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La
inteligencia le hizo ganar el reconocimiento de quienes tuvieron
la fortuna de tratarle, Margarita Urías Hermosillo. Mujer
de ideales imperturbables, profesora nata.
Palabras sencillas fueron las que llenaron el auditorio “Gonzalo
Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico
Sociales durante el homenaje realizado a la antropóloga Margarita
Urías Hermosillo.
Ahí se dieron cita sus amigos, alumnos y familiares para
expresar el dolor que su partida –hace dos años–
les causa, y también porque tenían que estar juntos
y recordar su gran legado.
Así fue como José Luis Blanco Rosas inició
su viaje por el tiempo. Recordó que conoció a Margarita
Urías cuando ésta llegó a Xalapa para dirigir
el Centro de Estudios Históricos de la UV, en 1978. Junto
con otros jóvenes, se le acercó para pedir asesorías
de sus tesis de licenciatura y de conferencias que preparaban para
mítines y otros eventos donde denunciaban la represión
que existía en Veracruz.
Blanco Rosas sacó a luz el hecho de que Margarita Urías,
originaria de Chihuahua, fue aprehendida por el policía número
uno de México, Fernando Gutiérrez Barrios, quien la
encarceló en Santa Martha Acatitla por su participación
activa en el movimiento del 68, junto con Adolfo Gilly y Heberto
Castillo.
Este homenaje lo organizó el Instituto de Investigaciones
Histórico Sociales junto con el Archivo General del Estado,
que dirige Olivia Domínguez, quien también fue una
persona muy cercana a la maestra Urías.
Sucedió a José Luis Blanco, la antropóloga
Fernanda Núñez Becerra: “Hace 20 años,
en 1982, Guy Rozat y Margarita Urías crearon la Escuela Nacional
de Historia”, dijo en primera instancia la investigadora del
inah, quien describió a Urías como una mujer de compleja
personalidad, como una apache rebelde, que lo mismo es socióloga,
etnóloga, historiadora que antropóloga, maestra y
madre ejemplar.
“El ser maestro implica algo más que dar clases; es
reconocer que el otro tiene algo que dar”. Así era
Margarita Urías, aseguró Fernanda, que atribuyó
a su amiga el raro rasgo de la crítica generosa, la que permite
aprender.
La capacidad de interpretar datos, el don de seducir a los alumnos
con el lenguaje, son otros rasgos de la personalidad de Urías
que resaltó Núñez Becerra, así como
la gran pasión que le inspiró a la homenajeada la
obra y persona de Manuel Escandón, sobre el que nunca terminó
de escribir.
Mencionó también el esfuerzo que realizó Margarita
para combinar su papel de madre, maestra, investigadora y estudiante
hasta los últimos días, en que un cáncer en
la garganta acabó con su vida. De esta parte es importante
resaltar que Urías se reía de los grados académicos
a los que tuvo que acceder para ganar un poco más, aunque
defendía su postura de que “los ideales valen más
que los títulos”.
Con la intervención de Fernanda el ambiente se hizo más
íntimo, el rostro de los presentes denotaba el esfuerzo que
hacían para no llorar por la mujer que desde 1964 mostró
su valía al participar en el asalto a Ciudad Madero, en el
movimiento estudiantil del 68, sin hacer alarde de esto para obtener
curules. “A pesar de que sufrió la persecución
y la cárcel, nunca lo usó para vender, para acercarse
al poder. No fue arribista ni oportunista, fue una iconoclasta con
una dignidad tremenda que hasta a sus plazas renunció con
tal de no ir en contra de lo que ella creía”, concluyó
la alumna, amiga y compañera de trabajo de Margarita Urías.
Tocó su turno al también incansable luchador social
José “Pepe” González Sierra, quien en
la brevedad de sus palabras dejó en claro la profunda admiración
que esta mujer le causó mientras vivía, y el gran
orgullo que le da recordar que fue de las pocas militantes de izquierda
que murió convencida de ser una anarquista seria, propositiva,
cuyo choque con las autoridades le permitió contribuir a
la democracia.
En este tenor continuó el economista Roberto Sandoval, quien
vino desde México para participar en este homenaje a su amiga.
“Margarita nos da un dramático pretexto para echar
una mirada atrás”. Recordó a la profesora que
vinculó a gente de otras instituciones, gente que como antes
Pepe González señaló “nada tenían
que hacer ahí”. Sin embargo, ella logró un fructífero
intercambio entre sociólogos, antropólogos y economistas,
que hoy hace imposible no extrañarla.
Enfatizó que es muy importante hablar de la época
que le tocó vivir a Margarita (1964-65), “donde las
condiciones para una muchacha de 18 ó 19 años guapa
y con futuro intelectual propio le eran adversas, y a pesar de esto
se convirtió en un paradigma de alguien que se va a la guerra,
a los tiros... que expresaba ya en este tiempo un pensamiento político
e ideológico, que iba tras la búsqueda de verdades”.
Como maestra demostró una gran superioridad intelectual,
desde sentarse a corregir con alguien, a razonar, a argumentar hasta
pasar de un acto de rebeldía a la participación política,
donde ella –por cierto– tenía un lema: “No
es necesario votar para ser ciudadano”. Margarita Urías
fue condenada por la ley a no ejercer su derecho al voto, dada su
participación en movimientos sociales.
El último orador, Feliciano García Aguirre, doctor
en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana, instó
a todos a incorporar los productos del trabajo que realizó
la prestigiada antropóloga con el fin de recuperar su obra
dispersa y contribuir con sus investigaciones al patrimonio de la
nación.
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