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El terrorismo ha estado presente en distintas etapas de la historia
del hombre, sus primeros indicios (documentados) se encuentran en
los tiempos de Robespierre, durante la Revolución Francesa,
donde quien cometía un acto delictivo era enjuiciado sin
negociación previa. Lo anterior fue comentado por Ricardo
Corzo Ramírez, director del área de Humanidades de
la UV, al impartir una conferencia en el marco de la XI Semana de
la Investigación Científica.
En
el Salón Azul de Humanidades, ante un auditorio integrado
en su mayoría por alumnos de la Facultad de Historia, Corzo
Ramírez dijo que en el siglo XIX aparece un aspecto del terrorismo
que hasta nuestros días está vigente, el factor sorpresa,
determinante como estrategia en las guerras contemporáneas.
Hacia la mitad de ese siglo, en Europa toma fuerza el anarquismo,
cuya ideología cuestiona la naturaleza de todo tipo de poder
-sea burgués o proletario-, surgiendo una corriente de opinión
que deriva en el nihilismo, donde se postula la negación
de toda creencia y realidad, así como la destrucción
radical de las estructuras sociales. De este modo, en 1879 una célula
rusa da muerte al zar Alejandro II, ocasionando caos y miedo entre
la población.
Durante
el periodo de 1879 a 1910, una serie de hechos terroristas se presenta
en buena parte de Europa, con los propósitos de acabar con
el símbolo del poder y generar escándalo para sembrar
terror en los sistemas políticos del mundo. Entre ellos,
sobresalen los asesinatos de Alejandro III y el del archiduque Francisco
Fernando, que desata la Primera Guerra Mundial. Se identifican en
esta fase al menos 160 actos terroristas.
Tras
la Primera Guerra Mundial, hay un aparente estancamiento por parte
de algunos grupos desestabilizadores. No obstante, es el propio
gobierno el que enarbola acciones de terrorismo, lo cual origina
al denominado contraterrorismo, que desencadena el surgimiento de
guerrillas y la descolonización de países de Europa.
La
siguiente fase, indicó Corzo, tiene lugar después
de la Segunda Guerra Mundial hasta 1990. Argelia emprende acciones
bélicas en Francia, creando un clima de inseguridad. El factor
sorpresa y el ataque, aunque ya no a la figura del poder, son los
instrumentos para la desestabilización; tal modelo de terrorismo
fue utilizado en conflictos como el de Vietnam y algunos de acuñadura
más reciente (Irlanda y España). Esta segunda tipología
del terrorismo retoma la ideología de no atacar al soberano
o figura del poder, sino puntos neurálgicos del gobierno
-bienes y cuadros medios-, apareciendo grupos radicales como la
"Banda Badern" de Alemania o la "Fracción
roja del ejército japonés", ejemplos de lo que
puede llegar a ser un grupo radical.
Una
tercera generación de terroristas aparece con las sectas
o grupos fundamentalistas, hacia finales de los años 80.
Su razón de ser es la búsqueda de la idiosincrasia
nacionalista contra un imperio o un poder ajeno; tal es el caso
del grupo guerrillero que se encuentra hoy día en la mira
de todo el mundo, "Al Qaeda" (La base), cuyos miembros
emplean un factor que antes no se había explotado: la religión.
Este
elemento religioso-cultural enarbola la fe de estar en contra de
todos los valores y sigue la estrategia de todos los modelos anteriores
de terrorismo, pero haciendo mayor énfasis en el uso de los
medios de comunicación para sus propósitos.
Ricardo
Corzo concluyó su participación señalando que
a partir de los hechos del 11 de septiembre se empieza a fraguar
una cuarta generación de terroristas con años de entrenamiento,
que es bastante paciente y mira al mundo occidental bajo la premisa
"no matamos a inocentes, todos son culpables".
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