Hierbas
medicinales, canela, pimienta, vainilla, papel amate, jamaica, flores,
follajes, madera para muebles… En total, 19 alternativas de
cultivo o producción con alto valor comercial componen el abanico
de oportunidades propuesto por la Universidad Veracruzana (UV) para
que mil 500 campesinos totonacas de Zongolica, una de las zonas de
mayor marginalidad del estado, dejen de depender del café y
sus bajos precios para sobrevivir y salgan de la pobreza.
Luego de estudios de factibilidad agrícola y comercial, de
varios años de planeación, análisis y trabajo
comunitario, y de gestión ante empresas y organismos gubernamentales
y sociales, la UV deja claro que el proyecto de Diversificación
productiva de cafetales (Diprocafé), que puso en marcha hace
dos años, está avanzando. Un ejemplo, la firma de un
convenio con la empresa farmacéutica Genomma Lab, laboratorio
que se comprometió a financiar en la región el cultivo
de hojas de guayabo, materia prima de uno de sus nuevos medicamentos.
Paralelamente, dos viveros –en los municipios de Zozocolco y
Atzalan– coordinados por técnicos universitarios tienen
en producción miles de plantas de canela, pimienta y otras
especies que serán transplantadas a mil 500 hectáreas
y cultivadas junto con el café de baja altitud que ahí
se produce para venderlas después en los mercados regionales
y nacionales. Freno
a la pobreza
A partir de sustitución paulatina del café de baja
altitud y escaso valor comercial de Veracruz por cultivos con enorme
potencial de exportación, el proyecto busca mitigar los efectos
de la pobreza, entre ellos la migración, acentuados desde
el desplome de los precios de venta del aromático en 1989
y la aparición y afectación de los cultivos por plagas
como la broca y otras enfermedades.
Aunque el trabajo de la UV en la región tiene más
de cinco años, fue hace dos cuando empezaron formalmente
los trabajos para la diversificación de los cafetales que
por su baja altitud no pueden competir en los mercados y se ven
afectados por los bajos precios, explicó Arturo Gómez
Pompa, asesor científico del Centro de Investigaciones Tropicales
(CITRO) de la UV, instancia que coordina Diprocafé.
“Con estas acciones, los universitarios queremos apoyar (a
los productores) para que tengan la oportunidad de obtener ingresos
remuneradores y promover el arraigo a la comunidad, al tiempo que
se conserva tanto la diversidad biológica como la sabiduría
popular, pues el proyecto aprovecha también los manejos tradicionales
de los cultivos”, explicó.
Mario Fernández Sánchez, coordinador del programa
piloto, aseguró que éste no tiene carácter
asistencial como muchos otros que promueven alternativas de apoyo
a los campesinos, sino que busca impulsar la organización
social para la producción y la reestructuración productiva
y comercial de sus redes de valor, para lo cual han trabajado intensos
programas de capacitación comunitaria.
Potencial
En 2006, gracias al apoyo de la gente, la UV inauguró los
viveros y puso en marcha las acciones para el cultivo de productos
que posteriormente serán llevados a los cafetales: canela,
pimienta y otros condimentos, especies maderables (caoba y ceiba),
frutos tropicales y plantas ornamentales y medicinales.
Una de las apuestas, ahora sostenida por el convenio con Genomma
Lab, es la producción de hojas de guayabo, materia prima
con la que el laboratorio elaborará medicamentos que resuelven
padecimientos gastrointestinales como diarrea, cólico intestinal
y colitis; pero no será la única hierba medicinal.
A ella seguirán la jamaica, planta con propiedades diuréticas
que será usada por la farmacéutica para elaborar productos
que reduzcan el colesterol y los triglicéridos, y la hierba
Santa María, un recurso eficaz que será la base de
productos medicinales para tratar dolores de cabeza y migraña,
entre otras especies que representan una oportunidad económica
para la región y permitirán aprovechar las fortalezas
de clima y suelo de la sierra totonaca.
Otra de las acciones es el cultivo de canela, uno de los aromáticos
más utilizados en la comida mexicana, pues tiene una alta
demanda en el mercado nacional, explicó Fernández
Sánchez. “Aunque México es el primer país
consumidor de canela ni siquiera producimos lo necesario para vender
en la región. De hecho, llevamos 400 años trayéndola
de otros lugares, actualmente la importamos de países asiáticos,
al otro lado del mundo”, comentó a los productores.
“Para que los mexicanos pudiéramos satisfacer nuestra
propia demanda necesitaríamos 65 millones de arbolitos como
ésos”, dijo al referirse a las 170 mil que ya se encuentran
en una parte del vivero comunitario de Zozocolco. “Por eso
pensamos en esta alternativa, que al igual que la pimienta puede
darles muchas ganancias”.
Así, la UV demuestra su pertinencia en un proyecto innovador
que fue calificado por Fidel Herrera Beltrán como “una
iniciativa que resulta socialmente útil, económicamente
productiva, políticamente necesaria y ecológicamente
requerida”, y que, en palabras del rector de la UV, Raúl
Arias Lovillo, “se convertirá en el punto de referencia
para las otras 50 mil hectáreas de fincas de baja altitud
que existen en el estado, y que dan sustento a más de 85
mil productores”. |