Año 6 • No. 269 • Junio 4 de 2007 Xalapa • Veracruz • México
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  Especula investigadora
Elena Garro no espiaba a los
del 68 sino a Octavio Paz
Alma Espinosa
Tras la incertidumbre de que la escritora Elena Garro trabajaba como espía del gobierno en pleno movimiento de 1968, Luz Elena Gutiérrez de Velasco especula que si en algún momento espiaba, en realidad era a su esposo, el premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz.

Durante la charla ofrecida en el Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias (IIL-L) de la Universidad Veracruzana (UV), como parte del ciclo “Protagonistas de la narrativa mexicana del siglo XX”, Luz Elena Gutiérrez salió a la defensa de la autora de La semana de colores al poner en duda su trabajo como espía, del que Garro salió a flote incriminando a intelectuales como Leopoldo Zea y Carlos Monsiváis. Entre los intelectuales que la defendieron estaba Emmanuel Carballo, Emilio Carballido y algunos periodistas.

Sin embargo, fue tal el hostigamiento que salió del país con un diagnóstico de cáncer. España fue el lugar que eligió para residir con su hija Helena Paz, con quien vivió en asilos para pobres. Fue hasta que el escritor argentino Adolfo Bioy Cazares, quien había sido su amante, mencionó que Elena Garro era una escritora extraordinaria. La respuesta fue que el ex presidente Carlos Salinas la hizo regresar luego de 20 años de autoexilio. A su regreso, ciudades como Monterrey, Guadalajara y Aguascalientes le rindieron sendos homenajes.

En 1993 se instaló en Cuernavaca, junto con su hija y varios pares de gatos. Cinco años después muere; algunos intelectuales afirman que fue debido a que cuatro meses antes Octavio Paz había dejado de existir, entonces ya no tenía con quien pelearse. También decían que a Paz le daba horror cada vez que Garro publicaba un libro, porque sabía que él era el villano de la historia.

En el aula de usos múltiples del IIL-L, Gutiérrez de Velasco recordó que a Garro se le consideraba una mitómana, incluso una loca y en la década de los ochenta era censurada. Este silencio fue provocado por los intelectuales llamados “los hijos de Paz”, incluso el Fondo de Cultura Económica no publicó sus obras hasta nueve años después de su muerte.

Al referirse a la relación de Garro con Octavio Paz, la académica comentó que se conocieron en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Relató que en 1935 coincidieron en una fiesta donde Paz le dio un jalón para bailar, y especuló que ese fue el inicio de una relación violenta. Dos años después se casaron y viajaron al extranjero para asistir al Segundo Encuentro de Escritores Antifascistas, al que el poeta había sido invitado.

A partir de 1938, dijo, año de nacimiento de Helena Paz, el nobel comenzó a obtener becas en el extranjero y fue nombrado tercer secretario de la Embajada de México en París (1948-1949). Mientras, Garro era traductora, escribía reportajes y convivía con grupos de intelectuales, quienes reconocieron su talento a pesar de Octavio Paz.