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Año 10 • No. 481 • Mayo 7 de 2012 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Toda noción de conocimiento debe incluir a la ciencia: Lazcano

Jorge Vázquez Pacheco

En la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2012 se llevó a cabo la mesa “La ciencia o las ciencias, la vuelta a los orígenes: el dilema de la humanidad”, en el auditorio de El Ágora de la Ciudad.

En ésta se presentaron disertaciones provenientes de dos expertos en el tema: Lazcano Araujo, biólogo y doctor en Ciencias por la UNAM, y José Antonio Hernanz Moral, licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid e integrante del Instituto de Filosofía de la Universidad Veracruzana (UV).

El biólogo de la UNAM disertó respecto a la moral y las leyes que existen para patentar un descubrimiento, pues éstas surgieron en el siglo XIX; en este momento, los debates que enfrentan las oficinas de patentes y la sociedad es: “¿Puedo patentar un gen que me permita patentar un organismo creado en un laboratorio?”. Atestiguamos una crisis para la que no tenemos respuesta. ¿Es ético el uso de los vientres sustitutos para que una mujer porte el cigoto de otra?
Hay un problema que no es trivial; se da algo que muchos no se percatan de ello, y es el modo en que compartimos el conocimiento científico. Tenemos un debate sobre a quién pertenece el conocimiento científico; la manera en que publicamos los resultados de una investigación en revistas que son cada día más caras nos hace pensar en que ese conocimiento debe ser de alcance generalizado.

La universidad es una institución que tiene 800 años de existencia, aunque durante la Edad Media el término podía aplicarse a una comunidad de carpinteros o cargadores de lana. Pero en Boloña, Federico El Grande hizo que la universidad se entendiera como la comunidad de profesores y estudiantes. En la actualidad vivimos una situación de cambio brutal, las multidisciplinas son indispensables aunque no siempre hayan estado hermanadas.

“Creo que estamos viviendo una frontera cada vez más vaga entre la contracultura y el conocimiento pseudocientífico, pero no todo tiempo pasado fue mejor. ¿Cuál es la conclusión? Reconocer que no podemos concebir una definición del conocimiento que no incluya a la ciencia; debe implicar una visión tecnocrática acerca de cómo concebimos el mundo en que nos movemos. Envidiamos la época en que Leonardo da Vinci trabajaba sobre terrenos que no le permitían decidir si era un naturalista o un artista. Creo que esa idea de cierta manera la podríamos recuperar.”

Por su parte, Hernanz Moral, reflexionó en torno de tres temas básicos. El primero, la relación entre ciencia, cultura y mentalidad modernas. “Somos modernos, en buena medida, por el desarrollo de la ciencia, misma que entendemos como un conjunto titánico de esfuerzos e integraciones de individuos que han intentado hacerla entendible, considerarla desde la perspectiva que la convierta en comunicable”.

La segunda idea es la crisis de la modernidad, que va aparejada con la crisis de la ciencia. Esta crisis se da no porque no haya más que descubrir, sino porque la ciencia se ha convertido en un gran monstruo que es responsable de la destrucción de nuestro entorno.

En el tercer tema se refirió al conjunto de ciencia y ciencias como recurso para la construcción de un mundo habitable. Al hablar en torno de la moral y sus implicaciones no típicamente religiosas sino modernistas, cuestionó: “Si la mecánica del mundo físico se rige por un sistema que Newton explicó, ¿por qué no llevar este funcionamiento matemático al mundo moral?
”Dios trató de explicar la naturaleza al hombre del modo más estúpidamente simple posible, mediante la Biblia, pero integró la naturaleza con una exactitud formidable. El mundo vive durante el siglo XX el desinfle de los conceptos morales, se dan las guerras mundiales y aparecen los síntomas del desastre ambiental.”

El punto crucial es la consideración de la ciencia como una investigación sobre el mundo, pero se ha perdido la idea de las ciencias como una investigación de todo lo que sucede en ese mundo. Hay una confusión entre hacer ciencia y desarrollar el método científico; los que enseñan aquélla se han concretado a repetir una y mil veces a éste. Los procesos de aplicación de conocimiento son funciones precisamente para producir conocimiento. Muchos han propuesto una tercera cultura, una rehibridación entre lo científico y lo humanístico con cierto resultado.

El reto que tenemos es retomar no el primer modelo de humanismo, sino volver a generar personas con vocación de investigación. El problema es que se suele entender como ciencia el seguir adecuadamente un método científico.