Dirección de Comunicación
Universitaria
Departamento de Prensa
Año 10 • No. 405 • Julio 5 de 2010 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Cecilia Escribano

Coatzacoalcos, Ver.- Aunque llegaron a enfrentar momentos difíciles como la falta de agua por dos semanas en comunidades marginadas, estudiantes de la Universidad Veracruzana (UV) que forman parte de las Brigadas Universitarias en Servicio Social (BUSS) han llevado importantes servicios sociales y de salud a cuatro de los municipios más necesitados de la región: Soteapan, Mecayapan, Tatahuicapan y Pajapan.

El brigadismo universitario es ya una tradición en este campus: durante más de 14 años, las facultades de Odontología, Enfermería y Trabajo Social han destinado a estas comunidades grupos de jóvenes universitarios que entregan su trabajo y esfuerzo a favor de los grupos menos favorecidos mientras fortalecen sus conocimientos y desarrollan un alto sentido de compromiso social.

Ser brigadista es trabajar con calidad y compromiso y ser humilde
Gloria Pérez Rivera, cirujano dentista, y Nayeli Yunuen Blanco Sánchez, licenciada en Enfermería, son brigadistas que trabajan en el municipio de Pajapan. Para ellas, ser brigadista es “cuenta de la realidad, llevar a cabo todo lo aprendido considerando las necesidades de las personas y adecuarse al ambiente donde se estará, ya que hay que hacer sacrificios”.

Nayeli, por su parte, señala que también se trata de “formar un carácter comunitario; es ser humilde y saber tratar con las personas” y de “aprender a aplicar de la nada un programa: estamos acostumbrados a ser interdisciplinarios, tener un gran equipo de trabajo: doctores, trabajadores sociales, psicólogos, etc. Pero estar sola implica poder coordinarse. Cuesta trabajo dar la atención y aplicar un programa sin el apoyo de las demás disciplinas”.

En Mecayapan, el estudiante Jorge Luis Soto Enríquez, cirujano dentista, lleva más de 10 meses trabajando en la brigada. Para él, lo más importante es “servir a la comunidad, convivir con las personas y apoyarlas, o devolverles una sonrisa; todas son experiencias satisfactorias”.

Milagros Velázquez Ávalos, licenciada en Enfermería, destacó que esta iniciativa “implica un esfuerzo al dejar el hogar, la familia, estar lejos de los amigos y tratar de adaptarse a la comunidad”

En Tatahuicapan de Juárez, Juziel Noé Morales Cancino, cirujano dentista, y Karina Cortés Pacheco, trabajadora social, señalan que ser brigadistas es un reto: “Se tiene que hacer el trabajo de calidad con pocos insumos y sin equipo tecnológico; hay que adaptarse en costos y tiempo”. Adicionalmente, Karina Cortés considera que se trata de una experiencia “en la que hay que superar obstáculos, convivir con la gente y sus problemas, tratar de ayudar a resolverlos e ir aprendiendo”.

Deisy Lizbeth Serna Vázquez, cirujano dentista, y Jesús Antonio Rodríguez Arias, licenciado en Enfermería, son brigadistas de Soteapan y ellos consideran que “ser brigadista es intervenir en el área de salud de forma preventiva, además de brindar servicio de atención primaria a la salud”. Asimismo, dicen, es “realizar sacrificios, alejarse de la familia, convivir con otros, tratar de entenderse ya que aún conservan sus lenguas”.

Incorporarse a la comunidad, el reto principal
Para cumplir con sus labores, los estudiantes no sólo deben adaptarse a las nuevas (y muchas veces desconocidas) condiciones. Deben enfrentarse a costumbres diferentes y entender el entorno al que llegaron.

Nayeli Blanco Sánchez ha identificado poca participación de los jóvenes de secundaria durante las tomas de sangre. “Ellos no asisten ya sea por temor o desconfianza hacia los practicantes o la poca importancia al cuidado de la salud”.
Gloria Pérez Rivera destaca que en las comunidades si hay un problema “tiene que solucionarlo una sola e inmediatamente, mientras que en la escuela tenemos la ayuda de médicos o enfermeros”. Para ella, una de las claves consiste en “ganarse la confianza de la gente, demostrarles que sí puedes, que aun siendo alumnos se tiene las habilidades y conocimientos adecuados”.

Destinado a Mecayapan, Jorge Luis Soto Enríquez considera que el reto es “acoplarse a las costumbres de la comunidad y conocer su cultura”, mientras que Vigdalia del Ángel Velvete, cirujano dentista, señala como los principales retos “alguna falta de participación en las actividades planeadas, además de la falta de atención a su salud, ya que muchos pacientes llegan cuando el problema ya es mayor”.

Una importante oferta de servicios
Los universitarios despliegan una importante oferta de servicios que de otra manera difícilmente recibirían las comunidades receptoras.

En Pajapan, Nayeli desarrolla un programa de salud sexual, técnica correcta del uso del condón, tipos de anticonceptivos y enfermedades de transmisión sexual en alumnos de secundaria. En las comunidades del bajío (12 comunidades de Pajapan) se aplican programas de higiene y alimentación nutricional de los niños; a las madres de familia se les dan pláticas y atención del climaterio y sus etapas; para las comunidades de la costa (Jicacal, Playa Linda, San Juan Volador y Batajapan) se informa sobre el cáncer cérvico-uterino y la exploración de mama.

Gloria Pérez Rivera hace promoción de la salud buco-dental entre niños de preescolar y primaria. Orienta a las madres para que puedan supervisar las técnicas de cepillado y remarca la aplicación de flúor. A los adultos, Gloria los exhorta a que acudan a la primera molestia manifestada.

En este municipio, los brigadistas han atendido a un promedio de 300 personas y han ofrecido más de 350 pláticas en las escuelas de distintos niveles. También realizan actividades extras dentro de la sede como aplicación de medicamentos, toma de presión o detección oportuna de la diabetes.

En Mecayapan, Jorge Luis Soto Enríquez desarrolla un programa de prevención de enfermedades bucales en escuelas primarias. Ahí ofrece pláticas, aplicaciones de flúor, de pastillas reveladoras y brinda atención directa en el consultorio. Aquí, se han atendido aproximadamente unas 400 personas, entre preescolares, primarias, secundarias y telebachilleratos.

En Tatahuicapan de Juarez, 15 pacientes han contado con atención completa. Otros 30 se encuentran en tratamientos en proceso, mientras que en las pláticas se ha registrado una participación de 250 niños de entre 10 y 18 años. Además, hay 90 adultos mayores atendidos.

La Trabajadora Social tiene preparado un programa de cursos de verano para este periodo vacacional, pero quizá su mayor interés está en atender un alto índice de alcoholismo y tabaquismo en jóvenes. Para tal efecto, ha ofrecido pláticas de prevención de enfermedades que provocan el tabaco y el alcohol.

Por su parte, Deisy Serna ha atendido a más de 400 personas en consultorio y a otras 450 en 20 jornadas, mientras que Jesús Antonio Rodríguez ha realizado incontables aplicaciones de sueros, medicamentos, curaciones, etcétera.

El apoyo de las comunidades
A pesar de las precarias condiciones en que se encuentran muchas de las comunidades, la presencia de los brigadistas universitarios ha logrado activar una dinámica de correspondencia y buena voluntad.

Por ejemplo, en Pajapan, para las jornadas odontológicas se inscriben inicialmente unas 50 personas. Al momento de iniciar la jornada; se presentan hasta un 70 por ciento más de pacientes y los universitarios deben alargar su jornada de las 9:00 a las 16:00 horas. “Resulta cansado pero satisfactorio ya que la gente nos recibe con agua y comida, que es su forma de pagarnos”, explicaron los brigadistas.

En Tatahuicapan de Juarez, los brigadistas comentan que los más participativos en el cuidado de la salud son los adultos mayores, mientras que los universitarios asignados a San Pedro Soteapan comentan que durante las aplicaciones de flúor para niños, los padres de familia acordaron comprar cepillos dentales para los pacientes.

Sean comprometidos y respetuosos, dicen a los futuros brigadistas
Para los brigadistas, la experiencia “es única; tienen que vivirla para saber de lo que se trata”, según dicen Vigdalia del Ángel y Milagros Velázquez.

A los futuros brigadistas universitarios ellos sugieren “tener amor a la comunidad, respetarla, trabajar con pasión”, dice Nayeli Blanco. Gloria Pérez destaca que la experiencia permite “ver la realizad de las cosas y salir de la burbuja de la Universidad y enfrentarnos a las necesidades de las personas y sus sufrimientos”.

Jorge Luis Soto dijo: “La lejanía se recompensa con la experiencia que se obtiene en lo profesional; se conoce la cultura y nuevas lenguas, deberían animarse a vivir esto”. Karina Cortés señaló que “es necesario que sean emprendedores, que se comprometan con la institución y que se pongan la camiseta”. Jesús Antonio Rodríguez y Deisy Serna señalan que se trata de “una experiencia única; se obtiene mucho aprendizaje, se pierden los temores y el único requisito es tener paciencia”.

Y mientras continúan afanándose en las comunidades más necesitadas de la región sur de nuestro estado, los brigadistas universitarios esperan que nuevos profesionales se sumen a las BUSS. Que lleguen nuevos recursos humanos para resolver problemas, psicólogos, nutriólogos, ingenieros agropecuarios, entre ellos. Que nuevos universitarios aporten los conocimientos, habilidades y actitudes aprendidas al verdadero
servicio social.