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Año 12 • No. 540 • Octubre 28 de 2013 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Del multiculturalismo a la universidad intercultural

Gunther Dietz*

Desde hace varias décadas, y sobre todo a partir del “despertar étnico” de 1992, los pueblos originarios y las comunidades afrodescendientes del continente americano reivindican no solamente el derecho a la tierra y al territorio, a sus lenguas y sus culturas, sino al derecho a una educación cultural y lingüísticamente pertinente.

En el ámbito político y pedagógico, y por influencia del antecedente anglosajón, esta demanda por el reconocimiento de la diferencia y su inclusión activa en las políticas educativas se ha denominado multiculturalismo –un programa de reconocimiento de los derechos diferenciales de los grupos considerados “minoritarios” (o más bien convertidos a la fuerza en supuestas o reales minorías) por la sociedad hegemónica.

En los contextos latinoamericano y mexicano son los movimientos indígenas y las organizaciones de los profesionistas procedentes de pueblos originarios quienes plantean –desde los años setenta– la necesidad de ofrecer una educación diversificada y apropiada para los contextos indígenas y afrodescendientes. Mientras se han obtenido importantes logros en la educación básica, gracias al establecimiento de un subsistema específico denominado “educación indígena bilingüe”, “educación bilingüe bicultural” o “educación intercultural bilingüe”, la educación media superior y la educación superior padecen un doble rezago, reflejo de una deuda histórica que los estados-naciones latinoamericanos siguen teniendo con los pueblos originarios.

Por una parte las estadísticas muestran un evidente rezago en cuanto al acceso a estos niveles educativos –se calcula que solamente uno por ciento de los jóvenes indígenas acceden a la educación superior (a menudo viéndose forzados a emigrar del campo a la ciudad para poder seguir estudiando), lo cual indica que hay un gravísimo problema de cobertura: la juventud indígena sigue excluida de la educación universitaria.

Por otro lado, la deuda histórica no solamente se traduce en la falta de instituciones de educación superior (IES) públicas y de calidad en las regiones indígenas del país. También hay una deuda histórica con los pueblos originarios en cuanto a una educación propia y/o apropiada para las necesidades, los valores, los saberes y las cosmovisiones indígenas. Mientras a inicios de la Colonia sí se contaba con instituciones específicas para formar la entonces “nobleza india”, como los colegios creados por Fray Bernardino de Sahagún o Vasco de Quiroga, a lo largo de la expansión española y de la época colonial esta especificidad se pierde: las lenguas autóctonas ya no son enseñadas en la educación superior, que se vuelve un ámbito exclusivo de criollos y mestizos.

Por ello, la creación en la década pasada de lo que en México se ha llamado “universidades interculturales” constituye un esfuerzo histórico de descolonizar el sistema universitario, de diversificarlo en términos lingüísticos, culturales y étnicos, de descentralizarlo y regionalizarlo. A diferencia de la tradición occidental, urbano-céntrica y de fuertes sesgos clasistas que arrastra la universidad pública en México hasta la fecha, las más de 10 universidades interculturales existentes en el país se crean en el seno de las regiones indígenas, en contextos rurales caracterizados por altísimos
índices de marginación económica e infraestructura.

Reflejando el compromiso con las mencionadas reivindicaciones de los pueblos originarios y sus organizaciones, estas universidades públicas de nuevo cuño ofrecen carreras –de licenciatura y de posgrado, aparte de cursos y diplomados de formación continua– pensadas desde y para las regiones indígenas y rurales. El objetivo consiste en contribuir a generar alternativas locales y regionales para la juventud, tan presionada a emigrar como “mano de obra no cualificada”.

Se trata de profesionalizar a estos jóvenes para que puedan contribuir a impulsar iniciativas socioculturales, asociativas, microempresariales y ambientales desde sus propias comunidades y regiones, sin imponer “desde afuera” o “desde arriba” soluciones desarrollistas o asistencialistas, sino acudiendo a un continuo ir y venir entre los saberes comunitarios y los conocimientos académicos.

Este doble pendiente histórico de ampliar la cobertura en educación superior y de profundizar, a la vez, la pertinencia regional de la oferta educativa debería ser una tarea prioritaria de todas las universidades públicas del país. Sin embargo, ante la persistencia de visiones sesgadas y discriminatorias acerca de la universidad como supuesta contenedora única y legítima del “saber” (entiéndase occidental), la gran mayoría de las IEs se siguen negando a abrir sus aulas, sus currículas y sus cánones a los saberes locales y a sus jóvenes portadores, los estudiantes indígenas.

Por eso, casi todas las universidades interculturales han tenido que ser creadas al margen de las universidades públicas convencionales, como nuevas instituciones estatales dependientes directamente de sus respectivos gobiernos de estado.

Únicamente la Universidad Veracruzana se ha atrevido en 2005 a diseñar una universidad intercultural dentro de su propio seno, como parte integral de la universidad pre-existente. El resultado, la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), reconocida dentro y fuera del país como un proyecto-piloto puntero en el esfuerzo de ofrecer una educación superior culturalmente pertinente y regionalmente arraigada en cuatro regiones indígenas del estado de Veracruz: la Huasteca (en Ixhuatlán de Madero), el Totonacapan (en Espinal), las Grandes Montañas (en Tequila) y las Selvas (en Huazuntlán).

Tras una primera fase experimental con dos licenciaturas, en 2007 se diseñó la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo (LGID), que forma a los jóvenes de cada una de las cuatro regiones en la gestión de proyectos e iniciativas locales a través de orientaciones profesionalizantes correspondientes a los ámbitos laborales de Comunicación, Sustentabilidad, Salud, Derechos y Lenguas.

Tras el egreso exitoso de cinco generaciones de estudiantes, los 515 gestores interculturales generan en su mayoría iniciativas microempresariales, asociativas y/o de autoempleo en sus propias comunidades, aunque otros también se emplean en las administraciones municipales, instituciones gubernamentales u organizaciones no gubernamentales.

Desde la creación de la licenciatura de la UVI, InterSaberes, un proyecto de investigación etnográfica y colaborativa (financiado por Conacyt-Ciencia Básica), ha estudiado y acompañado a docentes, estudiantes y egresados de la UVI para analizar los novedosos intercambios y diálogos de saberes que se dan tanto al interior del trabajo áulico en las sedes como en las prácticas de campo, el servicio social en la comunidad y las posteriores iniciativas laborales y comunitarias de los gestores egresados.

Ahora inicia una nueva fase de maduración y consolidación en trayectoria de la UVI. Actualmente retomamos los resultados de este proyecto, así como los diagnósticos que los propios docentes y egresados han realizado a través de foros de reflexión y análisis, para revisar el currículum de la LGID a fin de adecuarlo a las necesidades formativas que los propios gestores interculturales detectan.

Un aprendizaje decisivo que hemos obtenido del trabajo colaborativo con docentes, estudiantes y egresados es que el programa educativo, caracterizado por la integración en novedosos “nódulos” (unidades de aprendizaje que integran actividades áulicas y extra-áulicas, aspectos docentes, investigadores y vinculadores), aún requiere de mayor flexibilidad y adaptabilidad local. Dado que la universidad intercultural no enseña de forma unidireccional un determinado tipo de saber, sino que enlaza saberes académicos y comunitarios a partir de proyectos e iniciativas que desarrollan los propios estudiantes, el resultante programa educativo no ha de concebirse desde una oferta a menudo estática, sino a partir de una demanda de soluciones a las múltiples problemáticas de los pueblos originarios y sus comunidades.

Como consecuencia, en esta nueva etapa la UVI inicia un profundo proceso de revisión y rediseño curricular, pero asimismo de descentralización y de regionalización organizacional. Los programas educativos de una universidad intercultural no pueden ni deben planearse ni concebirse de forma homogénea desde un centro urbano, sino han de ser desarrollados y diversificados a partir de las problemáticas locales y con los propios actores regionales.

Es por ello que la UVI se propone combinar en esta etapa la regionalización y diversificación de
su licenciatura –modificándola desde los contextos específicos de las cuatro sedes– con la transversalización de su enfoque intercultural hacia el interior de los campus regionales de la UV.

Reflejando la política del actual equipo rectoral, esta transversalización no puede hacerse de forma aislada, sino
que debe incluir de forma explícita cuatro ejes rectores en torno a los cuales deberá girar todo currículo universitario que reconozca y respete la diversidad: la interculturalidad (dialogar entre saberes y visibilizar a quiénes han sido invisibilizados y/o excluidos de la educación superior), la sustentabilidad (reorganizar la universidad a partir de un manejo ambientalmente sustentable y duradero de los recursos), la equidad de género (luchar contra la discriminación de género y promover activamente la inclusión de mujeres y hombres en términos equitativos en todos los niveles académicos) y la normalización lingüística (diversificar las prácticas monolingües de la universidad e incluir las lenguas indígenas como medios legítimos de enseñanza-aprendizaje).

Tanto la licenciatura actual como la nueva oferta educativa –un posgrado profesionalizante y descentralizado (que estamos diseñando junto con el Instituto de Investigaciones en Educación), diplomados, cursos y talleres de formación continua (para nuestros estudiantes, para los gestores interculturales egresados y para el conjunto de los profesionistas de las regiones)– reposicionarán en breve a la UVI como lo que fue desde sus inicios: un programa pionero de educación superior intercultural que forma parte integral, pero específica y diversificada de la UV y que está comprometida con el “bien vivir” de las comunidades y regiones del estado de Veracruz.