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El
aprendizaje basado en problemas
Ricardo Mercado del Collado
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Uno de los principales objetivos de la educación en general,
pero especialmente de la educación superior, es que los estudiantes
sean capaces de resolver problemas.
Una técnica didáctica que ha probado su eficacia para
que los estudiantes adquieran esta competencia es el Aprendizaje Basado
en Problemas (ABP).
Esta técnica tiene sus orígenes en la Escuela de Medicina
en la Universidad de Case Western Reserve, Estados Unidos, y en la
Universidad de McMaster, Canadá, en la década de los
60. En la actualidad esta técnica es empleada en muchas instituciones
alrededor del mundo y en diversas disciplinas.
El ABP se propuso como una alternativa para mejorar la calidad de
la educación, caracterizada hasta entonces por un enfoque basado
en la transmisión de información proporcionada por el
profesor o mediante el estudio de los contenidos incluidos en los
libros de texto, propuestos también por el maestro. En este
método los estudiantes asumen un papel pasivo y su desempeño
está desligado de los ámbitos de aplicación de
los conocimientos adquiridos.
Para aprender algo de manera significativa es necesario que primeramente
sea entendido, para después saber cómo, cuándo
y para qué usar esa información, lo que dará
como resultado un aprendizaje significativo. Se aprende contrastando
lo que ya se sabe con las nuevas evidencias y explicaciones; por lo
que es indispensable poner a prueba los conocimientos adquiridos mediante
la resolución de problemas, a la par de ser capaces de supervisar
el propio desempeño para identificar errores y faltantes de
información.
A diferencia de los enfoques basados en la transmisión de información,
en donde el principal responsable es el profesor, en el ABP se transmite
esa responsabilidad al estudiante, permitiéndole construir
su aprendizaje mediante la búsqueda, el análisis y la
aplicación de conocimientos en situaciones similares a las
que enfrentará en el ejercicio de su profesión.
En el sistema clásico, el profesor expone información
o asigna lecturas, el alumno aprende los contenidos y luego, en el
mejor de los casos, se le presenta al estudiante un problema para
aplicar ese conocimiento. En el ABP se procede a la inversa: primero
se presenta un problema, el alumno identifica las necesidades de información
y luego busca cómo satisfacerlas para, posteriormente, resolver
el problema.
El ABP es, entonces, una estrategia didáctica que provoca en
el estudiante la necesidad de investigar, a partir de sus propios
cuestionamientos, con el fin de adquirir conocimientos y habilidades
utilizando como estímulo situaciones problemáticas desestructuradas
del mundo real (Jiménez y León, 2007).
El ABP se sustenta en una concepción constructivista del aprendizaje
en la que los estudiantes no son entes pasivos que reciben información,
sino son agentes activos que construyen su conocimiento mediante la
comparación de lo que saben con lo que necesitan saber para
analizar situaciones complejas, obligándoles a poner en juego
sus habilidades de pensamiento.
La reforma educativa propuesta por la Universidad Veracruzana, mediante
el Modelo Educativo Integral y Flexible, representa una oportunidad
invaluable para que las experiencias educativas se centren en el estudiante
y le ayuden a construir los conocimientos, habilidades y actitudes
requeridas para resolver problemas.
En este nuevo enfoque, los papeles asumidos por los estudiantes y
los profesores cambian, como ya se dijo, el alumno deja su actitud
pasiva, haciéndose responsable de su aprendizaje y participando
activamente en la adquisición de las competencias deseadas.
El profesor, por otro lado, cambia su rol de transmisor de información
por el de facilitador del aprendizaje del estudiante.
El uso del ABP es, entonces, una estrategia didáctica recomendable
para el diseño de las experiencias educativas afines a los
planteamientos del Modelo Educativo Integral y Flexible.
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