Año 2 • No. 71 • agosto 26 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Las inundaciones, la nube marrón y la política
Adalberto Tejeda M. (Facultad de Ciencias Atmosféricas)
Hoy inicia en Johannesburgo la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable. Como preámbulo, las inundaciones en Europa central llegaron a los corazones centenarios de ciudades como Praga, al margen del río Vitava; Dresde, en la parte alemana del Elba, y otras más al borde del Danubio o del Mar Negro.
El saldo es de más de 100 muertos, decenas de miles de damnificados y el turismo ha pasado el
peor verano mediterráneo del último siglo. Al escribir estas líneas, los expertos están pendientes de posibles derrames químicos por las inundaciones en el centro industrial alemán de Bitterfeld.
Las agencias internacionales han difundido la imagen de un rinoceronte rescatado con grúa en el zoológico de Praga, así como la buena nueva de que el patrimonio pictórico del palacio de Zwinger –en Dresde– se puso a salvo al desalojar la bóveda subterránea, aunque ha sido seriamente dañada la arquitectura barroca reconstruida a partir de la reunificación alemana.
Ciertamente esta catástrofe no nos impresiona a los habitantes de los trópicos, donde año con año las víctimas por hidrometeoros son 10 o más veces esa cifra. La semana pasada murieron 15 personas por desbordamientos de presas en San Luis Potosí y Durango; mientras que los muertos por el monzón fueron varios cientos en la India y en China.
Si se considera que los meteoros tropicales o subtropicales –huracanes o tornados, por ejemplo– son más violentos y erráticos que los propios de latitudes medias, y se revisan las estadísticas climáticas europeas guardadas con toda rigurosidad, se concluirá que este verano en el viejo continente ha sido anómalo, como se dice en la jerga de los expertos. Es síntoma de desórdenes climáticos inducidos por el hombre, según algunos; es propio de la variabilidad natural del clima, según otros. Esta disyuntiva será polémica entre los especialistas durante las próximas semanas o meses en foros y publicaciones científicas, pero ahora los políticos alemanes están enfrascados en la discusión ante las elecciones generales, a realizarse a fines de septiembre.
Joschka Fischer, la figura más destacada del Partido Ecologista y actual Ministro del Exterior en el gobierno de coalición de los socialdemócratas y los verdes (llamada “rojiverde”), ha definido a las inundaciones como una catástrofe europea cuya causa es el deterioro ambiental, concretamente el efecto invernadero. A iniciativa suya y bajo convocatoria del canciller Gerhard Schröder (socialdemócrata), el domingo 18 se reunieron cuatro jefes de estado y el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, para establecer el financiamiento de las ayudas, pero también para discutir las causas climáticas de las inundaciones. Por su parte, el candidato a canciller de la derecha, Edmund Stoiber, exige que la ayuda sea al menos de 20 mil millones de dólares, pero ha quedado en entredicho su falta de propuestas en política ambiental. Así, mientras que el fracaso de la política de empleo de la coalición “rojiverde” la puso en las encuestas al borde de la derrota, las inundaciones recientes pueden llevarla a retener el gobierno.
Claro que la política ambiental de la coalición ha sido consecuente. Recuérdese que el gobierno alemán fue el primero en criticar a Bush ante la negativa para ratificar el Protocolo de Kyoto (que pretende regular de manera obligatoria las emisiones de gases de efecto climático por parte de la industria y el transporte.) De este modo, la posición de la Unión Europea en pro del Protocolo llegará a Johannesburgo reforzada para enfrentar el desdén estadounidense. En cambio, aunque Latinoamérica en su mayoría ha ratificado el Protocolo, no es de esperarse que adopte una postura alejada de la estadounidense, tanto por estar dentro del área de influencia de eua, como por la ideología y praxis políticas del vocero latinoamericano en la cumbre: el presidente Vicente Fox.
Una noticia de inicios de la semana pasada fue borrada prácticamente por las inundaciones: la nube marrón de gases y partículas que recorre el sur de Asia, y que puede estar provocando la muerte prematura de miles de personas. Se trata de una teoría, un postulado con bases más o menos empíricas, de 200 científicos cobijados por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La nube se originó por la quema de leña y de bosques abiertos a la agricultura en las regiones menos desarrolladas de Sudasia y Noráfrica: es la contribución de los pobres al deterioro atmosférico. Un fenómeno al que habrá que voltear una vez pasadas de moda las inundaciones europeas. Pero llama la atención que la nube haya sido anunciada dos semanas antes de que inicie la cumbre de Johannesburgo, y puede especularse que el anuncio tenía el objetivo de distraer la atención de las grandes cantidades de contaminantes atmosféricos arrojados por los países ricos.
En medio de estas catástrofes, contribuye al optimismo que en la política de la Unión Europea y del mundo pueda seguir teniendo un peso importante la voz de uno de los políticos ambientalistas menos ortodoxos pero más serios: el actual Ministro del Exterior de Alemania, Joschka Fischer.