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Año 9 / No. 345 / Febrero 16 de 2009 Xalapa • Veracruz • México Publicación Semanal

Afirma investigador de la Facico

A través de la práctica amorosa, los jóvenes reinventan a la ciudad

El investigador Genaro Aguirre analiza la forma en que los jóvenes de 17 a 27 años viven el amor en los entornos urbanos públicos

Los muchachos se apropian de los espacios públicos, aprovechando las fisuras que deja la institucionalidad en la vida de las ciudades, dijo

Fernanda Melchor

Boca del Río, Ver.- El desarrollo que la zona conurbada Veracruz-Boca del Río ha experimentado durante las últimas dos décadas ha contribuido a la transformación de las prácticas amorosas de la juventud, afirma el investigador Genaro Aguirre, académico de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UV y autor de una investigación doctoral dedicada a estudiar la experiencia, en términos de representaciones y prácticas, que las nuevas generaciones viven a propósito del amor.

“Hoy en día los jóvenes están viviendo el amor de una muy diferente a cómo los integrantes de otras generaciones lo vivimos”, explica el doctor en Sociedades Multiculturales y Estudios Interculturales por la Universidad de Granada. “Las formas en que los jóvenes se apropian de los espacios públicos, aprovechando las fisuras que deja la institucionalidad en la vida de las ciudades, hace que puedan reapropiarse y aprovechar el desarrollo urbano arquitectónico que la ciudad nos ofrece”.

En su trabajo, Genaro Aguirre trata de mostrar cómo los espacios o rincones urbanos se convierten en rincones emocionales. A través de encuestas, entrevistas, grupos focales, observación directa y seguimiento fotográfico, el investigador configuró una cartografía de sitios privilegiados –playas, jardines, moteles, espacios escolares, medios de comunicación virtuales– para la experiencia amorosa en las ciudades de Veracruz y Boca del Río. Su finalidad: convertir el discurso en representaciones esquemáticas de la compleja realidad social.

Lo privado en lo público
Para el investigador, la decisión de estudiar al amor como práctica y no como concepto viene de la necesidad de entendimiento de ciertas expresiones que se viven alrededor del amor, a la luz de la crisis de las instituciones
tradicionales como el matrimonio, y que tienen que ver con un discurso histórico y cultural.

El trabajo muestra las semejanzas y las diferencias en cuanto a las atmósferas y las plataformas disponibles en la zona. “La atmósfera se ve influida por cuestiones sociales y económicas, del equipamiento y el presupuesto que los jóvenes pueden destinar para la experiencia”, señala.

Así, jóvenes de distintas condiciones sociales se distinguirán por utilizar plataformas diferentes para vivir una experiencia privada en un espacio público, como la pareja de jóvenes de clase media que se aprovechan un rincón oscuro del patio de la preparatoria para acariciarse, o cómo el chico adinerado que le propone a la novia intimar en el auto a la luz de la luna en una playa lejana.

Otro espacio privilegiado para el amor juvenil son los centros comerciales, ya que reúnen en un solo sitio buena parte de lo que la ciudad ofrece: cines, restaurantes, cafés, centros de videojuegos. Y es en estas plazas donde es posible ver estas formas de expresión a muy temprana edad. “Incluso las señoras van a dejar a sus nietos e hijos adolescentes, de entre los 10 y 13, a sabiendas de que ahí se encontrarán con la novia”, comenta el autor. “Y lo que tenemos aquí es un acuerdo y un reconocimiento por parte de los padres que los chicos van a abrirse a la posibilidad de lo amoroso a y no solo a pasarla bien”.

Para Genaro Aguirre, la amplitud del conjunto de formas de expresión socialmente permisibles actualmente es lo que ha permitido a los jóvenes vivir el amor con tintes distintos en comparación a lo que vivieron sus padres y abuelos. Asimismo, la emergencia de nuevos dispositivos de mediación tecnológica también facilitan las relaciones entre los muchachos.


Genaro Aguirre, académico

Libertad y responsabilidad
Pero en la reapropiación o resignificación que de estos recursos están haciendo los jóvenes también existen riesgos, advierte el investigador.

“Existen fenómenos que no pueden comprenderse más que a la luz de la postmodernidad, en términos de estética de vida o de formas de expresión poco convencionales, como el caso de los encuentros sexuales entre estudiantes de secundaria grabados en video y que escandalizaron a la sociedad porteña en fechas recientes”, subrayó Aguirre.
Afirmó que, debido a las características de la adolescencia, muchos jóvenes y jovencitas no alcanzan a vislumbrar la ausencia de un respeto real, de dignidad y de una administración consciente que su propio cuerpo en construcción demanda, por lo que es fácil que puedan caer en este tipo de violencia simbólica, o inclusive, de violencia física real en las relaciones de pareja.

A través de una encuesta sobre permisos y autoridad aplicada a jóvenes, Aguirre descubrió que la sexualidad no era una preocupación para los padres a la hora de establecer reglas de convivencia y comportamiento de los muchachos. “Y si eso no forma parte de un orden disciplinario, al menos en términos de prioridad, entonces no nos sorprendamos que los adolescentes se graben con los teléfonos celulares; finalmente están reproduciendo formas de libertad que les han sido brindadas”, apuntó el investigador.

“No digo que haya que volver al control absoluto de la sexualidad por parte de los padres, sino de hacer que los jóvenes estén conscientes y sean responsables de que poseen una libertad que otras generaciones no vivieron igual, o que por lo menos no dejes que graben tu primera vez en el celular”, añadió al respecto.

Comunicación y equidad
Pero no todo es negativo, señala Aguirre. “Algunas transformaciones son muy positivas: por ejemplo, en las relaciones amorosas informales del tipo “amigos con derecho” hay un proceso más horizontal de comunicación entre la pareja, al momento de proponer, consensar y asumir una relación de este tipo”, explicó el comunicólogo. Asimismo, los jóvenes en la actualidad distribuyen más equitativamente los gastos de su relación amorosa y la inversión que esto supone.
Por otra parte, parece existir un mayor reconocimiento de la expresión de los sentimientos de decepción por parte de los varones, sobre todo en la aceptación de dolor y el llanto, “ese tipo de cosas que a mi generación solo nos podía doler en espacios privados, o con amigos y en la cantina”, bromea el autor.

“Esto quiere decir entonces que están ocurriendo ciertas rupturas con culturas o con formas culturales que diferenciaban muy claramente entre lo que vivían un hombre y una mujer en las relaciones amorosas, y me parece que esto también genera un estado de aprendizaje por parte de los jóvenes”.