Potencial peligro
por derrumbes de rocas y lodo
Alta inestabilidad de terrenos de Ixhuacán,
revela estudio
Amenazan la seguridad de más
de mil habitantes de Barranca Grande y Villa Nueva
Para proteger a la gente debe apresurarse
la reubicación: José Trujillo
Edith Escalón
El derrumbe de rocas gigantescas y flujos de lodo amenaza
la seguridad de más de mil habitantes de Barranca
Grande y Villa Nueva, dos poblados asentados en las
faldas del Cofre de Perote dentro del municipio de Ixhuacán
de los Reyes, según un estudio de grado de José
Trujillo Hernández, egresado de Ingeniería
Civil de la Universidad Veracruzana (UV). |
Los flujos de lodo provocan
estragos en Barranca Grande |
Según el estudio de vulnerabilidad que realizó
junto con geólogos del Centro de Ciencias de la Tierra
(CCT), 10 por ciento del terreno es “altamente inestable”
y se deslizará tarde o temprano por efecto de las lluvias
o algún movimiento sísmico, como ya ocurrió
con el tres por ciento de las laderas en estos sitios.
José Trujillo Hernández
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Desde 2008, cuando deslizamientos de lodo
sepultaron casas y mataron a dos personas en Barranca
Grande, autoridades trasladaron a los habitantes a un
albergue temporal en Ixhuacán, luego de un dictamen
realizado por la UV que justificó la declaratoria
de emergencia.
Sin embargo, tras dos años de vivir ahí,
la mitad de los habitantes ha regresado a sus casas para
cuidar sus pertenencias, animales o cultivos, de acuerdo
con la investigadora Wendy Morales, quien participó
en el primer dictamen y junto con Sergio Rodríguez,
investigador del CCT, dirigió la tesis de Trujillo.
“El albergue debía ser temporal, pero
ya pasaron dos años y para la gente es insostenible,
en parte por el arraigo a su tierra y en parte porque
no tienen las condiciones idóneas para vivir”,
comentó el universitario, quien reconoce el peligro
que representa el retorno paulatino a una normalidad que
ya no es viable. |
El estudio señala que en los 20 kilómetros
cuadrados que abarca la zona se han deslizado aproximadamente
0.478 kilómetros cuadrados (tres por ciento del total),
y es posible que se deslicen por efecto de las lluvias 2.53
kilómetros cuadrados más (10 por ciento), tanto
por derrumbes de suelos finos, como por flujos de lodo y caída
de rocas.
Además, puntualiza en el tipo de materiales que componen
el suelo –lutitas calcáreas que con la lluvia
se vuelven arcillosas, calizas, material volcánico
y suelo residual– y hace un análisis de las condiciones
geológicas y geotécnicas, además de propuestas
para la población y las autoridades.
Investigadores observan una
de las rocas enormes después de un derrumbre
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El mayor problema, expone, es que los poblados
están al fondo de una barranca en las faldas del
Cofre de Perote, donde los escurrimientos bajan con una
fuerza impresionante en época de lluvias: “La
zona más alta de la barranca está a dos
mil 200 metros sobre el nivel del mar (msnm), y los dos
poblados asentados en sus laderas, más de un kilómetro
abajo, a 940 msnm”.
De acuerdo con información de la tesis, el sismo
de 1920 y las lluvias subsecuentes provocaron que 75 por
ciento de la población muriera sepultada: “Una
catástrofe como ésa podría volver
a ocurrir si no se toman medidas extremas para proteger
a la población”, sostiene el universitario. |
Respecto a la actuación de las autoridades, Trujillo
reconoció el creciente interés de Protección
Civil, que gestionó terrenos en el poblado de Amatla
para la reubicación de los habitantes de Barranca Grande
y Villa Nueva; sin embargo, dos años después
las obras siguen en proceso y es esa lentitud, en su opinión,
la que está contribuyendo al retorno de la gente a
sus casas.
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