Año 2 • No. 47 • noviembre 26 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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El amor no es una simple cosa, más bien parece compleja droga
Jorge Jolmash y Porfirio Carrillo-Castilla

Es casi un lugar común afirmar que se ama con todo el corazón, sin embargo, según recientes investigaciones, más bien se ama con el cerebro. Mariposas en el estómago, palpitaciones, sensación de euforia, manos sudorosas y pérdida del aliento, son algunos de los síntomas más comunes de esa maravillosa enfermedad conocida como enamoramiento, síntomas que tienen que ver con varias funciones fisiológicas reguladas por el sistema nervioso llamado periférico. A todas estas señales de amor "periférico", habrá que añadir visibles cambios en la actividad del cerebro (o sistema nervioso central), y que ahora pueden ser observados mediante imágenes de resonancia magnética.
Un equipo de científicos de la Universidad de Londres, cuyo líder es el profesor de neurobiología Semir Zeki, llevó a cabo una investigación que arroja datos verdaderamente reveladores sobre el efecto del amor en el cerebro.
Para realizar su estudio, Zeki reclutó a 16 voluntarios que afirmaban haberse enamorado durante el año pasado. El primer paso fue comprobar que dichos voluntarios se hubieran enamorado realmente, para lo cual fue necesario someterlos a una serie de pruebas con detectores de mentiras. Una vez que se estableció objetivamente que se trataba de casos de amor verdadero, se procedió a realizar el escaneo de imágenes de resonancia magnética de sus cerebros; a cada voluntario se le mostró una fotografía de la persona de la que estaba enamorado, junto con la de algún amigo que hubiera conocido por las mismas fechas. Siempre que se mostraba la fotografía de la persona amada, se producían ciertos patrones en las imágenes de resonancia que indicaban que estaban ocurriendo cambios químicos en al menos cuatro regiones del cerebro, esto es, dichas áreas se "encendían" o activaban con sólo ver al adorado tormento.
Dos de estas regiones cerebrales se encuentran en la región conocida como neocórtex -la parte más evolucionada de nuestro cerebro- y están relacionadas con las funciones sensoriales, así como con la respuesta a drogas que producen euforia. Las otras dos regiones se encuentran en una parte del cerebro más primitiva, conocida como ganglios basales y hasta donde sabemos, juegan un papel muy importante en el desarrollo de adicciones.
Así entonces y de acuerdo con doctor Zeki, el amor como estado emocional puede ser generado en estas regiones cerebrales, zonas que, además, se logran activar por la acción de sustancias con propiedades psicoactivas; tales como la cocaína. De esta manera, y por los procesos químicos involucrados, podemos decir que el amor es una especie de intoxicación, no sólo maravillosa, sino también completamente legal.
Igual de significativo es el hecho de que la actividad de otras partes del cerebro disminuye con el enamoramiento. Tal es el caso de algunas partes del neocórtex que normalmente se encuentran encendidas cuando la gente está triste. Es por eso que, quienes formamos parte del equipo del Observatorio de la Ciencia, esperamos que todos nuestros lectores, mantengan esas cuatro regiones especiales del cerebro encendidas para siempre.