.
En conclusión, podemos afirmar sin lugar a dudas que el “jugar
a ser alguien” tiene enormes implicaciones para el desarrollo
integral de los niños y niñas preescolares, y la próxima
vez que “Silvia le hable a su esposo para que pase a pagar
el teléfono, pues a ella se le hizo tarde”, los educadores
pongamos atención y comprendamos que se están llevando
a cabo importantes sucesos relacionados con el aprendizaje significativo. |