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Año 13 • 568 • Agosto 11 de 2014 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Poeta, ensayista, músico, letrista y crítico de arte

“Vivimos la crisis de la tontería”: Jaime Moreno

Para él, la universidad pública es muy generosa porque brinda la oportunidad de aprender de todo

“Es notable lo que Veracruz ha aportado a la canción mexicana”

Jaime Moreno Villarreal es autor de libros de ensayo y poesía como Persecución de un rayo de luz (2013), El vendedor de viajes (2001), La leyenda de Edipo el mago (1998), El salón de los espejos encontrados (1995), Música para diseñar (1991) y La estrella imbécil (1986). Fue editor de la revista La Gaceta del Fondo de Cultura Económica y de Biblioteca de México; miembro del Consejo de Colaboración de Vuelta; y colaborador de Letras Libres. También fue profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana y en la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Karina de la Paz Reyes

“Aunque vivimos una crisis de la tontería, hay que evitar que nos domine”, opinó Jaime Moreno Villarreal, poeta, ensayista, crítico de arte y compositor, nacido en la Ciudad de México, a quien le gusta escuchar música diversa pero con letras interesantes, y sufre la de corte comercial, que es la que prolifera en los medios de comunicación. Al respecto, y sobre su andar por el mundo de la literatura y la música, Jaime Moreno charló con Universo.

¿Qué lee y qué escucha? ¿Cuáles han sido sus influencias?
Yo leo poca literatura, leo mucho de crítica y de historia del arte. Oigo casi todo tipo de música, pero me interesa particularmente escuchar canciones de todo tipo, específicamente aquellas que tengan una buena letra, porque es lo que a mí me apasiona y me interesa hacer.

Escuchar a Bob Dylan es una cosa que hago muy constantemente, lo mismo que a Paul Simon. Como que mucha de mi referencia auditiva es el rock. Pero de pronto oigo son huasteco y jarocho. Me encanta el trabajo de Son de Madera, de Los Utrera y otras familias.

Soy muy repelente a la música comercial, sufro mucho las letras de las canciones que oigo en la radio. Me parecen de una vulgaridad extrema.

¿Es una gran crisis?
Yo creo que es la crisis de la tontería, pero hay que evitar que nos domine.

Con sus múltiples facetas, ¿cómo se describe a sí mismo?
Hago todo con igual placer. Una cosa no excluye a la otra. Hablo de la música, así como hablo del diseño y la poesía. Es una cierta simbiosis, combinación. En mi vida ha estado muy presente vivir de manera simbiótica.

En la música me interesa mucho la composición, pero también las letras; lo que hago son canciones y en lo que escribo me interesa mucho el valor musical de la poesía o la prosa.

¿Hay alguna disciplina que tenga mayor importancia?
Curiosamente en mi actividad profesional trabajo mucho con artes plásticas. Escribo sobre pintores, y sobre todo de pintura mexicana.

Yo no pinto, pero trato de que mi escritura se acerque a la música, es decir, todo se mezcla pero de manera profesional. La cuestión musical es un poco más lateral, pero la desarrollo cotidianamente. Lo hago con dedicación.

La poesía se considera elitista, mientras que el rock es un género popular, ¿trabaja usted en los extremos?
Déjeme aclarar que mis canciones no son muy conocidas. Las hago con muchas ganas, pero no están grabadas en discos. Hay quien ha cantado mis canciones, pero son intérpretes que no tienen mucha proyección.

La verdad es que si la poesía en lengua española, en América y en México, ha sufrido esta suerte de colocación en un pedestal, que la hace difícilmente accesible (ya sea porque es difícil de leer, o porque otras actividades han jugado un factor de competencia muy grande, de modo tal que no se le da una importancia social, ni tiene los medios de difusión con que otras expresiones cuentan), eso no quiere decir que no llegue a tener en un momento dado a sus lectores ideales.

En términos de canción pienso: en los años sesenta, setenta, hubo una crisis muy fuerte en la composición de canciones en México, después de lo que podemos llamar “época de oro” (donde hubo escritores de obras muy bellas, nunca quizá comparables con poemas, sino buenas canciones simplemente), y después vino una época de crisis debido a la canción extremadamente comercial, que a través de la televisión y la influencia que ésta tenía sobre la radio se promovía, de modo tal que ya no se trataba de hacer canción de calidad, sino comercial.

Pero al mismo tiempo muchos compositores seguían haciendo una buena canción, ya sea de corte tradicional o novedosa, con buenas letras –ahí están los nombres, están en los discos de Eugenia León, Betsy Pecanins, por citar algunos.

¿Considera que la poesía puede ser accesible como la música tradicional?
Yo debí haber empezado hablando de esto. Porque en Veracruz hubo un movimiento contemporáneo –empezó en los años setenta– de jóvenes que de un modo resistente empiezan a investigar, a recrear, a interpretar sones tradicionales con los viejos músicos, a salvar esa herencia, y se convierten en extraordinarios instrumentistas. Aparecen nuevos grupos y esa tradición se recicla.

Yo diría que es probablemente el caso más importante de reciclaje que hubo y que hasta la fecha está vivo. Desde luego que no es el único, en otros estados de la República ha ocurrido, como en Oaxaca o en las huastecas no veracruzanas.

Es notable lo que Veracruz ha aportado a la canción mexicana en ese momento de resistencia, cuando ni la televisión ni el radio se preocupaban por dar a conocer esa música. El son jarocho tiene una presencia contemporánea tan importante.

¿Cualquier género musical es un buen medio para transmitir la poesía a las masas?
No sé si a las masas (ese término hace mucho que no lo oía), pero hallar los canales para que la gente se entere y disfrute y sobre todo valore el contenido de este tipo de música (puede ser rock, son o jazz), es importante. Yo no soy un idealista en términos de composición musical. Yo me doy cuenta de que la letra (para la gente que gusta de la música) suele ser secundaria.

Pasa muchas veces que uno ama una canción y no sabe muy bien de qué habla, y no es porque sea confusa, sino porque uno tiende a fijarse más en los valores musicales que en el contenido.

¿Qué mensaje le deja a la comunidad estudiantil?
Soy universitario, y este amor por hacer variedad de cosas y conciliarlas en mi vida se lo debo a la universidad. Cuando llegué a la universidad me gustaba tocar la guitarra, escribir poemas y tenía la idea de tomar un micrófono y hablar, quizá ser locutor.

Como muchos jóvenes universitarios, yo quería hacer muchas cosas, y la universidad me dio un centro, una estructura, un eje. Cuando fui profesor en la Licenciatura en Comunicación, me encontré en el aula a muchos chicos que no sabían exactamente si seguir esa carrera porque habían pensado ser artistas, por ejemplo, y siempre los animé a que se salieran con la suya.

Tenía a jóvenes cuyos padres les exigían esa carrera para que no fueran bailarines, por ejemplo. Yo les decía “tú pon en el centro la danza y cumple con lo que tengas que cumplir socialmente, si tus papás te piden un diploma de abogado, sácalo. Eres joven, inteligente, tienes tiempo, puedes hacer muchas cosas cuando eres joven”. Como universitarios tenemos la oportunidad de estar en la Facultad de Artes, ir a Filosofía o Letras, darse una vuelta por Antropología, tomar algunas clases de oyente en Derecho. Si no tienen tan claro qué es lo que quieren, prueben. La universidad pública es muy generosa.