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Entrevista con Yamilet
García
Conocer la historia y leer, medios
para lograr un
mundo mejor
Si la gente sabe de dónde
viene,
seguramente sabrá a dónde va
Irma Villa
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Del otro lado, mi vida es el título de la novela que
ganó el Premio Latinoamericano a Primera Novela Sergio
Galindo de la Universidad Veracruzana (UV), en su edición
2008. Su autoría recae en la cuentista Yamilet García
Zamora, cubana radicada en México que gusta de entender
a la realidad a través del conocimiento de la historia
y que sugiere la lectura como instrumento para arrancar sonrisas
a la gente.
En entrevista para el periódico UniVerso aseguró:
“Tú le lees un cuento a la gente y es como si
se le iluminará el día, sonríe porque
se olvida un momento de lo que está pasando”.
Habló del contenido de Del otro lado, mi vida –novela
que a decir del jurado integrado por los escritores Ana Clavel,
Juan Tovar y Sergio González Rodríguez, decidió
concederle el premio “por considerar que se trata de
una obra que entremezcla recursos históricos con referencia
al siglo XVIII, con la época actual a través
de una trama policiaca que da una visión crítica
de Cuba”–; de su incursión a la novela
policiaca; de su visión sobre Cuba –donde, aseguró,
las últimas elecciones democráticas fueron en
1948–; de lo que a ella le significan las palabras libertad,
democracia y cambio; de Fidel Castro, a quien no admira pero
lo considera genial.
A propósito de tu novela, ¿cuáles
son los paralelos que encuentras en este rescate que haces?
¿Qué similitudes hay entre las épocas
pasadas y las presentes?
Creo que los grandes problemas del hombre son los mismos en
todas las épocas: el amor, el odio, las guerras, los
asesinatos, los robos. Aunque en el caso específico
de Del otro lado, mi vida, lo que sucede en otras épocas
no son precisamente asesinatos, pero digamos que los grandes
problemas del hombre son universales y se me hace muy importante
rescatar la historia y seccionalizarla porque la historia
siempre la escriben los vencedores, es casi un cliché,
pero es una gran verdad y generalmente dejamos al margen muchos
aspectos de la historia que son interesantes y la gente no
conoce y éstos son los que me interesan a mí.
¿Como cuáles?
En esta novela se hace mucho énfasis en el tema de
cuando los ingleses atacaron La Habana, en el papel que hicieron
los criollos en la defensa de La Habana. Éste es quizás
el discurso oficial establecido por toda una vida y a mí
me interesó mucho el papel de los españoles.
¡Vamos, que hubo españoles cobardes!, ¡claro!
pero también españoles muy valientes y entonces,
desgraciadamente, los valientes cargan con las culpas de los
cobardes; por eso quise rescatar a esos españoles y
a esa historia que no se maneja bien, que no se conoce, que
la gente no lee, rescatar lo poco conocido por la historia
y seccionalizarlo.
¿Y qué sería eso que aportan
los españoles a Cuba, qué legado le deja España
a Cuba?
Creo que Cuba es un país muy español, de esto
me di cuenta en México, es un país muy español:
en las costumbres, en la comida, en la forma de hablar. Y
creo que no se le ha dado mucho valor al papel de una persona
como Don Luis de Velasco, quien participó en la defensa
de La Habana cuando atacaron los ingleses y que fue un español
de honor, de esos militares antiguos que desgraciadamente
en este mundo cuesta mucho trabajo encontrarlos y habría
que buscarlos entre otras figuras históricas extraviadas.
Don Luis de Velasco era el gobernador de El Morro, estaba
al frente del castillo y murió defendiéndolo
con humildad y mucho honor, y es esto lo que a veces se nos
olvida.
¿Cómo son tus personajes?
En el caso de esta novela es un policía que se involucra
todo el tiempo sin saber con una jinetera; detrás de
esta historia existe otra historia –ubicada en el siglo
XVIII– de un oficial español enamorado de una
esclava. De esta forma los personajes de la jinetera y la
esclava son iguales, como también lo son el policía
del siglo XX y el oficial español del siglo XVIII,
son personajes duales que se repiten en el tiempo. En el caso
del policía, éste seguirá como personaje
principal en otras dos novelas próximas, es un hombre
frío para las mujeres que le rodean, pero es un hombre
al que todo el mundo se lo balconea, le dicen El Cubo porque
su nombre y apellidos comienzan con O: Orlando Orjales Orta.
Muchas veces se ha dicho que la escritura no
es para mujeres. ¿Qué te motivó a ti
a escribir y sobre todo a elegir el género policiaco?
Escribo desde los nueve años, es un misterio, ¿no?,
que una niña de nueve años llegue un día
y le diga a su mamá: ¡Mira lo que escribí!,
le mostré un cuento policiaco. Seguí escribiendo
y a los 14 años gané mi primer premio gracias
a un cuento policiaco.
Cuando digo policiaco quiero decir contraespionaje, y es que
en esa época ponían en Cuba una serie de televisión
que se llamaba En silencio ha tenido que ser, que era una
historia de un agente cubano infiltrado en Estados Unidos,
de aquí se me ocurrió escribir una historia
de adolescentes que captan la seguridad del Estado y comienzan
a hacer labores de contraespionaje –imagínate
qué locura, yo estaba en segundo de secundaria, mis
compañeros de aula eran los protagonistas del cuento
y era una noveleta, eran 80 cuartillas–, que ponían
bombas y todo ese tipo de cosas; por eso al jurado le llamó
la atención mi noveleta y la premió.
Como escritora, ¿qué tienes que
decir al mundo?
Como escritora tengo que decirle muchas cosas. Soy escritora
policiaca fundamentalmente, también he escrito cuentos
infantiles, otras cosas, y lo que más me interesa es
ligar la historia con los temas actuales, se me
hace muy importante rescatar la historia.
Frente a la realidad que vivimos, ¿cómo
te defiendes?
No sé, creo que en el mundo moderno hay una manía
por ser importante. A mí francamente esas cosas no
me interesan, para mí lo más importante en el
mundo son los libros, quiero muchos libros para leer, soy
una lectora voraz de novela y de cuentos, no sólo de
novela policiaca. Leo todo lo bueno que haya, también
me gusta viajar pero las ventajas de leer y escribir son muy
amplias, es como entrar en un mundo espiritual.
¿Eres religiosa?
No, la literatura es mi religión.
¿Qué tendrían que hacer
ustedes los escritores para que el mundo mejorara?
Yo creo que tenemos un trabajo muy difícil porque por
mucho que escribamos el problema es que la gente nos lea,
porque no basta con que nuestros amigos te lean, o en mi caso
mis alumnos que están locos y desesperados porque salga
la novela; no basta ese círculo. Es ir más allá.
Por eso creo que para ayudar a este mundo es necesario rescatar
la historia, es una manera genial de ayudar al mundo: si la
gente sabe de dónde viene seguramente sepa adónde
va, eso es muy importante y eso en los mayores desastres,
en las mayores miserias siempre te salva. Tú le lees
un cuento a la gente y es como si se le iluminará el
día, sonríe porque se olvida un momento de lo
que está pasando.
Otro ejemplo, si en un salón de clases donde hay muchachos
que no paran de hablar, vienes y les dices ‘les voy
a leer un cuento’, automáticamente se callan,
con lo cual me dejan dar clase.
Cuando empezaste a escribir confesaste que no
entendías las palabras. ¿Qué sucede ahora
con éstas?
Sigo sin entenderlas… (sonríe). Escribir una
novela es muy difícil, tienes que armar subtramas y
hacer páginas, iluminar la palabra es dificilísimo
pero me ha gustado, tanto que ya tengo ahí dos novelitas
pensadas. Una continuación de ésta y la otra
no tiene nada que ver, lo que sí es que las dos tienen
que ver con la historia, pero me muevo muy bien en el cuento,
que es más breve, está cerrado y no sé,
toda mi vida he escrito cuentos…
Vuelvo a insistir con las palabras, ¿qué
significan para ti libertad, democracia y cambio?
Todo lo que no hay en Cuba. ¿Qué es libertad?,
híjole, poder viajar a donde uno quiere, parece una
cosa elemental pero eso es para mí. Es que desde niña
mi mamá nos dijo –a mi hermano y a mí–
‘pobrecitos no pueden viajar’ y de buenas a primeras
sabes que de acuerdo con tu bolsillo puedes ir a donde se
te antoje y no tienes que ser millonario. Eso fue un gran
descubrimiento para mí en México.
Ahora bien, la palabra libertad no tiene el mismo significado
en Cuba que aquí en México, lo voy a explicar
con la frase (de Martí) Ser cultos para ser libres,
que es, digamos, el sentimiento de la revolución, y
el pueblo cubano es muy culto pero la frase no funciona porque
no somos libres, porque no se vale que tú me des educación
y después me censures lo que leo, el arte y las películas
que quiero ver. Es ilógico que me enseñes pero
me prohíbes salir, me das todos los conocimientos del
mundo pero vivimos en una isla literal y absolutamente. Esto
no es ser libre, sólo es ser culto, y prueba de ello
es que mi hermano, mi esposo y yo salimos de nuestro país
gracias a becas.
Y mira, a mí nunca se me olvidará la primera
impresión que sentí cuando vi una librería
en México, me quedé así –alza sus
manos y cubre los ojos varias veces– y dije ‘¿Si
tengo dinero puedo comprar todos estos libros?’, o simplemente
el poder comer todo lo que pueda, y esto son pequeñas
cosas pero eso es la libertad.
¿Democracia?
¿Habrá democracia en algún lugar?, es
como pensar que existe el mundo perfecto y creo que éste
es el gravísimo error del comunismo: no existe el mundo
perfecto. Hay una frase de Fresa y Chocolate donde un chico
le dice a otro ‘Esto que nosotros llamamos paraíso
ustedes le llaman comunismo’.
¿Cambio?
El ser humano para crecer tiene que cambiar todos los días,
si no cambias todos los días no creces, te quedas estancado
pues sigues siendo niño, y eso es lo que le ha pasado
a Cuba. Si te mantienes en lo mismo desde hace 50 años
y no te das cuenta que el mundo cambió, que el mundo
no es el mismo, que las generaciones cambiaron y que cambiar
no significa siempre lo negativo. Ésa es la manía
en Cuba, creer que todo lo que es cambio es malo, la tele
es mala, las computadoras son malas, los celulares son malos,
los televisores son malos, las tiendas son malas, comer mucho
es malo; entonces, ¿qué es bueno?
Imagínate, mi papá tiene 73 años y nunca
ha votado por ningún presidente. Las últimas
elecciones democráticas en Cuba fueron en 1948, porque
después de esta fecha fue el Golpe de Estado de Batista,
luego entró Fidel y nunca más ha habido elecciones,
elecciones como se conoce en México con todo y que
la gente diga que hay fraudes, pero el sólo el hecho
de tener el derecho de ir a votar ya es importante, pero la
gente no se da cuenta de eso.
¿En Cuba no votan?
Por el Presidente no, es escalonado, es la cosa más
chistosa del mundo. Tú votas por los de tu cuadra,
los de tu cuadra se reúnen y votan por los del municipio,
los del municipio se reúnen y votan por los de La Provincia
y los de La Provincia votan por el Presidente, y ésas
dicen que son elecciones democráticas porque la gente
votó, esto es lo interesante del escalonamiento de
ideas.
¿Qué sentido toman dichas palabras
cuando las pronuncia Fidel Castro?
Yo creo que para entender eso hay que estar en un discurso
con Fidel. La fuerza, la pasión con que usaba las palabras,
es un hombre genial, no se le puede quitar lo genial, había
que ver cómo la gente se iba inflamando al escucharlo.
Su personalidad y su palabra son incendiarias, es un hombre
impactante y te está hablando una persona que no lo
admira, imagínate cómo lo ven sus admiradores.
Y tú que ya no lo admiras, ¿crees
que le importe lo que piensen los cubanos?
Yo creo que sí le interesa mucho lo que la gente dice,
es parte del ego. A mí me interesa mucho lo que mis
alumnos opinan en las evaluaciones sobre mí.
Yamilet García Zamora nació
en La Habana, Cuba. Sus escritores favoritos son José
Lezama Lima, José Martí, Octavio Paz, Julio
Cortázar y Carlos Fuentes. Estudió la Licenciatura
en Literatura Hispanoamericana, una maestría en Museos
y un doctorado en Teoría Literaria.
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