Año 2 • No. 81 • noviembre 4 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Un Festival Cervantino con sabor jarocho
Jorge Vázquez Pacheco

* Rotundo éxito en la presentación del Tlen-Huicani con la OSX
La dedicatoria al estado de Tamaulipas ha sido significativa, pero no existe duda: el XXX Festival Internacional Cervantino debió su éxito final a Veracruz y a la música jarocha. Y vaya que hubo presencia de Canadá, del mismo Tamaulipas y de varias agrupaciones significativas a nivel internacional. Pero, con todo, Veracruz aportó la nota dominante.
Un esfuerzo mancomunado, que sumó las iniciativas de la Secretaría de Educación y Cultura, el Ivec y la Universidad Veracruzana, a través de su
Dirección de Divulgación Artística, hizo posible la presencia de la Orquesta Sinfónica de Xalapa y del grupo folklórico Tlen-Huicani en lo que ha resultado un impresionante acto de cierre de la trigésima edición de esta fiesta cultural de alcances internacionales.

El programa
La eficiencia artística del grupo que encabeza Alberto de la Rosa no deja lugar a dudas. En la primera parte del programa produjo en la audiencia un impacto difícil de describir. Por principio, De la Rosa e Iván Velasco funcionaron como solistas en las dos arpas en primer plano para el Huapango de Moncayo, obra que pese a ser una suerte de “caballito de batalla” no pierde atractivo para el gran público.
A la obra del jalisciense siguieron los arreglos sinfónicos del enorme maestro de Naolinco, Mateo Oliva, cuya música incursiona por vez primera en un Festival Cervantino con aplastante aceptación popular. En el momento de iniciar la interpretación de los sones jarochos instrumentados por Oliva, la asistencia se calculaba discretamente en 5 mil personas.
Estos oyentes disfrutaron de verdad desde la chispeante jovialidad presuntuosa de El jaquetón hasta las oscuras armonías para La bruja. El maestro Mateo Oliva en grande, en aquella combinación de talento musical y habilidades orquestadoras para moldear con particular eficiencia la música característica de Veracruz. De esta forma, las notas de Colás, La vieja y La bamba resonaron por todo el centro de la colonial ciudad, con la riqueza expresiva de su instrumentación tradicional y el poderoso refuerzo de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, bajo la conducción de Enrique Patrón de Rueda.
Después de ello, las canciones de Agustín Lara. Las voces solistas de María del Sol y Fernando de la Mora destacaron la poética del denominado Flaco de Oro. Fueron interpretadas Señora tentación, Piénsalo bien, Noche de ronda, Madrid, Farolito, Saca los nardos morena, Te vi pasar, Humo en tus ojos y un nutrido popurrí que incluyó otros de los numerosos célebres temas. Después vinieron los danzones, la letra y música dedicados a Granada y Veracruz. A estas alturas, los fuegos artificiales iluminaban la noche de Guanajuato, en un asombroso estrépito de música y luz caída del cielo.
El concierto se extendió más allá de lo que todos suponían. Cuando todo indicaba el final de esta jornada, la gente decidió que no debía ser así y exigió con aplausos y gritos las piezas de obsequio. Fueron casi tres horas ininterrumpidas de canto, música, trova jarocha y talento a raudales.
La gritería se hizo incontenible, con porras a Veracruz, gritos de “¡Arriba Xalapa, cabrones!”, “¡También Veracruz es México!” y manifestaciones de aceptación absoluta, total, sin restricciones. A estas alturas ya nadie se encontraba en su asiento; todos bailaban, gritaban, agitaban las manos y cerca de 6 mil almas se hallaban de verdad inmersas en una manifestación de un entusiasmo pocas veces observado. La locura terminó con las canciones de José Alfredo Jiménez para Guanajuato y las canciones típicas que hacen alusión a este estado del centro de nuestra República.

Los huéspedes de honor
El estado de Michoacán es el invitado de honor para el siguiente año. Eso explica claramente porqué junto al gobernador de Guanajuato y el presidente municipal del lugar, Lázaro Cárdenas Batel, se mantuvo atento a los acontecimientos. Tiene poderosas razones para ello. Es duro y pesado el paquete que se les viene encima a los michoacanos. Será difícil ya no digamos superar, sino igualar los aciertos dados en este Cervantino.
La dirección del Ivec tuvo el buen tino de dar cabida a los detalles aparentemente sin gran trascendencia, pero de enorme significación, de aquellos que la gente agradece con sinceridad. Más de 30 mil gardenias fueron distribuidas entre los asistentes la noche de la clausura. Mientras Leticia Perlasca, por parte del Ivec, y Manuel Zepeda, por la UV, saludaban y eran felicitados, los planes y proyectos futuros se dieron en torrente.
Enrique Patrón de Rueda se muestra dispuesto a volver a actuar con la OSX para un fin específico: grabar la música de Mateo Oliva. Fernando de la Mora y María del Sol, felices de actuar de nueva cuenta con el máximo organismo musical de Veracruz. Y en medio de todo, la firme posibilidad de que la Sinfónica de Xalapa regrese prontamente al Festival Internacional Cervantino.